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I. LOS MAYAS PREHISPÁNICOS

La emersión de la península

Cuando se habla en términos geológicos de los diferentes periodos de la evolución de una parte de nuestro planeta, íntimamente ligados al desarrollo del hombre como especie, se puede antojar, hasta cierto punto fuera de lugar, más aún cuando se trata de millones de años. Sin embargo, se justifica porque resulta necesario entender el nacimiento y evolución de la sociedad que nos precedió, y así valorar desde una perspectiva histórica cómo logró el grado del desarrollo alcanzado hoy.

    Al final del cretácico, es decir hace 65 millones de años, la base de lo que actualmente es la península de Yucatán ya había emergido del mar, pero una capa de agua de aproximadamente 50 centímetros de profundidad aún la cubría hasta Umán (cabecera municipal ubicada a unos cuantos kilómetros al sur de la ciudad de Mérida). En ese entonces, la flora terrestre, particularmente, las coníferas, similares a los pinos y abetos actuales, se habían extendido por todo el globo terráqueo. La fauna marina era rica en variedades de moluscos y los vertebrados -los grandes reptiles- habían colonizado todos los medios ecológicos -terrestres, aéreos y acuáticos (dulces y salados)-; y los dinosaurios eran los señores del planeta. En este medio hostil aparecieron los primeros diminutos mamíferos.

    Esta flora y fauna, especialmente los grandes reptiles, desaparecieron de forma brusca. Aunque se han sugerido como hipótesis el enfriamiento generalizado del globo terráqueo, radiaciones cósmicas letales, variaciones en la rotación de la tierra o en la gravedad; hoy día se ha extendido la teoría de que hace 65 millones de años, es decir al final del cretácico, un objeto celeste se impactó en lo que millones de años más tarde sería el puerto de Chicxulub, en la costa norte de Yucatán. Para unos científicos este cuerpo extraterrestre era un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro que viajaba a una velocidad de 20 kilómetros por segundo. Otros suponen que fue un cometa de 15 kilómetros que se desplazaba a una velocidad de 60 kilómetros por segundo.

    Fuese uno u otro, la cuestión es que cuando chocó con la tierra liberó energía equivalente a 300 millones de bombas de nitrógeno, 70 veces cada una más poderosas que la que destruyó Hiroshima. La intensidad del impacto dio lugar a una temperatura instantánea de más de 11 000° C, la formación de olas de 130 metros de altura y terremotos en centenares de kilómetros a la redonda y la creación de un cráter cuyo diámetro oscila entre los 180 y 300 kilómetros, actualmente sepultado en su parte más profunda a 1 100 metros bajo tierra. Asimismo se levantó una impresionante nube de polvo y vapor de agua que por largo tiempo impidió a los rayos solares llegar a la faz de la tierra, la temperatura descendió y el proceso de fotosíntesis se interrumpió. A raíz de este cataclismo más de las dos terceras partes de lo seres vivos, entre ellos los dinosaurios que a lo largo de 100 millones de años habían sido los señores de la tierra, comenzaron a extinguirse.

    Como consecuencia de esta hecatombe se abrió, al decir de los científicos, una “brecha ecológica” que, a lo largo de era terciaria (65 a 2.5 millones de años), proliferaran las coníferas y palmáceas. Con los cambios en la flora, la fauna evolucionó y las especies se adaptaron a las nuevas formas de su hábitat. La extinción de la gran mayoría de los gigantescos reptiles posibilitó durante el transcurso de esos millones de años que los mamíferos alcanzaran su gran apogeo en número y diversidad de especies, entre los cuales el mastodonte alcanzó un notable desarrollo. En otras palabras, las formas de vida terrestres y acuáticas se hicieron más parecidas a las conocidas hoy día. Las masas continentales de Europa y Asia estaban separabas por el mar y el zócalo europeo aún estaba unido a Norteamérica. Suramérica era un bloque aparte que durante intervalos se unía a la América Septentrional a través del istmo de Panamá. Esto posibilitó el intercambio de flora y fauna entre el norte y sur, y lo mismo aconteció entre América y Asia por el estrecho de Bering, pues muchas especies siberianas pasaron a Norteamérica. Al final del terciario los mamíferos se habían extendido por todos los continentes y Yucatán había prácticamente concluido su salida del agua. Dicho de otra manera, fue la evolución de todo un medio; para hacerlo fue necesario remontarse a millones de años antes de la era cristiana para señalar cuándo comenzó a emerger nuestra actual península, pero aún sin vida humana.

    Para los especialistas en la materia, desde hace 2.5 millones vivimos en la Era Cuaternaria. En su inicio y hasta hace unos 10 000 años, es decir durante el periodo del pleistoceno, hubo una etapa glacial y capas de hielo intermitentes cubrieron gran parte de Euroasia y Norteamérica, es decir el hemisferio norte; mientras que en las regiones tropicales y subtropicales periodos de lluvias intensas alternados con etapas de sequías. Durante esos años alcanzaron su máximo desarrollo los homínidos, es decir los primeros indicios de nuestros antepasados más remotos. Sus restos fósiles más antiguos están registrados para lo que hoy es África y Asia. El primer humano propiamente dicho fue el Homo sapiens y se han hallado numerosos restos en Europa, Asia y norte de África. Hacia el final del pleistoceno fue cuando los humanos Homo sapienssapiens, o sea el hombre con rasgos anatómicos y la capacidad intelectual propios de los contemporáneos, pasaron a América a través del estrecho de Bering. Sin embargo con los grandes cambios climáticos sobrevino la deglaciación, las capas de tierra retrocedieron y principió la edad moderna. Pero lo importante era que el hombre ya estaba en el Nuevo Mundo y la península de Yucatán estaba conformada como la conocemos en los mapas actuales.

 

La geografía peninsular

La península de Yucatán está rodeada al norte y oeste por el Golfo de México, y el este por el Mar Caribe; su frontera terrestre se define, desde el punto de vista geográfico, por una línea recta que se extiende desde el Golfo de Honduras hasta el límite oeste de la Laguna de Términos, en el estado de Campeche; espacio que abarca el territorio actual de Belice, gran parte de la región del Petén en Guatemala, una pequeña parte del apéndice oriental del estado de Tabasco, casi todo el estado de Campeche, y los estados de Yucatán y Quintana Roo.

    La superficie de la península carece de accidentes topográficos notables, excepto por una pequeña sierra conocida como elPuuc cuya altitud oscila entre los 100 y los 170 metros sobre el nivel del mar. Las rocas son calizas y relativamente planas y la capacidad del suelo es casi inexistente. Las costas son bajas y rectilíneas, excepto un tramo como de 15 kilómetros al sur desde el puerto de Campeche que es alto, con salientes y ensenadas rocosas. La costa norte lleva en el lado del mar una franja litoral arenosa y amplia que se extiende de este a oeste. En el interior de este borde existe una especie de laguna, denominada ciénaga. En la banda oriental de la península se encuentran de norte a sur las bahías de la Ascensión, del Espíritu Santo y Chetumal, y en la base sudeste la de Amatique. La circulación superficial de las aguas es muy escasa y, aparte del río Champotón, los verdaderos ríos se encuentran ubicados solamente en la base peninsular. Por la banda oriental el Río Hondo y el Nuevo desembocan en la Bahía de Chetumal y el Balis y el Sibún fluyen al Mar Caribe y por la occidental el San Pedro, el Candelaria y el Mamantel con dirección al Golfo de México.

    La naturaleza caliza de la península de Yucatán determina que la mayor parte de las aguas provenientes de las lluvias se filtren hasta constituirse en mantos freáticos que se mueven de manera lenta hasta desembocar como fuentes gigantescas bajo el nivel del mar. El fenómeno más importante de la circulación subterránea de las aguas es el hundimiento parcial o total de las bóvedas de las grutas. Después del hundimiento, el fondo de la caverna queda por debajo del nivel freático de las aguas subterráneas, aparecen anchos pozos naturales de contornos más o menos circulares y paredes más o menos verticales que reciben el nombre de cenotes, plural de una corrupción española del vocablo maya dzonot.

    El Petén está en la base de la península en una cuenca interior que mide aproximadamente 100 kilómetros de largo por 30 de ancho, circundada por una cadena de cerros que se extiende de este a oeste. En la parte norte de esta cuenca se encuentran 13 o 14 lagos que durante la temporada de lluvias se unen. El más importante es el PeténItzá. Su clima es extremadamente caluroso; llueve casi todo el año por lo que, desde las colinas del norte de la cuenca y en los valles del este y el oeste se extienden grandes y espesos bosques tropicales con árboles de hasta 40 metros de altura. Es rico y abundante en especies y géneros de animales (venados, jaguares, corzos, pecaríes, monos). Sus aves (loros, guacamayas, tucanes, garzas y colibríes) son famosas por sus exquisitos plumajes multicolores. También existe una gran variedad de serpientes (nauyaca o cuatro narices, cantil, cascabel, coral) El lagarto habita en las lagunas y pantanos, y los insectos como las hormigas de toda clase, abejorros, abejas silvestres, mariposas, garrapatas, pulgas y luciérnagas, son parte de la fauna.

    A medida que se avanza desde el Petén hacia el norte de la península la selva se va haciendo baja de manera imperceptible y alcanza en promedio entre los 25 y 35 metros de altura. Este tipo de vegetación cubre el norte de Belice y del Petén, sur y centro del estado de Campeche, casi todo Quintana Roo, así como una parte del sur del estado Yucatán. Por esta característica esta región es conocida como “Las Montañas”. Su fauna es abundante (jaguares, pumas y demás felinos; venados, pecaríes, puercos de monte, monos y otros mamíferos menores) Hay serpientes, lagartos y aves (faisán, pavos de monte, guacamayas, loros y tucanes). Existen innumerables insectos, pero sin duda el que más abundó fue la abeja.

    En el norte de la península la vegetación se vuelve más baja y el clima se hace seco. La espesa selva tropical cede su lugar a un bosque con árboles menos altos, a los arbustos y a los matorrales que crecen entre las piedras. El gato montés, el jaguar, el pizote, el venado, el puerco espín, el puerco de monte, la comadreja, el oso hormiguero, el topo, la ardilla, el zorrillo, el agutí, el armadillo y la tuza forman parte de la fauna de estos montes. Sus aves son el gorrión, la lechuza, la pava, la paloma, las codornices, picazas, tordos, papagayos. Los reptiles que abundan son el lagarto y la iguana y las víboras.

 

Los primeros mayas

Este era el hábitat cuando llegaron los primeros hombres a la península. Los restos más antiguos de la presencia de los mayas datan de 7000 años a. C., y fueron encontrados en Guatemala, Belice, Maní y Loltún, asociados a fauna pleistocénica. Eran grupos cazadores y recolectaban en gran escala semillas, raíces y plantas silvestres por lo que deambulaban por el territorio. Contaban con fuentes de agua naturales y habían adaptado las llamadas aguadas y los incipientes sistemas de conducción y almacenamiento de agua. Hacia el 2000 a. C. ya controlaban la producción del maíz, frijol, calabaza, chile, y se convirtieron en agricultores.

 

El preclásico y el clásico maya

Entre el 2500-2000 a. C y el 300 d. C, periodo conocido como Preclásico, los mayas iniciaron sus grandes avances tecnológicos, que los caracterizarían siglos después, pero sin rebasar los alcanzados durante su máximo apogeo (300 a 1100 d. C.) A lo largo de esos años desarrollaron una marcada especialización del trabajo apoyada en una sólida estratificación social y un control definido en y sobre sus recursos humanos y su medio ambiente. En un alto grado dependieron de la naturaleza, pero también la adaptaron de manera armoniosa a sus necesidades y lograron los avances que hasta ahora perduran como sus monumentales construcciones con el famoso arco falso o techo abovedado de sus habitaciones; la escritura jeroglífica, el urbanismo de sus asentamientos (Dzibilchaltún, Izamal, Cobá, EkBalam, Tikal, Edzná, Calakmul, entre otros); la forma de cómo construyeron sus edificios; elaboraron y decoraron sus utensilios rituales, cotidianos y suntuarios; los peculiares y funcionales calendarios que inventaron para contar el tiempo, sus avances en materia de astronomía y otras cosas más.

    Consolidados los avances anteriores, a partir del 300 a. C. los mayas entraron en un largo periodo de florecimiento y avance cultural, sostenido hasta el 900/1000 d. C., época conocida como el gran clímax de la civilización maya. Los centros urbanos existentes (Uxmal, Izamal, Cobá, Calakmul, Ekbalam y ChichénItzá) expandieron su poder e influencia política sobre centros urbanos de mediana y menor jerarquía (Edzná, Dzibilchaltún, Tzeme, Okop, Xel-ha, Sayil, Labná, Kabah, Xlapak) a través de las alianzas políticas, matrimoniales, enfrentamientos bélicos, entre otros medios. El aparato sacerdotal se hizo más complejo con el fin de legitimar a la nobleza en su derecho divino para gobernar y adoptó nuevas prácticas religiosas (los sacrificios humanos). Los mercaderes, sin ser nobles de nacimiento, adquirieron riqueza y un poder que les permitió tener acceso a puestos relevantes dentro de la rígida organización gubernamental. En las estelas los escultores narraban la historia oficial escrita de las hazañas y obras del gobernante en turno. En ellas registraron nacimientos, matrimonios, ascensos y transmisión del poder, alianzas con otras urbes importantes, guerras, construcción de edificios monumentales y las fechas de estos acontecimientos. Los escribas dedicaron sus esfuerzos en contar los hechos históricos, proféticos y astronómicos. Construyeron los famosos sacbeoob -en idioma maya el sufijo oob es pluralizador- o caminos blancos que comunicaban Yaxuná con Cobá (100 kilómetros), Uxmal con Kabá (40 kilómetros) y el de Cobá con Ixil (16 kilómetros). La arquitectura alcanzó su mayor exquisitez ornamental en el Clásico Tardío y el Terminal -el mejor ejemplo es el estilo Puuc de la Casa del Gobernador en Uxmal-. La construcción de sus edificios llegó, a diferencia de siglos previos (como los estilos Petén, Río Bec, Chenes), a su mayor grado de perfeccionamiento.

 

La declinación cultural

A fines del siglo VIII la sociedad maya de las tierras bajas del sur (Palenque, Copán) entró en un proceso de lenta declinación que, de manera gradual, se fue extendiendo hacia el norte de la península hasta culminar con la caída y abandono de las ciudades del Puuc en siglo X, y el desplome del poderío político de ChichénItzá una centuria después. A lo largo de estos años abandonaron paulatinamente el núcleo de sus grandes centros urbanos y comenzaron a ocupar las periferias, pero esto no significó su abandono total. Construyeron agregados arquitectónicos, modificaron algunos espacios preexistentes, asimismo edificaron nuevos centros, como Mayapán, el mal llamado ChichénItzá nuevo, Tulum, Xcaret en la costa oriental; pero no alcanzaron el esplendor de los siglos previos. Los sacbeoob comenzaron a ser invadidos por la selva, la elaboración de estelas desapareció y con ellas la historia oficial se plasmó de distintas maneras. La producción de cerámica y bienes suntuarios decreció en calidad y cantidad, las prácticas agrícolas especializadas, terrazas, campos de cultivo existentes en ciertas regiones peninsulares se modificaron y en ellas la milpa se convirtió en el sinónimo de agricultura. Aparecieron las órdenes militares (águila y jaguar). Para unos estudiosos estas nuevas tradiciones fueron introducidas desde el centro de México y para otros fue resultado de la presencia de distintos grupos mayences. En pocas palabras el avance tecnológico, los conocimientos y la producción material y cultural, mas no la etnia, se derrumbó.

 

La organización política del posclásico

A mediados del siglo XV, a raíz de las pugnas entre los Xiu y los Cocom, Mayapán fue destruida, el gobierno confederado se desintegró y se inició el colapso final. La caída de este centro político generó un vacío de poder, es decir la élite fue incapaz de conformar una nueva estructura política que los centralizara; y cada señor, según la tradición indígena recogida por Landa, fue “yéndose... a su tierra”, y desde su respectiva capital comenzó a regirla con el título de halachuinic o gran señor. Poco sabemos de cuantas capitales surgieron con la caída de la Mayapán; pero cuando los españoles comenzaron a merodear las costas durante el primer cuarto del siglo XVI existían las siguientes: Calkiní, Ekbalam, Calotmul, Hocabá, Can Pech, Maní, Chancenote, Motul, Chauac-há, Popolá, Chetumal, Sací, ChichénItzá, Sotuta, Cozumel, Tihosuco, Dzidzantún y Belma.

    En estos centros políticos residían los halachuinicoob o grandes señores, y de ellos dependían conjuntos variables bataboob o caciques, quienes gobernaban sus respectivas poblaciones. Los mayas llamaron a esta gama de relaciones políticas cuuchcabal, y los españoles provincia. Sin embargo, estos grandes señores no pudieron someter a un sinnúmero debataboob o caciques; quines, hasta la invasión española, gobernaron sus poblaciones de manera independiente. Ellos ocuparon un lugar importante en el espacio peninsular. Unos estaban asentados en el rincón noroccidental, en una región denominada Chakán o sabana. Otros se encontraban en los alrededores de Tizimín en una área conocida como Chikinchel o monte oriental. Un tercer grupo ocupaba el área que se extendía desde la parte central del actual estado de Campeche hasta el norte del Petén en Guatemala, región conocida como el Cehache, término maya que expresa la idea  “abundancia de venados”. Y, finalmente, un cuarto grupo se encontraba en el norte y centro del actual Belice en un espacio conocido como el Dzuluinicoob.

    La estructura política de las provincias indígenas constaba de tres niveles. El primero era el cuchteel, parcialidad o barrio, integrado por un conjunto de casas que agrupaban cada una hasta seis familias. La parcialidad proveía de fuerza de trabajo y productos a la élite. Sus hombres formaban los ejércitos. El segundo nivel era el batabil o señorío, el cual estaba bajo el dominio del batab o cacique. Él sujetaba política y administrativamente a un grupo de parcialidades, y residía en una de ellas, denominada cabecera por los españoles. Por lo general los barrios se encontraban ubicados a cierta distancia del lugar de donde vivía su cacique por lo que para administrarlas nombraba para cada uno a un funcionario llamado ah cuchcab. El batab jugaba la función de unir a su población sujeta con el halachuinic del cual dependía.

    El batab o cacique recibía y usufructuaba parte de los excedentes tributarios de fuerza de trabajo y productos, y por medio del ah cuchcab convocaba a la población de sus parcialidades para la guerra y para las festividades y ceremonias tutelares. El tercer nivel lo encarnaba el halachuinic o gran señor y residía en la capital. De él dependían los caciques. El cargo era hereditario por línea paterna. Sus funciones eran religiosas, militares, judiciales y políticas.

 

Sociedad y economía durante el posclásico

Los mayas estaban divididos en clases sociales. Los nobles o almehenoob estaban organizados en linajes y monopolizaban los oficios de batab yhalachuinic. Los linajes gobernantes se constituyeron en una burocracia cerrada y corporada que a través del Lenguaje Zuyuá o conocimiento adivinatorio controlaban el acceso a dichos cargos. Ellos transmitían este conocimiento y su significado de padre a hijo por lo que dichos cargos eran patrimoniales. En el uso de este mecanismo y sustentados en sus tradiciones históricas ancestrales, ellos controlaron el poder; excepto cuando ante la falta de sucesor, hijo o tío paterno, los sacerdotes y los principales realizaban un proceso electivo.

    Los linajes nobles no sustentaron su poder en la propiedad territorial, pues en la concepción maya del universo la tierra es la dadora de la vida porque hace crecer al monte, sustento de los animales y del hombre; razón por la cual no era objeto susceptible de ser privatizada, ni mucho objeto de compra-venta. Mas aún, los linajes gobernantes no controlaron el acceso al monte, era una prerrogativa de una deidad llamada Yumbalam permitir al agricultor sacrificar al jabín y a los cedros para hacer la milpa. El monte renace en la milpa, y cuando el suelo se agota, el milpero se retira, para posibilitar al monte cumplir los compromisos de su ciclo. El maya no pensaba en ser propietario de un pedazo de tierra; éste era un concepto desconocido para ellos.

    La nobleza maya dirigía los ejércitos y sus miembros eran los mercaderes y agricultores más ricos. Para los nobles era motivo de orgullo descender de alguno de los grupos que desde el Altiplano Central habían llegado a Yucatán a fines del siglo X o de alguna familia de Mayapán. Landa decía que tenían “mucha cuenta con el saber el origen de sus linajes, especialmente si vienen de alguna casa de Mayapán;... y jáctanse mucho de los varones señalados que ha habido en sus linajes”.

    La prerrogativa económica más importante del batab y del halachuinic fue el uso de la fuerza de trabajo del yalbauinic o macegual, término náhuatl con que los españoles caracterizaron a esta otra clase social, la más numerosa. Esta hacía y reparaba las casas y las milpas de dichos personajes y servía en la guerra. Además tributaba maíz, gallinas miel y tejidos de algodón. Sus miembros eran los agricultores, artesanos, pescadores, etc. No se tienen evidencias de que tuvieran acceso a los cargos u oficios políticos y religiosos. Los esclavos eran, por lo general, los capturados en la guerra. A los nobles apresados se les sacrificaba. Según Landa, a los ladrones, aunque el hurto fuese de escasa cuantía eran hechos esclavos. Asimismo, lo eran quienes se casaban con una esclava o embarazaban a una de ellas. Se dedicaban a las actividades agrícolas más fatigosas, eran pescadores, trabajaban en las salinas y eran los cargadores de los mercaderes.

    Los mayas, con una tradición cultural construida a lo largo de varios milenios en un medio ambiente no favorable, al decir de innumerables investigadores, se convirtieron en verdaderos expertos de las características del suelo peninsular y de las variedades del maíz. En torno a estos conocimientos organizaron su sistema de milpa. Primero seleccionaban el terreno, lo desmontaban con hachas de pedernal, quemaban para posteriormente proceder a la siembra. Realizadas estas tareas, dividían la superficie de acuerdo al tipo de suelo. Una la destinaban al maíz, chile, frijol y calabaza, y la otra al algodón. En mayo sembraban el maíz y un mes después el algodón. Los milperos cargaban un taleguillo en el hombro en donde estaba la simiente, y con la ayuda del xul, un palo puntiagudo, hacían un hoyo en la tierra y depositaban la semilla. Sembraban hasta tres milpas. Complementaron la producción de la milpa con la del tancabal o huerto familiar, en donde sembraban árboles frutales, achiote, henequén y el balché de cuya corteza fabricaban su vino. Tenían gallos y gallinas, palomas, tórtolas y patos de los que, al decir de Landa, “se aprovechan de su pluma para tejer en sus vestidos, y también los comen, y es buena comida”.

    Efectuada la cosecha, el maíz, el chile, el frijol y la calabaza se almacenaban, y durante el transcurso del año se iba consumiendo. El algodón seguía un proceso distinto en manos de las indias. Le quitaban las pepitas y la basura, lo aplanaban hasta dejarlo como una tortilla sobre un petate para golpearlo con dos palos lisos para evitar que se deshiciese o se enredase. Después lo cortaban en tiras, lo hilaban y remojaban en agua. Seco el algodón era teñido con productos naturales. Concluidas estas tareas, la mujer procedía a la confección del tejido en un telar denominado de “cintura”, empleado en toda Mesoamérica. Utilizaban pelo de conejo y plumas de pato, quetzal y otros plumajes multicolores para dar vistosidad y elegancia a sus tejidos, los cuales se destinaban de manera generalizada a la vestimenta. También tuvieron una función ritual, pues un tipo de mantillas eran utilizadas para envolver a sus ídolos. Asimismo, la ropa de algodón se comerciaba en Ulúa y Tabasco, y con las mantas, eran productos tributados a la élite gobernante.

    Los recursos marinos de la península de Yucatán fueron ampliamente aprovechados por los mayas. Pescaban con anzuelos de concha o de cobre, redes, lanzas, arco y flechas. La nobleza era la poseedora de las canoas, hechas de cedro y caoba, y sus esclavos eran los pescadores. El pescado no consumido de manera inmediata, se salaba o secaba al sol. Las espinas de ciertos peces se utilizaban para los autosacrificios y los dientes para ofrendas o puntas de flechas. Las salinas se extendían a lo largo de la costa occidental y norte. La cosechaban durante la época de secas, y apilada en la orilla, le prendían fuego en los alrededores con el fin de que formara una dura capa y la lluvia no la penetrase. Loshalachuinicoob cuyas provincias tenían costas permitían que su población dependiente cosechara la sal a cambio de la entrega de una parte del producto. La apicultura era actividad importante. Conocían dos clases de abejas. Una la criaban en colmenas hechas con troncos de árboles huecos de donde extraían miel y cera negra. La otra clase de abeja era la silvestre.

    Cuando los barcos europeos comenzaron a merodear la península de Yucatán, la costa oriental y ríos de Belice, la costa sur de Campeche y la zona del lago de PeténItzá estaban en una fase de florecimiento sustentado en una intensa actividad mercantil. El comercio era una actividad ampliamente difundida entre los mayas yucatecos. Existían dos tipos de comerciantes. El ah ppolom o gran mercader y el ah ppolomyok o tratante que comerciaba de pueblo en pueblo. Conocían perfectamente los caminos y las rutas, y durante sus largas travesías se orientaban según la posición deXamanek o estrella polar. A través de Champotón comerciaban con los chontales y por Chetumal con dirección a Honduras con los itzaes, manchés y mopanes. El conocimiento de las rutas, integradas por tramos terrestres y marítimos, y de los lugares en donde resguardase de las inclemencias imprevistas, eran claves en el funcionamiento de esta actividad.

    El florecimiento económico y cultural alcanzado por los mayas de las costas se refleja en la importancia que alcanzó Chauac-ha. Ésta era, aparte de una capital política, un centro hacia el cual confluían los mercaderes de la alta nobleza hablante de mopán, chol, manché, chontal, itzá y, posiblemente, náhuatl. No fue una ciudad mercado. Allá esos personajes, aparte de realizar sus transacciones, intercambiaban ideas y se comunicaban con novedosas expresiones lingüísticas, transmitían sus costumbres, gustos, maneras y formas propias de su alcurnia. Los grandes mercaderes realizaban sus intercambios comerciales en Cachi, pueblo dependiente de Chauac-há. Allá concurrían los tratantes con sus caravanas transportando la producción excedente de los pueblos con el fin de intercambiarla con otras mercaderías. La miel, el copal, los esclavos y los ricos y exquisitos tejidos de algodón debieron ser entre otros, los artículos de mayor circulación y más codiciados por los ah ppolom.

Material tomado de: Breve historia de Yucatán. Quezada, Sergio. Fideicomiso Historia de las Américas
Serie Breves Historias de los Estados de la República Mexicana. EFE, Colegio de México, México, 2001. 288 págs.

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