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1 Berger y Luckmann (1998): 164-174) afirman que es a través de los procesos de socialización como los individuos aprehenden el mundo circundante –el “mundo de la vida cotidiana” o “mundo de vida”- como propio. Por medio de la socialización primaria un individuo llega a ser considerado –y a considerarse- como parte de una sociedad. Solamente es posible observar la internalización de las estructuras objetivadas cuando los individuos logran identificar su ubicación en un mundo determinado y, por eso mismo, adoptan no sólo diversos roles sino también el mundo en el que estos roles tienen significado objetivo. La socialización secundaria consiste en el aprendizaje de un conocimiento especializado relativo a un sector específico de ese mundo social. En ella se asumen realidades parciales de la sociedad en que el individuo se encuentra inmerso. A estos procesos también se les ha denominado “enculturación (Herskovits, 1969) o bien, “educación” (Mead, 1976).

2 La educación y la religiosidad son aspectos importantes dentro de la socialización primaria. A través de la primera, el individuo adquiere un conjunto de saberes propios de la sociedad en que vive (entre ellos la lengua), que le permite llegar a considerarse como parte de este grupo, en cuanto que son compartidos por los demás miembros. El conglomerado de creencias religiosas también se adquiere en esta etapa y coadyuva, entre otras muchas cosas, a que a los individuos puedan conducirse en un mundo vivido y experimentado como ordenado. Los procesos de socialización primaria se desarrollan durante la niñez, en el seno de la familia, donde se adquiere –dirían Berger y Luckmann (1998)- el “mundo base” que posibilitará las demás socializaciones que se desarrollan a través de instituciones oficiales.

3 Sobresale entre los primeros el municipio de Tahdziú, en el que el censo de 2000 registró que un 99.6% de la población total es mayahablante; en contraste se encuentra el municipio de Dzidzantún, en donde los hablantes de maya sólo representan el 7.9% del total poblacional.

4 Para el 2000, el XII Censo de Población registró en Yucatán la existencia de 3,363 asentamientos, de los cuales 2,748 (81.7%) no sobrepasaban los 49 habitantes.

5 Grimberg y Grimberg (1971:136) han manifestado que uno de los elementos importantes para la consolidación del sentimiento de identidad era el juego dialéctico entre semejanza y diferencia.

6 Melucci (1982) indica que entre los elementos principales a tomar en cuenta para comprender el problema de la identidad social se encuentran los procesos de autopercepción y heteropercepción, así como el sentimiento de perdurar en el tiempo y la conciencia de unidad.

7 En las relaciones interétnicas entre grupos claramente diferenciados desempeña un papel importante el conocimiento previo que los miembros de un grupo poseen sobre los del otro colectivo con el que se encuentran relacionados. No se identifica a la persona como tal sino como parte de un grupo socialmente definido a partir de características diversas que varían dependiendo de las circunstancias y de los contextos en los que se desarrolla la interacción (Goffman, 1997). Las relaciones entre sujetos pertenecientes a grupos diferenciados se conducen a partir de experiencias previas imponiendo con ello a los actores sociales papeles que deben desempeñar.

8 Barabas y Bartolomé (1999, I: 11-12) han insistido en los problemas que presenta el manejo de información estadística disponible sobre los grupos étnicos de Oaxaca, debido a varios factores, entre otros: la “dudosa confiabilidad de los datos censales”, al mostrar inexplicables cambios en el número de hablantes a través del tiempo; lo inadecuado de los cuestionarios censales con respecto a la realidad social, y de que la unidad de información censal disponible es el municipio. Aquí emplearemos las cifras censales teniendo en cuenta las observaciones señaladas.

9 El criterio de uso de la lengua maya como único indicador para consignar a la población indígena originaria de esta región conduce con seguridad al subregistro; a pesar de ello, los datos son suficientes para establecer la fuerte permanencia numérica de los mayas.

10 Embriz O. y Ruiz M., 2003: 102-103.

11 Según datos del XII Censo de Población y Vivienda, en el año 2000 los hablantes de lengua maya en Campeche sumaron 93,765 personas, en tanto que en Quintana Roo, el número reportado fue de 173,592.

12 Estimaciones realizadas por el INI y el CONAPO, basadas en los datos censales de 2000, apuntan que en Yucatán un 59.1% del total poblaciones es indígena.

13 La distribución por edades de la población hablantes de maya en el estado indica la existencia de una situación que debe considerarse grave y podría denominarse como de envejecimiento del grupo. Esta situación se hace evidente al dibujar la pirámide de edades y sexo, pues la gráfica se aleja de la figura piramidal obligada para la mayoría de los grupos de población para semejarse a una columna, ya que la cantidad de mayahablantes en todos los rangos es similar, a excepción de la cúspide, que agrupa a la población mayor de 50 años. En el 2000, el 27.7% de los hablantes de lengua maya estaba en el rango de 50 año o más.

14 El número de monolingües mayas en el estado, en el año 2000, fue de 48,066 personas; los bilingües ascendieron a 497,722 (INEGI, 2001)

15 Berger y Luckmann (1998:55) han afirmado que la cultura, expresada través de la vida cotidiana, es vida con el lenguaje que un miembro del grupo comparte con sus semejantes y por medio de él. Sostienen, por tanto, que la comprensión de la lengua es esencial para cualquier comprensión de la realidad cotidiana de un grupo.

16 De este total, 3,786 menores cursaron educación inicial, 14,737 educación preescolar, 13,919 primaria y 1,636 albergues.

17 Según estimaciones del INI-CONAPO, un 17% de la población no posee instrucción alguna; 34.4% posee primaria incompleta; 17% posee primaria completa y un 30.9% tiene algún grado de instrucción después de la primaria (Serrano, Embriz y Fernández, 2002).

18 Estos municipios son Cantamayec, Chemax, Chichimilá, Chikindzonot, Mayapán, Tahdziú, Tekom y Tixcacalcupul.

19 Maldonado (2002:147-155) indica, para el caso de Oaxaca, que la escuela indígena es productora de doble ignorancia ya que, por un lado, el tiempo que los niños invierten en ella les impide adquirir otros conocimientos propios de su cultura y, por otro, la educación que reciben los convierte en ignorantes funcionales, o sea, en “indios que conocen lo mínimo indispensable de la cultura occidental con lo que podrán moverse con más o menos éxito entre las capas más bajas de las masas explotadas por las élites de la sociedad nacional totalitaria”

20 Datos del INI y el CONAPO indican que 26.6% del total de la población indígena del estado se encuentra empleada en el sector primario; un 30.8% lo está en el secundario y un 42.6% en el terciario (Serrano, Embriz y Fernández, 2002)

21 Los municipios con menor número de hablantes de lengua maya se ubican, principalmente, en el norte del estado, lo que sería el litoral costero, así como los municipios del área metropolitana de la ciudad de Mérida. Los municipios con un 30-69% de mayahablantes se encuentran en una franja intermedia, centro-norte, en la que estarían los que pertenecieron a la llamada zona henequenera, prolongándose hasta el nororiente del estado. Por último los municipios mayoritariamente habitados por indígenas estarían ubicados, básicamente, en la parte sur y suroriente de Yucatán.

22 Para el 2000, en los municipios de muy alta marginalidad habitaban 42,086 hablantes de lengua maya y en los de marginalidad alta existían 114,641 (INEGI, 2001).

23 Es necesario señalar que la ciudad de Mérida ha concentrado secularmente a una importante población maya. El XII Censo de Población y Vivienda registró que 92,465 personas (de un total de 705,055) hablaban lengua maya. A pesar de que este número representa sólo el 13.1% del total poblacional del municipio, en Mérida habita cerca del 17% del total de hablantes de maya del estado.

24 Según el Consejo Nacional de Población (1993), la población marginada es aquella que se encuentra excluida total o parcialmente del acceso y disfrute de los bienes y servicios y de la participación en asuntos públicos.

25 Serrano, Embriz y Fernández (2002).




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