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  LA BLANCA CIUDAD DE MERIDA  


A quince años de iniciada la guerra de conquista de la península, el 6 de enero de 1542, se fundó la ciudad de Mérida sobre el cerro principal de la ciudad de Ichcaanzihó, donde Francisco de Montejo, el Mozo, estableció el Real durante casi un año.

Previamente un capitán enviado como avanzada a T-Hó a fin de apreciar las condiciones requeridas para establecer allí la ciudad capital española, había retornado e informado favorablemente. Se la consideró situada en ventaja por hallarse cerca de grandes concentraciones de población maya, además, las ruinas de los centros arqueológicos ofrecían fortificaciones naturales.

El poblado conquistado había venido a menos. Divisiones intestinas habían hecho emigrar a la mayoría de sus pobladores.

Cuando los soldados hispanos entraron a T-Hó en 1541 apenas si se mantenían enhiestas unas doscientas casas de palmas ocupadas por aproximadamente un millar de indígenas mal nutridos.

Consigna Molina Solís: "Era un lugarejo de indios mayas aposentados en chozas de paja y madera, junto a colosales ruinas y restos de algunos edificios en alto grado sorprendentes y bellos que coronaban agrestes cerros cubiertos de añeja arboleda".

Cumpliendo las instrucciones de su padre, el adelantado, Montejo, el joven, en su calidad de Teniente de Gobernador, Justicia Mayor, repartidor y capitán General, proveyó a Rodrigo Alvarez, escribano del juzgado, un auto por donde constase jurídicamente como fundaba, en nombre y para servicio del rey, la ciudad.

Nombre luego como primeros alcaldes de la población al capitan Gaspar Pacheco y Alonso de Reynoso y doce regidores. Se dio título de Alguacil Mayor de la ciudad a Cristóbal de San Martín. Determinándose que cada cuatro meses fuesen cuatro regidores los diputados de la urbe.

Cinco grandes cerros, levantados piedra a piedra por el hombre maya, romían la llanura y quebraban la perspectiva en el horizonte de la antigua Ichcaanzihó.

Sobre el mayor de ellos, provisto de más grandes edificios por ser el santuario principal, se aposentó con sus huestes Montejo el Mozo, durante un año antes de fundar la ciudad española que cortaría la secuencia de la antigua población indígena.

Se estableció la nueva ciudad, y el centro de la urbe se planificó en torno al cerro grande llamado Backluumchaan. De esta manera se iba estructurando dentro de los cauces que trataban de legalizar la ocupación hispana y para consolidarlo, porque los vecinos padecían incomodidad en las casas que habían tenido, juntándose el Cabildo el 29 de diciembre de ese año, pidieron a Francisco de Montejo que se les mandara dar traza de la ciudad donde edificaran sus aposentos. Respondió el solicitado que le placía y sacando un pergamino grande donde tenía dibujada la ciudad se lo entregó al Cabildo. En este pergamino venía señalado con el nombre de cada uno de los conquistadores el lugar donde se le había designado para edificar.

Montejo, buen observador, se había fijado que los vientos frescos de la tarde, procedentes del carcano mar aliviaban el calor predominante todo el año. Por tal, orientó sus manzanas de norte a sur, a fin de que esas corrientes aéreas atravesaran la urbe.

La construcción de la ciudad fue lenta y penosa porque se prefería el acondicionamiento de los soldados españoles, dejando para después las calles. Hasta las mujeres y niños mayas laboraron en esta ardua tarea. Como es de suponer las calles al principio no tuvieron aceras. Transitaban por ellas hombres a caballo, andrines y carros diversos. Las primeras escarpas se construyeron a principios del XVII, a pesar de que la Plaza Grande ya las tenía para el recreo dominical.

Para la planificación de la ciudad se había cumplido la recomendación del rey Carlos V a todos los colonizadores de las nuevas tierras de América, que fundasen urbes rectangulares que tuviesen como centro un cuadrado destinado a plaza principal, ubicando allí la iglesia y en lo demás lo que hubiere menester.

Al año justo de la fundación comenzó de demoler lentamente el cerro central que un año sirvió de fortaleza y habitaciones al joven Montejo y sus oficiales. Con el abundante material, rico en piedras, se construyeron los muros de las primeras casas solariegas, y la cimentación de la Catedral.

La Plaza Grande de Mérida fue el centro de interés y de reunión de la población española durante una centuria. Sólo la circundaban tres calles, porque al lado poniente lo rebasaba la plataforma del cerro. Hacia 1556 inicióse la edificación de la Catedral que concluyó en 1598. en 1549 habíase terminado la Casa de Montejo; el monasterio de las Monjas Concepcionistas fue inaugurado en 1596. El Palacio Episcopal, que fue sede del Obispado, comenzóse a edificar en 1580; ya existían las casas reales sin fecha precisa de su erección.




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