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El enano de Uxmal

Anónimo

 

            Cuentan que en un pueblo cercano a la gran ciudad de Uxmal, vivía una vieja hechicera, sola, sin hijos, y que deseaba ardientemente tener uno, para que alegrara con sus risas infantiles su pobre choza.

            Cierto día, en su desesperación, tomó un huevo de gallina, lo envolvió en un paño y guardándolo en un rincón de la casa, esperó los resultados. El número de días que pasaron no llegó a contarlos, pero ¡Cuál no sería su sorpresa al notar que de aquel huevo había “nacido” un niño...! La vieja se hizo cargo de su crecimiento y educación, como si fuera su nieto; pero aquella extraña criatura, al cumplir los diez años, dejó de crecer, quedando corto de estatura.

            ¡Era enano!

            Hacía años que se decía entre los mayas que el que tocara en determinada forma el tunk’ul y el sakatan, llegaría a gobernar Uxmal.

            Un día en que la vieja salió al bosque a recoger leña, el enano curioso por saber el motivo del cuidado que aquella ponía en el fogón, lo removió y sacó del fondo un tunk’ul y un sakatan que allí estaba enterrado.

            Entonces, llenando de expectación el ánimo de las gentes, pues aquel toque era el de la antigua profecía.

            La vieja al oírlo, regresó presurosa del monte y reprendió severamente al enano que se disculpó diciendo que aquel sonido lo habían producido los pavos, que en ese momento se esponjaban orgullosos en el patio.

            Un grupo de guerreros condujo al enano a presencia del poderoso Rey de Uxmal, que se levantó indignado y lo retó a un original  torneo:

Gobernaría al pueblo, aquel de los dos, que pudiese resistir la quebradura de tres canastos de cocoyoles en la cabeza y además la aplicación de cien azotes.

            El enano aceptó el desafío, y entonces el rey ordenó que se construyera un gran tablado en el centro de la ciudad, para que todo el mundo pudiera contemplar el acto.

            La ciudad parecía de fiesta. Por todos lados se oían los gritos de los indios y los acordes rítmicos y armoniosos de la música maya.

            Al  presentarse los contendientes, la muchedumbre se agitó como si presintiera un acontecimiento que había de cambiar sus destinos.

            Antes de la prueba, el Rey formuló al enano ciertas preguntas difíciles de contestar, pero el enano las contestó con todo acierto y naturalidad.

            Fue cuando el rey, el gran Rey de Uxmal, sintió un miedo atroz y preso de infinita tristeza ordenó a sus vasallos:

            -“Primero el enano. Quebradle en su cabeza los tres canastos de cocoyoles”…

            El enano se sometió a la prueba y con pasmosa tranquilidad, sin que su rostro experimentara la más leve alteración, le fueron quebrados uno a uno, aquellos endurecidos frutos (la vieja le había construido un disco de pedernal que ocultó mañosamente entre los cabellos del enano).

            Después el Rey se sometió a la prueba, pero murió al tercer cocoyol que le fue quebrado en la real testa…

            Una nube de admiración cruzó sobre el pueblo de Uxmal, que proclamó sucesor al enano.

            -Ahora, ¿qué ordenáis majestad?

            Preguntaron los súbditos al nuevo monarca

            -“Construíd un hermoso palacio para que yo viva y otro para la vieja”.

            Entonces el pueblo uxmalano levantó dos edificios de granito, grabados con misteriosos jeroglíficos y que había de burlarse del tiempo y de los siglos llamados nohochpaal(niño grande) y xlabnah (casa de la vieja).

            Después de varios años la vieja murió, el enano se envileció y se volvió un tirano para su pueblo.

            Cierto día presentó a Uxmal para que adorara en lugar de los antiguos yumes de la raza, un dios de barro que resistía contra el fuego sin destruirse.

            Entonces el pueblo se sublevó contra él, lo asesinó y después abandonó los despojos de su antes floreciente capital.

            Cuentan que una maldición divina cayó sobre aquella parte del mayab, y que los indios jamás volvieron a habitar aquellos suntuosos palacios, que representa la sabiduría de los hombres que la construyeron. Ahora sirve únicamente para los científicos extranjeros y para el turismo internacional, que le han elegido para centro de enseñanza donde se ven las maravillas que dejaron sus antiguos pobladores.




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