En el discurso actual de los  científicos sociales, se habla mucho de las identidades y su formación,  conceptos enigmáticos, al mismo tiempo que resultan ser conceptos claves para  entender los procesos globales. Según Hobsbawm (1996:40), esto se debe al ritmo  acelerado de cambios y transformaciones que se están dando en las sociedades  humanas de nuestros días, y una relacionada desintegración de las estructuras  de autoridad. En sociedades complejas, el perfil e importancia de las minorías  se incrementa debido al rol de la etnicidad en la construcción de identidades  (Fried 1983). Por ejemplo, la situación de la gente indígena en contextos coloniales  y poscoloniales nos provee de datos   importantes sobe el proceso de construcción y transformación de  identidades étnicas y las regionales de reciente creación, y enfatizan  estrategias usadas por estos grupos para mantener una distancia crítica entre ellos  y los colonizadores para poder la autonomía moral, la integridad cultural, y la  soberanía política (Ibid 223). Pero estas condiciones están cambiando.
              Las  identidades se construyen con la base de las estructuras de relaciones  sociales, además de sistemas de conocimiento, creencia y significado. Etnicidad  es sólo uno de muchos posibles parámetros alrededor de los cuales se puede  consolidar un grupo. La localidad o lugar (place)  también ha sido un vehículo importante para la formación y mobilización de grupos.  Este trabajo explora el concepto de lugar,  como motivo o motor en la construcción de identidad, y usa como ejemplo a un  grupo en una zona indígena maya de Yucatán, México. Se plantean las preguntas:  ¿Exactamente, qué es lugar? ¿Quiénes  se identifican con el lugar? ¿Cómo se logra esta identidad? ¿Cómo se construyen  el lugar y la identidad de lugar y cuál es la importancia de esta identidad?  Esto último se explora brevemente en el contexto de cambios recientes en la  zona de estudio.
                   La  investigación para este ensayo se llevó a cabo en Chemax, Yucatán, y tal vez es  importante mencionar que uno de los objetivos importantes del estudio ha sido  identificar los límites espaciales de la unidad social reconocida por el nombre  “Chemax” por los habitantes de la zona. El grupo de gente de “Chemax” se llama  en maya yucateco: eetcahal Chemax (vecinos de Chemax), y se identifican con el  nombre del asentamiento principal, no importando su lugar de residencia o de  trabajo en un momento dado. Al ser preguntados en maya “quiénes son”, los que  son “de Chemax” no se identifican con su país, su estado, su región, su lengua,  su municipio ni con su familia, sino se identifican con Chemax. El lugar de  este “lugar” en su autoidentificación o identidad es el enfoque del presente  trabajo.
       
      Lugar de identidad
      ¿Qué  significa “ser de Chemax”? ¿Qué beneficios tiene para el individuo ser “de  Chemax”? ¿Cuáles son los requisitos para poder decir que uno es de Chemax”?  Finalmente, ¿que significa no ser de  Chemax?
                   El  concepto de “lugar” es relevante para resolver las preguntas planteadas.  Estudios iniciales de lugar enfatizaron el significado que pueden tener para individuos y el papel de estos  significados es en el desarrollo de un sentido de pertenencia y de la identidad  misma del individuo. Esto se ha llamado la “dimensión experimental de lugar” que  “evoca un sentido de pertenencia a un grupo social y un grupo de identidad  grupal” (Godkin 1980:73). Por su parte, Anne Buttimer (1980:167) afirma que  “los sentidos personal y cultural de identidad están íntimamente ligados con la  identidad con lugar”. Esta identidad tiene muchas dimensiones incluyendo “la  simbólica, la emocional, la cultural, la política y la biológica”. Pero  mientras ciertos aspectos de la autoidentidad se relacionan con el lugar de  origen o de residencia de una persona, al mismo tiempo lo que se dice de ese  lugar y sus habitantes externos refuerza la realidad y en algún sentido se  “transforma en parte de ese lugar” (Fernández 1988:31). Lugar es un espacio  experimentado, un espacio definido y compartido por miembros de un grupo  cultural, pero vivido por el individuo. En las palabras de Relph, en el trabajo  clásico sobre lugar publicado en los  años setenta:
      
        
          La  organización espacial de una aldea toma forma en un proceso no cohibida, para  concordarse con una variedad amplia de creencia y prácticas sociales; cada  miembro de una cultura está consciente del significado de varios elementos  espaciales de la aldea y responde en una forma apropiada a cada uno (Relph  1976:13).
            Hay para casi  cada uno una asociación profunda y una conciencia de los lugares en donde  nacimos y crecimos, en donde actualmente vivimos, o en donde hemos tenido  experiencias particularmente conmovedoras (Ibid 42).
        
      
                  En  un estudio más reciente de lugar,  Revill (1993:137) plantea que “la certitud emana del hecho de poseer los medios  para describirse a uno mismo, y la seguridad emana de tener la posibilidad de hacer esto en una manera compartida por los  miembros del grupo, pero de acceso restringido para fuereños”. La certitud y la  seguridad son ingredientes muy deseables en la construcción de identidades. Así  tenemos el lugar como una localidad,  imbuida de significados compartidos por el grupo; un ámbito de actividad y  experiencia, hacia el cual el individuo tiene un sentido de pertenencia, y con  el cual el individuo se identifica.
                   Esta  definición o concepto inicial de lugar ha sido criticado como demasiado estático. Estudios recientes sugieren que los  significados de lugar no son fijos, sino que son construidos y manufacturados.  En vez de encontrar un lugar como entidad inmutable, el lugar es nada más el  reflejo de las relaciones sociales. Es parte de la manifestación espacial de la  comunidad y como tal, refleja cambios en la comunidad, como es el caso dentro  de la comunidad misma. Existe un proceso dialéctico activo: por un lado,  existen presiones para el cambio y la innovación. Existe, pues, una tensión  entre un significado relativamente estable, y los procesos de reconstrucción y  modificación del mismo. Masey (1994:8) plantea que la definición de lugar debe  ser ampliada para “tomar en cuenta la construcción de los sujetos mismos que se  encuentran dentro del lugar y que forman parte del lugar: así se plantea la  identidad de lugar como una articulación doble”. El peligro que existe en  enfocarse sólo en el lugar y no en su construcción social es ilustrado por  Appadurai (1988:37), quien nos advierte de la tendencia de “congelar” ciertos  miembros de la sociedad en ciertos lugares. Usando como ejemplo el uso del  término “nativo” en la antropología, este autor afirma que “lo que significa  es, no nada más que son personas de ciertos lugares, y que pertenecen a estos  lugares, pero también que están de cierta forma encarceladas o limitadas a  estos lugares” (Ibid 37).
                   Si  estas propuestas tienen validez, al afirmar su afiliación y asociación con  Chemax como parte de su identidad, el individuo está afirmando una afiliación  con y participación en una unidad social, además de espacial. El nombre del  lugar, Chemax en este caso específico, debe evocar una serie de expectativas y  connotaciones que se comparten y que se han desarrollado a través del tiempo.  Al mismo tiempo, estas expectativas y significados estarán sujetos a presiones  para cambiar, debido a las presiones sobre la construcción social misma. Como  hemos mencionado anteriormente, la identificación con Chemax es extendida, y  los que afirman su identidad con esta unidad social y espacial componen, en su  totalidad, un grupo corporativo. En la siguiente sección se examinará lo que  implica cultivar, mantener y plantear membresía en este grupo: ¿Cuáles ventajas  provienen? ¿Qué pasa si uno la pierde? ¿Qué significado tiene esta afiliación  para fuereños? Y ¿qué significaría a los de Chemax una afiliación externa? Para  examinar estas preguntas, se enfocará en la construcción de Chemax y en  aspectos de la identidad del eetcahal  Chemax dentro de este lugar.
                   En  primer lugar, se sitúa a Chemax dentro de la geografía política de la Península de Yucatán,  México, en términos de la historia reciente de la región. Así se ubica Chemax  dentro del sistema político dominante contemporáneo, es decir, como construido  socialmente desde fuera. En seguida, se analiza Chemax como un lugar definido y  construido desde dentro, por sus propios habitantes y afiliados. Esta discusión  se basa en una perspectiva cultural conservadora, es decir, siguiendo una  definición del eetcahal Chemax,  elaborada en el pasado y heredada y mantenida por los ancianos del lugar y los  que están activos, políticamente hablando, en el ámbito local. Luego, se  analiza la definición de eetcahal Chemax,  planteando que no descansa sólo sobre los requerimientos y procesos internos,  sino también sobre la construcción de un “otro”. Aquí emerge el concepto de  rangos o jerarquías culturales. Finalmente, se toca brevemente el impacto de  cambios recientes en la zona, en términos de cambios dentro de Chemax, es decir  en la definición y estructura de Chemax como lugar y como grupo social, y la  ubicación de Chemax vis a vis los  “otros”.
       
      La zona de Chemax: una breve historia
       Hoy en día, Chemax es un  municipio en el estado de Yucatán. Cuenta con una extensión territorial de  1.000 km2 y una población de 17,000 habitantes, según el Censo de 1990 (XI  Censo 1990). El asentamiento principal, también llamado Chemax, reporta una  población de poco más de 6,000 habitantes, mismos que son primordialmente maya  yucatecos, dato calculado con base en su autoidentificación como hablante maya  yucateco. La Península  de Yucatán es una planicie cárstica, caracterizada por poco relieve  topográfico, una superficie porosa, con suelos delgados y pocos cuerpos  permanentes de agua. Los elementos más comunes de la hidrología de la zona son  los cenotes, que tienen una profundidad de entre 24 y 26 metros en la zona de  estudio. La actividad agrícola predominante es la de roza-tumba-y-quema en las  selvas tropicales que caracterizan la zona. En el año 1990, 77% de los hombres  económicamente activos se reportan como agricultores, cazadores o rancheros.
                   Chemax  también marca la frontera de la extensión colonial española hacia el Este, ya  que el centro regional de Valladolid, a unos 35 km. hacia el oeste de  Chemax, representaba la base de los colonizadores en la región, y fue el lugar  que representaba a ellos mismos en el oriente de la Península. En efecto, este  lugar representaba a los no mayas en la zona en el período de independencia, y  sigue representando hasta hoy día la presencia no maya en esta región de la Península. Existen  menciones de Chemax en el registro colonial desde el siglo dieciséis hasta el  diecinueve, y se reporta con una población de 7,500 habitantes en 1828 (Pueblo y comarca, Dumond and Dumond  1982). A un lado de la plaza central de Chemax se construyó una iglesia  católica hacia finales del siglo XVIII (Perry and Perry 1988:181), frente al  palacio municipal, la fecha de construcción del cual no se sabe, pero  probablemente data a finales del período colonial.
                   Cambio  en el sistema de impuestos y de tenencia de la tierra, inseguridades políticas  en el ámbito nacional y presiones demográficas, contribuyeron al estallido de  una guerra en la península de Yucatán en 1847, por medio de la cual los mayas  trataron de deshacerse del sistema dominantes mexicano (Patch 1993). Esta  llamada Guerra de Castas provocó el abandono por los mayas, en masse, de la mayoría de los  asentamientos principales de la   Península, y una migración hacia los bosques tropicales que  se encuentran al este de Valladolid y de Chemax. Según Rodríguez Losa  1989:231). La población había migrado hacia un área llamado el “territorio  cruzob” por las autoridades mexicanas, en referencia al culto a una cruz  parlante que emergió durante la rebelión.
                   Al  término de los conflictos abiertos, las autoridades intentaron de nuevo  colonizar las zonas boscosas del oriente de la Península. Chemax  se ubica en los límites entre dos sistemas: el de representación política  oficial de la jurisdicción de Valladolid, y el de los mayas agrícolas del  bosque tropical dentro del cual no podían penetrar los representantes del  sistema oficial sin arriesgarse la vida. Los intentos promovidos por el  gobierno de Porfirio Díaz para “pacificar” y colonizar esta zona han sido  estudiados por Herman Konrad (1992), quien describe la frustración de los  planificadores porfirianos en sus esfuerzos por poblar la zona y explotar los  recursos forestales. Las estrategias adoptadas por el gobierno, a principios  del siglo, incluyen concesiones de grandes parcelas a las compañías que  llevaban a cabo los levantamientos topográficos para el gobierno, y la venta de  contratos y ventas directas de los recursos forestales a intereses externos. En  1902, se funda el territorio de Quintana Roo como entidad política  independiente del estado de Yucatán, acto que representaba la separación  burocrática definitiva entre la zona llamada “pacificada” y las áreas rebeldes  de la Península;  la primera, quedando dentro del estado de Yucatán y las segundas, cayendo  directamente bajo el mando del gobierno federal. La frontera entre estas dos  unidades corre a menos de 20   km hacia el este de Chemax, y en realidad fue calculada  usando las torres de la iglesia de Chemax como medida. Así pues, la ubicación  de Chemax en la frontera de la zona rebelde fue marchada permanentemente en la  geopolítica oficial. En resumen, para los no mayas de la Península, Valladolid  marcaba el límite de la extensión de representación oficial hacia el Este, y  Chemax marcaba la entrada a la zona maya rebelde.
                   En  años más recientes, Chemax ha sido descrito por muchos yucatecos no mayas como  un lugar de mucho conflicto político, debido a la inconformidad por parte de  los habitantes de esta zona con el partido político dominante. A principios de  1980, hubo violencia en el pueblo cando el candidato de un partido de oposición  ganó las elecciones, pero fue impedido de asumir su puesto como presidente  municipal. Estas confrontaciones son frecuentes en Chemax como un lugar  peligroso, en la opinión de muchos yucatecos. Debido por lo menos, en parte, a  su disidencia política, Chemax recibió los últimos apoyos gubernamentales para  infraestructura, como es el servicio telefónico, política que por su parte  contribuyó a una incorporación más lenta de este municipio y sus habitantes en  el sistema predominante estatal, y reforzó la idea del eetcahal Chemax como resistente a una participación plena en el  sistema oficial. Por estas razones, se puede argumentar que Chemax está situado  en un lugar estratégico en términos geográficos y sociales vis a vis un proyecto de colonización e incorporación del maya  yucateco dentro del Estado-nación mexicano.
                   Hoy  en día, dentro de los esquemas usuales, la población de la Península de Yucatán se  divide en dos grupos: los mayas y los no mayas. Los mayas se refieren a ellos  mismos como macehual, y a los no  mayas como dzul. Por su parte, los no  mayas se refieren a sus contrapartes con términos como: mayas, mesticitas,  gente indígena, indios. Los mayas de Chemax están identificados con un lugar  notorio por actos políticos violentos, y que se encuentra en la frontera de la  zona boscosa y del ahora estado de Quintan Roo. La historia de esta zona sitúa  a Chemax como lugar en el tiempo y el espacio. Chemax es un lugar indígena en  los límites del territorio rebelde, visto como un completamente “pacificado”, y  con sus propias maneras de organizarse espacial y socialmente. El maya de  Chemax evoca imágenes de gente indigna de confianza, no conformista, violenta y  arraigada en sus costumbres.
       
      Chemax como un lugar construido desde dentro
       Por todo lo dicho aquí, se puede  decir que ser “de Chemax” atribuye a uno un estigma, desde la perspectiva de  otras personas de la región y del estado. Sin embargo, ¿qué significa ser “de  Chemax” a uno mismo? En respuesta a la pregunta “¿Qué es Chemax para ti?”, la  mayoría de los entrevistados contestaron ing  cah, mi pueblo, pese a que algunos no estaban viviendo en el pueblo cuando  fueron entrevistados. El término cah significa para ellos más que una localidad  física: se refiere a un concepto más amplio y abstracto que trasciende la  representación física o geográfica.
                   Poder  decir que Chemax es el cah de uno  requiere de una serie de acciones de parte del individuo, la mayoría de las  cuales sí tienen una dimensión espacial expresada en el asentamiento principal  de Chemax. Por ejemplo, el eetcahal Chemax óptimamente participa, por lo menos como espectador, en la festividad  anual, o cha’an. Será conocido, por lo menos de vista, en las calles de Chemax,  como indicador del tiempo que pasa e invierte en el pueblo y de la red social  que tiene ahí. También, luchará por tener un solar en el asentamiento  principal, que viene siendo la representación concreta de él y su familia en el cah. Afiliados al cah tiene que estar dispuestos a salir  en la defensa del cah, tanto de la persona, de los afiliados o miembros, como  del lugar o espacio mismo. Además, deben participar en la construcción y  mantenimiento de los espacios físicos del cah,  que incluyen el parque central, las calles, los cenotes y el bosque. El eetcahal Chemax debe ser un agricultor y  guardar una posición acreditada por medio del cumplimiento de sus obligaciones  hacia la unidad y grupo social; esto le da acceso al recurso más importante  para el agricultor: el bosque, del cual se elabora sus parcelas agrícolas. Con  las instituciones militares, sociales, rituales y políticas en pie dentro del cah, el eetcahal y su familia reciben la protección requerida de las  amenazas externas, para poder llevar a cabo sus vidas en paz y tranquilidad.
                   Según  los patrones y expectativas locales, ser “de Chemax” o eetcahal Chemax parece significar que uno se subscribe a estas  prácticas, cumpliendo con las obligaciones y recibiendo los beneficios. No es  necesario nacer en el asentamiento central de Chemax, ni es necesario mantener  la residencia permanente en esta localidad. Más bien, se espera que el  agricultor establezca un solar en una aldea pequeña, cerca de su parcela, pues  no es práctico en términos locales querer trasladarse del asentamiento  principal a la milpa debido a factores de tiempo y distancia. Sin embargo, para  poder decir que uno “es de Chemax”, o ing  cah Chemax, uno tiene que participar en algunas actividades predeterminadas  y cumplir con expectativas definidas.
                   En  sus reflexiones sobre la pregunta “¿qué es Chemas?” algunos informantes locales  usaron la frase u t’aan cah: la voz o  palabra del cah. Otro, para explicar  su afiliación con Chemax, dijo: “Tu  chikilbesahba ti cah”, que se traduce como “uno viene y se registra dentro  de los limites del cah”. En las  palabras de otro, uno siente bajo el “mando” del cah. Éstas son, sin  duda,  referencias al cah con una unidad  social que incluye la forma espacial, o asentamiento mismo. Esto viene siendo  un lugar en el sentido de la construcción social que existe junto con su  manifestación física. Por ejemplo, dentro del asentamiento se encuentran los  espacios construidos que corresponden a   los grupos e instituciones a los cuales el eetcahal tiene que subscribir. Las instituciones políticas están  representadas, así como la institución que maneja el bosque-espacio y las  instituciones rituales (el palacio municipal, las oficinas del ejido y el  templo). La festividad anual está representada en forma espacial por la plaza  central, sitio que durante once meses y medio al año parece ser sólo un  lote baldío. Por su parte, las familias de la  zona están representadas por sus solares, a pesar del hecho de que muchas casas  quedan vacías durante una gran parte del año. 
                   La  manifestación social del eeetcahal Chemax más importante es la festividad  anual,  la celebración de San Antonio de Padua, durante las primeras dos semanas de  junio. Esta festividad, o cha’an, se  organiza por un comité de trece señores, llamados los diputados, más un jefe  ritual (el kulebi mayol), y tres  ayudantes: dos ahkin y un dzulastancia. Cada miembro del comité ha  colaborado durante años en la organización para poder fungir en un puesto de  autoridad alguna vez. Los organizadores se encargan de algunos eventos que van  a tomar lugar diariamente durante las dos semanas de festividades, que  incluyen: procesiones, corridas de toros y bailes. El cha’an también tiene un fondo ritual y, como se ha mencionado, la  participación de todos los eetcahal  Chemax es implícitamente esperada. La mayor parte de las actividades toman  lugar en los espacios comunitarios o públicos de Chemax y la representación más  sobresaliente del cha’an es la  transformación de la plaza central en un corral con estados para los  espectadores, en algunos casos de tres pisos de alto, construido de troncos  delgados y tablas y con techo de cartón o de hoja de palma. Esto es el ruedo  para las corridas de toros. Los bailes se llevan a cabo en el espacio público  detrás del palacio municipal. Las procesiones se caracterizan por bandas de  música, cohetes, jaranas y el consumo de alcohol, y pasan por las calles del  pueblo.
                   El  aspecto observable del asentamiento mismo, junto con los espacios especiales  construidos para el cha’an, son las  representaciones físicas de cah fácilmente entendibles y accesibles a los fuereños que llegan para la  festividad y, por lo tanto, juegan un papel muy importante en la construcción  de la imagen del pueblo. El número y aspecto de la gente que asiste y participa  en el cha’an, más la calidad de los  detalles de las construcciones especiales, los eventos y los participantes, es  aún más importante en la construcción de esta imagen. Según los informantes y  observación en el sitio, el tamaño y éxito del cha’an es un buen indicador del bienestar e importancia del cah para la gente local. Al mismo  tiempo, su misma participación contribuye a este bienestar y sentido de  importancia del pueblo. Ser “de Chemax” o decir ing cah Chemax, no es simplemente haber nacido en este lugar y  tener un nexo sentimental con él, sino poder decir ing cah Chemax significa que uno ha participado en actividades  sociales junto con otros eetcahal Chemax,  y significa contar y cumplir con los derechos y las obligaciones dentro de este  grupo. Tener identidad con Chemax y orgullo en esta identidad, está íntimamente  relacionada con la imagen de Chemax como un lugar importante y organizado, e  implícito en esto está la participación de la membresía. Por la razón, el  cha’an, como la manifestación pública de Chemax, es fuente de mucho orgullo para  los eetcahal Chemax, tanto los jóvenes como los ancianos. El cah es un conjunto  de instituciones, sus miembros y sus actividades o praxis, situados dentro del  espacio de un asentamiento, en este caso, llamado Chemax.
                   A  pesar de estos elementos internos muy arraigados, Chemax y los eetcahal Chemax no viven aislados sino  que se sitúa el cah, junto con sus  afiliados y sus instituciones sociales, en un contexto más amplio. Existen  otros caho’ob en la región y la gente  de Chemax asiste (y comenta mucho) sobre los cha’an de otros pueblos. Además, el trabajo agrícola de la zona  requiere de frecuentes, y a menudo distantes, cambios de residencia. Hasta los  años setenta, la explotación del chicle, que fue una actividad económica de  suma importancia en la zona, requería que los chicleros viajaran mucho en el  área, quedándose en campamentos tropicales a muchos kilómetros de sus pueblos y  familias. Actualmente, cientos de jóvenes salen de Chemax para trabajar en  actividades relacionadas con el turismo internacional, en las costas del este  de la Península. Es  decir, el eetcahal Chemax entra en  contacto con eetcahal de muchos otros  lugares. Efectivamente, dentro de las fronteras del municipio de Chemax existen  otros caho’ob, Xcan es un  asentamiento que hasta recientemente recuperó su estatus de cah, con sus respectivas instituciones y  espacios relacionados, después de un período de abandono completo provocado por  la Guerra de  Castas en el siglo pasado. Al encontrarse uno a otro, la gente de la zona  determina en corto tiempo la afiliación de cah de sus nuevos conocidos, y forman impresiones iniciales basadas en el imagen de  estos cah. Así pues, el chemaxeño  tiene fama de ser politizado y bronco, impresión basada en la historia de este  lugar.
                   Pero  es importante notar que una afiliación de cah o de lugar es notorio no nada más para saber con qué pueblo se asocia o se  afilia uno. También es importante para distinguir los que tienen afiliación de cah, con los que no tienen ninguna  afiliación; porque los que no cuentan con una afiliación caen dentro de  categorías sociales especiales de rango.
       
      La colocación del chemaxeño y la idea del “otro”
      ¿Qué  pasaría en el caso de un individuo que decide que no quiere cumplir con lo que  le piden para poder ser afiliado o miembro, eetcahal,  de un pueblo? Vivir en Chemax sin mantener una afiliación con Chemax en fechas  actuales podría implicar algunas dificultades en términos de la defensa de los  derechos, de protección de chismes maliciosos, de poder ser enterrado en el  cementerio y de demencia en términos de asuntos que tienen que ver con los  espacios comunitarios o públicos. Sin embargo, en la actualidad, las instituciones  oficiales del municipio, el estado y la nación no requieren de membresía en la  unidad social del pueblo o cah para  ejercer sus mandatos. A pesar de esto, los señores de Chemax en su mayoría  cultivan su membresía en Chemax, o en algunos casos en otro cah. La población  minoritaria no maya, por su parte, no reclama membresía en esa unidad. Sus  objetivos económicos y políticos, su afiliación lingüística e identidad étnica,  los lleva a buscar afiliación en Valladolid, como lugar de identidad. En efecto,  es común que las familias no mayas de Chemax se esfuercen por tener un solar o  una casa en ese centro regional o en Cancún, para consolidar su identidad de  lugar fuera de Chemax. Dentro de Chemax, donde el término para referirse a  ellos es dzul, se concentran en los  alrededores de la plaza, no en las zonas habitadas del pueblo mismo. Se ha  argumentado en otro lado que el patrón de asentamiento de los dzulo’ob en Chemax corresponde a un tipo  de ghetto. (Brown 1995).
               La  afiliación de cah se vuelve más poderoso  aun cuando es visto desde el contexto de los que no tienen afiliación de  pueblo. Los que no viven “bajo el mando” de un pueblo, son considerados por  muchos eetcahal Chemax como “indios”,  en el sentido de salvajes. El hecho de entregarse a un cah o pueblo y así tener que cumplir con los deberes y obligaciones  definidos por las instituciones sociales que se concentran en un asentamiento  central, se llama “tu kukubaoh”, que  viene del verbo “kukuba”, “entregarse  sin discreción” (Barrera Vásquez 1980:416). Así se puede ver que la afiliación  con lugar marca la distinción especial entre los civilizados y los primitivos  para el eetcahal Chemax, en una  construcción social de jerarquía trasciende de la simple idea de anidar, que  significaría que una comunidad se puede considerar como de una rango inferior  si forma parte de una comunidad más amplia o compleja (Hatch 1979). También, el  contraste entre el afiliado en Chemax con el individuo o grupo que no tiene  ninguna afiliación, representa más que una simple corporación de lugares, como  lo propone Fernández (1988:32), que puede llevar a una “celebración de la  identidad local por medio de su comparación y contraste con otro lugar”.  Tampoco es simplemente una construcción de la identidad local, en un ejercicio  de “enfatizar diferencias y haciendo hincapié en lo único, en vez de buscar  similitudes” como lo propone Nicholson (1996), sino que esta distinción entre  el afiliado de Chemax y el que no tiene afiliación se entiende como un reflejo  del desarrollo cultural del “otro”, empleando nociones de superioridad e  inferioridad, y la idea de ascendencia cultural (Ching and Creed 1997:30). El  Chemax eetcahal maneja una jerarquía  cultural maya, dentro de la cual él mismo ocupa el lugar más alto. 
                  Esta  construcción del “indio” para el eetcahal  Chemax podría haber emergido y/o a su vez reforzado, durante la Guerra de Castas, ya  mencionada. Durante esa época violenta, una gran parte de la población de la Península se desplazó  hacia los bosques tropicales del Oriente, dejando abandonados muchos  asentamientos de otras zonas, ya registrados oficialmente por el gobierno.  Cuando se acabó el conflicto armado, algunos de estos individuos restablecieron  su membresía en sus lugares o pueblos de origen, mientras que otros formaron  nuevos pueblos o cah, o se afiliaron  con los cah más cercanos. En esa  época la población de Chemax, creció enormemente. Sin embargo, algunos grupos  mayas se quedaron en el bosque sin afiliación a pueblos. Los habitantes de  Chemax conocían a esta gente por medio de contactos directos de, por lo menos,  tres tipos: a) Los chicleros encontraron estos pequeños grupos en el bosque,  mientras llevaban a cabo sus trabajos de recolección de chicle; b) por su  parte, los milperos tuvieron encuentros con estos individuos sin afiliación de  pueblo mientras hacían sus labores agrícolas en el bosque; c) también, el  pueblo y habitantes de Chemax experimentaron incursiones de estos grupos dentro  del asentamiento. Existe dentro de la historia oral de Chemax cuentos de  experiencias directos con estos “indios”, en las cuales se enfatiza que  hablaron el mismo idioma que los de Chemax, pero que se vestían muy diferente:  en taparrabos o uits, que usaron aretes, y que llegaron armados a los pueblos  en busca de comida y mujeres. Según algunos ancianos, en Chemax se referían a  ellos como sureños (en referencia a  su lugar de origen), compas (porque  se referían ellos a los de Chemax como compadres), cruzob (por sus creencias en el culto de la cruz parlante), tatiches o indios. Según estos testimonios, los cruzob vivían en asentamientos pequeños dentro del bosque, “sin  autoridades”, es decir, sin las instituciones sociales y sus relacionados  reglamentos, servicios, y construcciones espaciales. Es decir, no vivían en  forma de cah. 
                   La  construcción social del sureño o cruzob como un otro primitivo, sin  afiliación de cah o lugar, necesitado  de mujeres y bienes, reafirma la colocación social y cultural del chemaxeño.  Los sureños se representan como  marginados en términos económicos, políticos y sociales. Estos criterios de  juicio refuerzan la colocación misma y la idea de la jerarquía cultural. Uno de  los mensajes disimulados para los eetcahal  Chemax dentro de este esquema jerárquico podría ser el siguiente: “Si uno  quiere salirse de las obligaciones y reglas del sistema social representado en  el cah, entonces uno opta por ser un  primitivo, un indio”. En los márgenes del sistema maya también existe la  posibilidad de ser dzul, categoría  que tampoco representan rango más alto que el de eetcahal Chemax. Afiliación de  lugar, por lo tanto, significa entre otras cosas, la ubicación relativa del  eetcahal Chemax. Masey (1994:120) plantea este proceso como uno que consolida  al individuo en un lugar de “estabilidad y autenticidad” en términos de la  “articulación de las relaciones sociales”, que vienen siendo relaciones de  inclusión y de exclusión. Según este autor, la construcción de lugar y la  identificación con un lugar asegura y estabiliza estos significados.
               Identidad  con Chemax como lugar, así sitúa el afiliado dentro de un sistema estatal;  Chemax como un lugar de rebeldes. Afiliación con Chemax, como asumido y  construido por el chemaxeño mismo, representa cumplir en un sistema de derechos  y obligaciones hacia el grupo que trasciende una simple identificación con un  lugar por razones sentimentales. Al mismo tiempo, afiliación con Chemax  diferencia el eetcahal Chemax de los  primitivos que no viven bajo el mando de ningún pueblo y como tal son los  “indios”. Así, pues, la idea de jerarquía cultural y una escala cultural  ascendiente está implícita en la construcción de lugar e identidad entre los eetcahal Chemax. 
                   Esta  interpretación descansa sobre una estructura social y esquema fijos y dibuja el eetcahal Chemax conformando  estructuras relativamente estáticas. ¿Qué pasa cuando esta unidad se expone a  cambios e innovaciones en la definición de Chemax, su construcción y la  identidad de lugar que corresponde al afiliado?
       
      ¿La colocación de Chemax en una jerarquía distinta?
       Ya  no existen sureños, tatiches o cruzob maya en la zona de estudio, aunque el referente indio se usa  todavía por algunos habitantes de la zona como término de desprecio. Quintana  Roo ha vuelto a ser estado, con una infraestructura elaborada construida  principalmente para acomodar los visitantes a la zona del Caribe. Estas  actividades turísticas han precipitado enormes cambios en el perfil  demográfico, político, económico y social de toda la zona hacia el este y  sureste de Chemax. Cancún es una de las ciudades más grandes del Caribe y es  una urbe de migrantes recientes de otras zonas de la República, junto con  turistas nacionales e internacionales. Dentro de la nueva definición regional y  territorial, Chemax representa sólo un pueblo indígena de pocos recursos y sin  ninguna atracción turística, aunque los eetcahal  Chemax sí tienen una participación importante como obreros en actividades  relacionadas con el turismo, especialmente en las obras de construcción de la  infraestructura turística.
               Chemax  como lugar céntrico para las instituciones de defensa de la región, de control  de acceso a los recursos vitales para la población humana de la zona y de  servicios rituales y sociales, ha perdido importancia, tanto absoluta como  relativa, dentro de esta configuración regional nueva. Ni siquiera se construye  Chemax ahora como un asentamiento rebelde en las fronteras de un sistema  oficial. Ya no es relevante para el mapa de Chemax reclamar su membresía en un  pueblo grande y organizado, con una actitud de superioridad hacia los que no  tienen tal afiliación. Aunque la construcción interna de Chemax sigue siendo un  proyecto de suma importancia, expresada como siempre en la festividad anual de cha’an, la colocación o ubicación de  Chemax en relación al sistema más amplio ha cambiado radicalmente. Muchos de  los eetcahal Chemax ya no laboran en  actividades agrícolas y cada día menos gente se suscribe a las instituciones  sociales, rituales y políticas del cah para afiliarse a las instituciones oficiales regionales, estatales y  nacionales.
                   En  un libro reciente, Keith y Pile (1993) enfatizan el aspecto político intrínseco  de los espacios, afirmando que espacialidades “expresan relaciones asimétricas  de poder”. Espacio y lugar pueden ser usados, en la opinión de un estudioso  (Bondi 1993), para resistir relaciones dominantes de poder. Sin embargo, un  solo individuo puede contar con afiliaciones diferentes, contrastantes y  contradictorias en nuestro mundo actual, y con distintas lealtades y  responsabilidades en cada caso. Hoy día es más difícil encontrar las unidades  sociales del pasado caracterizadas por su tejido interno muy estrecho. Ahora  las fronteras de los grupos sociales se han vuelto más vagas y como resultado,  la cohesión entre los miembros de una comunidad y los niveles de participación  han disminuido (Hatch 1979). Esto se va a ver más evidente en casos de la  pérdida de autonomía de instituciones locales en respuesta a presiones fuertes  de instituciones y agencias ajenas a la comunidad (Ibid 269). Tales presiones  causan cambios en las relaciones sociales y en las manifestaciones sociales de  esas relaciones. En el caso de Chemax, esto significaría cambios en los  componentes sociales y espaciales del cah.
                   El  tiempo y los recursos invertidos por los habitantes de Chemax en Cancún y la  región de turismo obviamente representan recursos no disponibles para invertir  en la construcción de Chemax. Se está diversificando la unidad social, tanto en  términos de la consolidación de los miembros en grupos corporativos unidos, y  en términos de los espacios sociales y concretos construidos por y para las  acciones de estos grupos. El nativo de Chemax no está confinado a una sola  localidad, pues localidad es simplemente una construcción que se modifica y se  transforma. Sin embargo, la transformación en el lugar tanto refleja como  precipita cambios en la sociedad misma, es decir, cambios en los significados  compartidos y relaciones estructurales entre los miembros y también con la  sociedad más amplia.
                   No  se ha intentado estudiar aquí la importancia de la identidad con Chemax en  términos de los sentimientos subjetivos e individuales de pertenecer, que  algunos autores has destacado en estudios de identidad de lugar (Hummon  1986:18). Más bien los datos etnográficos presentados proveen de una buena base  para entender la construcción de Chemax como lugar, emergiendo su colocación histórica, geográfica,  sociopolítica y cultural, tanto como la situación de Chemax como un lugar  céntrico depositorio de instituciones y actores, relaciones y eventos sociales,  y para el entendimiento del cómo estos últimos Chemax como lugar. También, los datos apoyan la idea de Chemax, en relación  relativa a otros y la idea de jerarquía cultural. Así, la identidad con Chemax  se logra y se cultiva por protagonistas de Chemax, al mismo tiempo que esta  identidad los define en relación con ellos mismos (como grupo) y dentro del  contexto más amplio regional.
                   Los  cambios recientes en la colocación de los mayas de Chemax dentro de esta región  reflejan la importancia creciente de oportunidades de ganarse la vida en  actividades económicas relacionadas con el turismo. Como parte del sistema  nacional que define esta región turística, Chemax es un pueblo marginal,  indígena y pobre. En la retórica oficial de México, estos lugares y sus  habitantes están representados como atrasados, primitivos y resistentes al  cambio. En el esquema de rangos sociales del sistema oficial mexicano, por lo  tanto, lugares como Chemax se encuentran en los lugares inferiores. Dentro de  la jerarquía cultural dominante, estos lugares y sus habitantes son subalternos.  El cah y sus instituciones se están  atrofiando, reemplazados por actividades económicas, sociales y políticas del  sistema más amplio oficial, representadas éstas por sus respectivas  instituciones, cada una con su espacio apropiado, algunos dentro del pueblo. Es  difícil imaginar que el lugar de Chemax en este esquema dominante al cual ahora  subscriben tantos chemaxeños, no tendrá un impacto importante sobre la  construcción de la identidad de lugar para los eetcahal Chemax en un futuro próximo. Como eetcahal Chemax, uno se ubica arriba en un esquema jerárquico  cultural, con los indios abajo; mientras como indígena maya de Chemax dentro  del sistema nacional representado en Cancún, la identidad de uno se afilia a un  lugar de gente atrasada y arraigada. Estos son los indios dentro del sistema  dominante mexicano.
       
      La construcción de identidad y la importancia de lugar
        Localidad  o lugar es uno de los enfoques más importantes alrededor del cual se establece  la identidad y, según Wallman (1982:76), “donde origen, cultura y localidad son  congruentes, puede ser que no se distingue entre la identidad étnica e  identidad local”. Hasta hace poco, esta descripción de Wallman se podría  aplicar a la mayoría de la población de Chemax. La identidad de los eetcahal Chemax fue tanto étnica como  local. Sin embargo, el impacto del colonialismo normalmente produce un paisaje  de desventajas regionales, según Heckmann (1982:14), resultando “del uso de la  fuerza (de) medios administrativos, y sobre todo por el impulso hacia la homogeneidad  provocado por el modo de producción industrial”. Las poblaciones de estas  regiones vuelven a ser, según el colonialista, “minorías regionales”. En las  palabras de Heckman (Ibid:14), éstas son:
        
          ...poblaciones sufriendo desventajas económicas y represión  cultural en regiones con composiciones socioculturales heterogéneas, quienes  tienen una orientación hacia las tradiciones políticas y culturales de un  estado pre nación para poder mantener o recuperar una identidad política y  cultural y así lograr una mejoría económica. Estas metas les llevan a exigir su  autonomía política y cultural dentro de la nación.
        
      
                  Mientras  la autonomía exigida se expresa en términos de lugar y comunidad, normalmente  no se considera una amenaza al Estado-nación. Esto se ha llamado “soberanía  cultural” por Kearney and Varese (1995), y se contrasta con la “soberanía  étnica” caracterizada por la construcción de la identidad basada en “fronteras  etnopolíticas y etnobotánicas”, y que se juzga, por el Estado, como un intento  de subvertir el proyecto y la autoridad estatales. Dentro del sistema maya de  Chemax, la identidad de lugar y de comunidad predomina: produciendo el eetcahal Chemax. Sin embargo, con una  incorporación y participación más amplia en las estructuras y espacios nacionales  y globales, el maya de Chemax se ubica en términos de clase y de etnia. El  Chemax eetcahal se convierte en un  miembro más de una minoría regional y con base en esto se empieza a construir  una identidad étnica.
                   ¿Por  qué es importante lugar y la construcción  de identidad a base de lugar? Una razón puede ser porque identidades con lugar  han sido invocadas en muchos momentos de terribles conflictos en este planeta.  El contenido de lugar, es decir, los múltiples y cambiantes factores, tanto  internos como externos, que contribuyen a la construcción del lugar, puede  revelar importantes aspectos del pasado, presente y futuro de sus habitantes.  Esta contextualización, expresada en lugar, puede ayudarnos a predecir momentos  de tensión y palear situaciones de conflictos. Una tendencia reciente de  enfatizar una percibida “fragmentación” entre los grupos humanos en el mundo  moderno provoca un interés analítico en el incremento en los números de  personas desplazadas y desubicadas. El incremento en los números de personas  desplazadas y desubicadas. El incremento en la complejidad de lugres, con una  explosión de “identidades múltiples” y contradicciones internas dentro de las  localidades también es enfoque de análisis (Keith y Pike 1993:225). El choque  entre construcciones y visiones conservadoras de lugar y factores innovadores  causados por transiciones demográficas, políticas y económicas, lleva a las  poblaciones a veces a tomar acciones militantes, como es el ejemplo de Chiapas,  México, durante los últimos seis años, en particular. Chiapas ahora se  construye teóricamente como una región unificada compuesta de una diversidad de  pueblos indígenas, quienes a su vez se circunscriben a lugares que los separan  y los dividen en rivalidades; la construcción de una identidad regional con un  referente de lugar, como en el caso de Chiapas, puede emerger entre los mayas  de Yucatán, sobre todo si la identificación con cah se vuelve redundante o  irrelevante en la construcción de nuevas relaciones sociales y autonomías  dentro del sistema mexicano dominante. La historia nos muestra cómo espacios,  lugares, regiones e identidades son negociados, y cómo, cuando entran en  contienda, pueden volverse políticamente volátiles.
       
      Bibliografía