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1En la escritura de las voces mayas se ha utilizado el Alfabeto aprobado oficialmente en agosto 1984 por la Comisión de Difusión del Alfabeto Maya.

2 El estudio en cuestión analiza el sistema de representaciones y prácticas sociales -de la mujer y del varón- ante las complicaciones del ciclo reproductivo, especialmente las referidas al embarazo, nacimiento y periodo puerperal; y de manera paralela la trayectoria de atención médica adoptada; es decir, los mecanismos de interacción de los servicios alopáticos de salud (oficiales, privados y corporativos) y los populares, representados por parteras o comadronas, curanderos y sobadoras.

3 Para un mayor análisis de esta tendencia puede véanse Annelise Favier, “Parto y tradición”, en Capitalismo y vida rural en Yucatán, (Yucatán: Universidad Autónoma de Yucatán, 1984), pp. 245-252; Brigitte Jordan, Birth in Four Cultures: a cross-cultural investiga¬tion of childbirt in Yucatan, Holland, Sweden, and the United States. (United States of America: Waveland Press, Inc., 1993); Richardson, Mary R. (1995). “Concebir, alumbrar, educar: algunos aspectos de la vida reproductiva de las mujeres del Yucatán rural” en Género y cambio social en Yucatán, Luis Ramírez Carrillo editor, (Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán, 1995), pp. 183-234; Marcia Good Maust, (1995). "Chilbirth and conversations in Merida, Yucatan" (tesis de maestría, Univer¬sity of Florida, 1995); Miguel Güémez Pineda, “De comadronas a promotoras de salud y planificación familiar: El proceso de incorporación de las parteras empíricas yucatecas al sistema institucional de salud”, en Cambio cultural y resocialización en Yucatán, Esteban Krotz, coordinador (Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán, 1997), pp.117-147.

4 Véanse entre otros los trabajos de María Teresa Quiñones “Maternidad y vida cotidiana en las mujeres campesinas” (tesis de licenciatura Antropológicas, Universidad Autónoma de Yucatán, 1990); Martha Ramírez, “Dinámica y conceptos sobre la salud-enfermedad en Ticul Yucatán (tesis de licenciatura, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1980); Favier, “Parto y tradición”, pp. 245-252; Miguel Güémez Pineda, “Estado actual de las prácticas médicas tradicionales en Pustunich, Yucatán” (tesis de licenciatura, Universidad de Yucatán, 1984); María Guadalupe Guzmán, “Salud y enfermedad en la comunidad maya de Pustunich. Concepciones de la salud y enfermedad en una comunidad campesina de Yucatán” (tesis de Maestría, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1992).

5 Güémez Pineda, “De comadronas a promotoras de salud y planificación familiar”, pp. 117-147.

6 Los mayas yucatecos, como otros grupos indígenas en México, superan la media nacional mexicana en cuanto a tasas de fecundidad, natalidad o morbimortalidad materno-infantil. Cabe señalar que algunos fenómenos influyen de manera particular son la crisis económica y la falta de servicios de salud entre otros.

7En 1995 cerca de 60.2% solamente habla español. Conteo General de Población y Vivienda. Yucatán, 1995,  (México: Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 1996).

8Conteo General de Población y Vivienda. Yucatán, 1995,  (México: Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 1996).

9 Las comadronas del Puerto hacían llegar con felicidad el viaje de las cigüeñas. En aquel entonces, los médicos delegaban la difícil acción de las comadronas. Cobraban 10 o 20 pesos para abrir las puertas a una nueva vida.” Por Esto (mayo 22 de 1999), pág. 6.

10 Así, por ejemplo, existe un largo debate acerca de la historia del sistema humoral en América Latina aún no resuelto. Según este sistema de clasificación las plantas medicinales, entre otros elementos, se ubican bajo uno de los cuatro humores: frío o caliente, húmedo y seco, etc. Por un lado se arguye que esta práctica ha sido traída desde España con la conquista. La polémica sobre la dicotomía frío-calor véase en Alfredo López Austin, López Austin, Alfredo (1980) Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, 2 tomos, Serie Antropológica 39. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1980), pp. 303 y ss. Por otra parte, se argumenta que ya existía un sistema dual en dos categorías: fría o caliente, húmeda o seca en el sistema precolombino, al menos entre los nahuas y otros grupos de Mesoamérica. Véase Denise Arnold y Juan de Dios Yapita (1999) Vocabulario aymara del parto y la vida reproductiva de la mujer, Bolivia: Instituto de Lengua y Cultura Aymara y Family Care International, 1999).

11 George Foster, “Folklore y costumbres del embarazo, nacimiento e infancia” en La antropología médica en España, Michael Kenny y Jesús De Miguel editores, (Barcelona: Ed. Anagrama, 1980), pp. 249-265.

12 En 1901 la sección de Ciencias Morales del Ateneo realizó en la provincia española una encuesta sobre las costumbres populares en torno al nacimiento, el matrimonio y la muerte. De los resultados se publicaron varios estudios entre los cuales destacan el de Antonio Limón Delgado y Eulalia Castellote “La medicina popular en torno al embarazo y el parto a principios de siglo” y el George M. Foster, “Folklore y costumbres del embarazo, nacimiento e infancia”, en La antropología médica en España.

13 Se cree que la insatisfacción de los antojos pueden acarrear desgracias a la mujer embarazada: abortos o que el feto nazca muerto con la boca abierta, deformidades físicas del bebé, o partos más complicados y dolorosos. Parecen ser universales los deseos incontenibles de comer algo en todas las mujeres embarazadas, ya que aparecen mencionados en el idioma maya yucateco. Cristina Álvarez, Diccionario etnolingüístico del idioma maya yucateco colonial, 3 tomos, (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1997), III, p. 80. Sin embargo, la tipología de los antojos de la embarazada no siempre coincide con la de los deseos. También puede tratarse de aborrecimientos tanto de personas como de alimentos, bebidas u otros objetos.

14 Estas predicciones están mayormente relacionadas con las actividades y la apariencia de la embarazada: que la mujer tenga un vientre grande y acentuado; que su vientre se abulte más hacia la derecha que hacia la izquierda. Se piensa en un hijo varón: si la barriga de la embarazada es más sobresaliente y es cónica, es decir “de punta” y en una niña: cuando la barriga chica y redonda. En algunos lugares se cree que la luna influye en el sexo, etcétera.

15 La voz “pares” se define: “En las preñadas. Véase placenta.” “Término anatómico. Masa carnosa y esponjosa, que se forma y congela en vientre de la mujer preñada, de donde nace la cuerda umbilical, por la cual está unida y atada al feto. Divídese en dos partes iguales por cuyo motivo en el uso común de hablar se llaman pares.” Diccionario de Autoridades, 3 tomos, (Madrid: Ediciones Gredos, 1990), II, pp.116, 286.

16 Arnold y Yapita, Vocabulario aymara del parto.

17 De hecho son pocos los adultos, sobre todo mujeres, que a través de la escuela han estado en contacto con la teoría occidental del cuerpo humano. Algunos han visto en los libros de texto las ilustraciones que representan algunas de sus partes, por ejemplo el sistema circulatorio o el esqueleto. Las parteras, por ejemplo, se han ido enterando del sistema reproductor femenino y masculino a través de los cursos de capacitación que reciben del sector salud mexicano. En un curso a parteras yucatecas de la zona henequenera al cual asistí en 1998 se les pidió que dibujaran los ovarios y la matriz. La mayoría los representaron mediante círculos con uno o dos puntos al centro o figuras de las formas más variadas.

18 Antonella Fagetti, Tentzonhuehue: el simbolismo del cuerpo y la naturaleza, (México: Plaza y Valdés Editores, 1998).

19 La importancia atribuida al “corazón” no material se percibe en la terminología que cubre los campos de vitalidad, afección, memoria, voluntad, emoción, etc. A raíz de este vocablo se derivan inumerables estados físicos y emocionales: sa’atal óol, extraviar la memoria; ok’om óol para denotar tristeza, melancolía; ki’imak óol, alegría, regocijo; yaj óol, preocupación o depresión; jáak’ óol, susto o sobresalto; ma’ óol, desgano, decaimiento; ko’ óol, exitación; lep’ óol, ánimo, animación; etcétera.

20 Las categorías genéricas se designan con xiib para el varón. Xiibil refiere a la masculinidad. Ch’uup o ko’olel son los términos para la mujer; ch’uupil hace referencia a la femeneidad; de donde derivan xi’ipal “niño”, “muchacho” y xch’úupal “niña”, “muchacha.”

21 Con esto no quiero señalar que en otros grupos sociales la capacidad de procrear no tenga un valor. De hecho la procreación es uno de los roles social y culturalmente esperados. Para un mayor acercamiento a la esterilidad femenina, desde la perspectiva del padecer. Véase Elena Castañeda, “Bendito sea el fruto de tu vientre. Representaciones y prácticas de mujeres con diagnóstico de esterilidad en la ruta del padecer” (tesis de maestría, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 1998).

22 Mary L. Elmendorf, La mujer maya y el cambio, (México: SepSetentas, 1973).

23 Mario H. Ruz, “El cuerpo: miradas etnológicas”, en Para comprender la subjetividad: investigación cualitativa en la salud reproductiva y sexualidad, Ivonne Szasz y Susana Lerner editores, (México: El Colegio de México, 1996) pp. 89-136.

24 Cabeza en maya yucateco se denomina pool o jo’ol y las partes que la conforman: ich, ojo; neenil ich; pupila; sóol ich, literalmente “la cáscara o cubierta del ojo, para párpado; mojton, ceja; ni’, naríz; jool ni’, fosas nasales; chi’, boca; aak’, lengua; koj, diente; booxel chi’, labio; máatsab, pestañas; xikin, oreja; le’ xikin, lóbulo; p’u’uk, mejilla; táan, frente; tso’otsel, cabellos; kaal, garganta; no’och o barbilla; etc. La importancia otorgada a la cabeza y sus partes entre los mayas tojolab’ales muestra la idea de autoridad y nobleza, según se desprende de algunos vocablos.. [Ruz, “El cuerpo: miradas etnológicas”, pp. 89-136. Por su parte, los mayas yucatecos emplean la expresión u poolil que equivale a decir “el o la cabecilla”, es decir la cabeza, origen o promotor de alguna cosa o acción

25 Ruz, “El cuerpo: miradas etnológicas” pp. 89-136.

26 En virtud de que en maya yucateco no existe el artículo, el prefijo posesivo u, de la tercera persona del singular, lo sustituye.

27 Alfonso Villa Rojas, “La imagen del cuerpo humano según los mayas de Yucatán” en Anales de Antropología, (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1980) pp. 31-46.

28 Ibin era el vocablo maya para denominar a la tela o red o las pares o parias en que nace envuelta la criatura. Ibinil Pares o secundinas 3. Ibnel 1 tela o red o las pares o parias en que nace envuelta la criatura 9. pares, placenta, cordón umbilical. Ibnil. Empero, estos términos no son conocidos hoy día. Véase Alfredo Barrera Vásquez et al., Diccionario Maya Cordemex (Mérida: Ediciones Cordemex, 1980), p. 261.

29 Favier, “Parto y tradición”, pp. 245-252.

30 Villa Rojas, “La imagen del cuerpo humano según los mayas de Yucatán”, pp. 31-46.

31 Henry Rubinstein, La medicina del dolor, (Madrid: Alianza Editorial, 1990).

32 Rubinstein identifica tres niveles de la estructura del lenguaje del dolor: a) la expresión (da cuenta de la relación del enfermo con el dolor mediante la queja, el grito, el llanto ); b) la comunicación (es decir, la relación que establece el enfermo con su entorno social para describir su dolor) y la simbolización (cuando el dolor se transforma en concepto y el sujeto inscribe dicho dolor en la representación de su propia historia). Véase Rubinstein, La medicina del dolor.

33 De t’óot: esparcir, esparcido y k’i’inan: latir con dolor.

34 Para una mejor explicación de los conceptos de los “aires” y sus causas, véanse Irving Press, Tradition-Adaptation. Life in a Modern Yucatan Maya Village, (Connecticut: Greenwood Press, 1975); Robert Redfield, A Village that Choose Progress. Chan Kom Revisited, (Chicago: University of Chicago Press, 1970).

35 De tak’an: maduro, cocido y yaj: dolor. Parte del cuerpo, incluso interna, adolorida que se intensifica al tocarla.

36 De mukul, enterrado, escondido y k’i’inan, dolor intenso, doler.

37 En virtud del uso reiterado del discurso del dolor, en sus diversas acepciones, al narrar las mujeres sus malestares y complicaciones durante el embarazo y parto (en el trabajo de campo), decidí darle un tratamiento aparte. Debe señalarse que dada la complejidad que representa el análisis del dolor moral y las depresiones y desganos vitales: chi’ichnak, t’ona’an, xma’-óol, mina’an u yóol, yaj óol, entre otros, opté por no incluirlo por ahora.

38 En este trabajo no abundaré sobre la extensa patología corporal en maya yucateco como tampoco a los vocablos específicos que hacen referencia a tal o cual enfermedad, pues uno de los objetivos de una investigación más amplia que actualmente estoy realizando es el análisis de las representaciones de la mujer y del varón de las patologías y complicaciones asociadas al ciclo reproductivo. Algunos de los riesgos y complicaciones detectados durante el embarazo en la localidad de Tzucacab son hemorragias, flujos, amenazas de aborto, pre-eclampsia, eclampsia, la edad por sí misma como factor de riesgo, el consumo de determinados alimentos como factor de riesgo, placenta previa, la conducta del varón como factor de riesgo, la desnutrición materna, aves de malagüero, el maltrato, los sueños, “el mal aire”, el trabajo excesivo, los accidentes domésticos, etcétera.

39 En el maya yucateco colonial las funciones fisiológicas femeninas de menstruación, gestación y parto estaban relacionadas con las fases de la luna; u [uj] significa “luna” y “menstruación.” En las siguientes expresiones se muestra su función fisiológica relacionada con la luna: hul-a u-an ti kik [ula’an ti’ k’i’ik’]: /venir lunación de sangre/ Regla o costumbre de mujer. La forma ya’om [yo’om] es la que generalmente se emplea para mencionar la preñez de la mujer; es bien claro que cuando la mujer está embarazada también está próxima a parir, así es que por asociación de ideas encontramos ligados los conceptos de preñez y parto. Véase Alvarez, Diccionario etnolingüístico del idioma maya yucateco colonial, III, pp. 75, 79.

40 Para una descripción más detallada de los significados etimológicos o metafóricos del semen véase Barrera Vásquez et al, Diccionario Maya Cordemex. Hi’nah [i’inaj]: semilla, simiente de la generación; hoy [joy]: semen viril; ilmah winikil [imaj wíinikil], gozarse la vida, semen; k’asal: regiones pudentas, licor seminal, vergüenzas de varón o mujer, polución, inmundicia, esperma, semen; k’ik’el [k’i’ik’el]: semen viril o la substancia y fuerza de cualquier animal; k’oy: semen viril y fecundante de los animales, licor seminal de varón; lel: semen humano, masculino y femenino; mehen [mejen]: metafóricamente semen viril; sim: por metáfora semen viril, literalmente “moco”; xex: la pura sustancia seminal sin la cual queda el hombre desainado, desalterado. El único término que refiere exclusivamente al semen femenino es luul [lúul]: baba, literalmente, semen de las mujeres, simiente de mujer, licor seminal de la mujer.

41 Ton [toon] significa “miembro viril, vergüenzas de varón, miembro sexual del hombre; turma de animal; en tanto que tonil [toonil] hacen referencia a la virilidad; a la cualidad de ser macho, varón, masculino.” Véase Barrera Vázquez, et al. Diccionario Maya Cordemex, pág. 806.

42 Véase Barrera Vázquez et al., Diccionario Maya Cordemex, pág. 941.

43 Véase Richardson, “Concebir, alumbrar, educar”, pag. 199.

44 Véase Güémez Pineda, “De comadronas a promotoras de salud y planificación familiar”, pp. 117-147.

45 Allan Burns, “La ciudad de Mérida, Yucatán: adaptación y transformación de los mayas contemporáneos en el espacio urbano”, en Actas Latinoamericanas de Varsovia (Varsovia: Universidad de Varsovia, 1993), pp. 71-84.

46 Marcia Good “Parteras en Mérida. Una alternativa a la cesárea innecesaria” en Revista Salud Problema 2:2 (1997), pp. 21-33.

47 Traje talar de las indígenas mayas y mestizas de Yucatán, ancho y cuadrado, cuello rectangular y sin mangas, por lo general blanco, con adornos policromos bordados a máquina o en punto de cruz (xookbil-chuuy) alrededor del cuello y en el borde inferior de la prenda. En ocasiones se usa tambien el piik o fustán.

48 Richardson, “Concebir, alumbrar, educar”, pp. 183-234.

49 Elmendorf, La mujer maya y el cambio.

50 Proviene del vocablo chu’uch: chupar o mamar, amamantar. En español yucateco se emplea la expresión “dar chuchu’”, por dar la teta o lactar y, en consecuencia denominan chuchu’ a los senos o tetas.

51 Guazuma ulmifolia, Lam. Árbol de la familia de las esterculáceas.

52 Se refiere a los troncos de madera ahorquetados que soportan la estructura de los techos de las casas de paja en la península yucateca.

53 Diego de Landa menciona que la partera acostumbraba colocar bajo el lecho de la parturienta un idolillo de la diosa Ix Ch’el que, según los mayas, era “la diosa de hacer niños.” Véase Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, (México: Editorial Porrúa, 1973), pág. 58.

54 En la actualidad, la gran mayoría de los mestizos e indígenas mayas peninsulares nacen, crecen, se reproducen y mueren en hamacas. Véanse Roberto Campos, “Hamacas erotismo y medicina: una visión antropológica”, en Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán (en prensa); Alfonso Villa Rojas, Estudios etnológicos. Los mayas, (México: Universidad Nacional Autónoma de México. México, 1985) pág. 164; Jordan, Birth in Four Cultures: a cross-cultural investiga¬tion of childbirt in Yucatan.

55 Favier, “Parto y tradición”, pp. 245-252.

56 Para ampliar estos aspectos véase el Capítulo “Buscando la forma” de Jordan, Birth in Four Cultures. Las posiciones para dar a luz han sido motivo de controversias entre médicos y parteras. La postura defendida por los médicos del siglo XIX era la horizontal, pues consideraban que las otras eran producto de la ignorancia. Parir en cuclillas era una costumbre deleznable entre las indias del pueblo mexicano y del parto en silla opinaban que era una postura falsa, inconveniente y peligrosa. Véase Dávalos, Marcela “Párrocos y médicos en torno a las parturientas: un siglo en contra de las comadronas”, en Dimensión Antropológica 5: 13 (1998). Esta controversia aún continúa entre comadronas y médicos alópatas Güémez Pineda, “De comadronas a promotoras de salud y planificación familiar”, pp. 117-147.

57 Favier, “Parto y tradición”, p. 249.

58 Naolí Vinaver, “Una partera mexicana: mi pasión por la vida y el trabajo” La Jornada, (13 de junio de 1998), Suplemento cultural.

59 Una de estas técnicas de analgesia locorregional es la epidural que se coloca con una dilatación del cuello uterino de 3 a 4 centímetros y permitiendo la conservación del tono y del control muscular y al mismo tiempo la desaparición del dolor; de manera que cuando lleguen las contracciones la mujer pueda (em)pujar.

60 En la Biblia, por ejemplo, Eva fue la responsable del pecado original que ha de pesar hasta el día del juicio final, donde se puede ver cómo este mito bíblico está relacionado con la explicación del dolor del parto. Véase Oliva López Sánchez Enfermas, mentirosas y temperamentales. La concepción médica del cuerpo femenino durante la segunda mitad del siglo XIX en México (México: Plaza y Valdés, 1998), pág. 135.

61 Hilaria Máas Collí, “Transmisión cultural, Chemax, Yucatán. Un enfoque etnográfico” (tesis de licenciatura, Universidad de Yucatán, 1983).

62 Las intervenciones quirúrgicas practicadas en la mujer han tenido en los últimos años un marcado crecimiento. En Tzucacab, las tasas de cesáreas se han ido incrementando año con año. Para 1993 la tasa ascendió a 27.7% y la tendencia en los siguientes años es al incremento, cuando la Organización Mundial de la Salud estima que lo “normal” debe fluctuar entre un 10 y 15%. En el 31.1% de los casos se practicó la episiotomía para facilitar el paso del bebé por el canal vaginal; el 25.8% correspondió a las ligaduras de trompas (OTBs) y el 26.7% a las inserciones de dispositivos intrauterinos (DIUs). Aunque en mucho menor proporción las vasectomías también van en aumento en Tzucacab. Miguel Güémez Pineda, “Informe de investigación”, 1998.




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