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El amor hasta el sacrificio logra la fusión de dos razas enemigas
Xtakumbil Xunáan

 

Xtakumbil Xuunaán (el agua), hermosa y gentil doncella, hija del terrible Cháak (el rayo) y de la bella y dulce Zamná (rocío del cielo), fue requerida de amores por el joven apuesto y gallardo Tutul Xiu (el hombre).

            No estando conforme Zamná con estas relaciones obligó a su hija Xtakumbil Xuunáan a sustraerse a las miradas de su pretendiente, y al efecto, le buscó un escondite en las profundidades de la tierra, triste y desolada, Xtakumbil Xuunáan tuvo que ir a ocultar su singular belleza en un profundo abismo sin luz, abierto entre las duras rocas, a más de trescientas brazadas de profundidad, adonde no pueden llegar ni los rayos del sol, ni el más ligero rumor de la vida terrenal.

            Allí en aquel antro oscuro y silencioso, tiene Xtakumbil Xuunáan un gran palacio, cuyas bóvedas descansan sobre inmensas estalactitas, que producen fantásticos resplandores cuando son iluminados por la antorcha de algún atrevido explorador.

            Allí, en aquella soledad pavorosa, llora su destierro la bella Xtakumbil Xuunáan y entona sus melancólicas canciones, que expresan su infinita pasión.

            Hay en el fondo de aquel abismo siete estanques de agua potable uno de los cuales, al decir de los viajeros, tiene olas como el mar, y es preciso acercarse a él en silencio, porque al menor ruido el agua desaparece.

            Es la tímida Xtakumbil Xuunáan que se oculta a las miradas indiscretas de quienes no la saben comprender.

            Tutul Xiu, el vigoroso y ágil doncel, desesperado de no encontrar a su amada, se echó a buscar por todos lados, recorrió los valles y las montañas, exploró las cavernas, abrió sangrándose las manos el seno de la tierra, removiendo gigantescas rocas y desafiando toda suerte de peligros, hasta que cansado y jadeante, después de titánicos esfuerzos, bajó a las profundidades del abismo a robar a su amada, quien en recompensa le dio un beso ardiente y apasionado, en el que Tutul Xiu pudo apagar la infinita sed de amor que lo atormentaba.

            Xtakumbil Xuunáan, es el poético nombre de un cenote que hay en Balonchenticul. Esta portentosa obra de la naturaleza es una de las más bellas que hay en esta Península.




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