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Presentación
  de hombres y huracanes



 
 

No es extraño que la palabra huracán venga del Caribe. Esta zona geográfica, nuestra zona, tiene como parte intrínseca de sus ciclos naturales la presencia anual de estos meteoros. El huracán caribeño, xaway, chak’ik o moson para los mayas peninsulares, aunque debería estar asimilado a nuestra cultura, sigue sorprendiéndonos.

    La presencia reciente del huracán Isidoro en Yucatán, en septiembre de 2002, es una muestra clara de lo poco que puede hacer el hombre cuando la naturaleza se desata con violencia.

    Entre los muchos elementos por los que es importante reflexionar en torno del huracán Isidoro, quisiera destacar dos. El primero es nuestra tendencia a tomar la naturaleza como algo dado, fijo, olvidando que la verdadera larga duración está en los ciclos naturales, más que en los sociales. Un ejemplo de ello es el haber tomado nuestra línea de costa como algo inamovible, lo que ha llevado a perder playas y poner en peligro kilómetros de construcciones conforme el mar se adentra o se aleja de la tierra con un ritmo de siglos, y los huracanes, cada cierto número de años, se vuelven poderosos y con derroteros poco predecibles. Esto hace costoso y antiestético el disfrute y aprovechamiento del mar. Reconocer el poder del huracán es quizás una de las razones por la que los mayas no desarrollaron grandes centros urbanos en las costas yucatecas.

    El segundo aspecto, sobre el que debemos reflexionar, es que el huracán Isidoro, en esas pocas horas en las que sopló con fuerza sobre Yucatán, levantó el techo del gran teatro de la sociedad yucateca y nos mostró la miseria histórica, acumulada por décadas, de los segmentos más pobres de ella. Isidoro no sólo levantó 100,000 techos sino también la cortina que hacía poco visible y borrosa la pobreza de la mitad de los habitantes de Yucatán, que quedó plenamente a la vista.

    Conscientes de la gravedad del fenómeno y de la tesitura inusual que introdujo en las relaciones sociales y las estructuras de poder locales, consideramos que la Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán, tenía como un deber dejar constancia y testimonio de lo ocurrido antes de que el tiempo lo apagara. Encontramos también que era necesario tratar de agrupar la opinión de la comunidad científica y los primeros hallazgos que ésta pudiera obtener y ponerlos a disposición de un público mayor a la brevedad posible, mientras esperamos los productos académicos más amplios que vendrán con el paso de los años.

    La Revista lanzó una convocatoria a la comunidad científica y ésta respondió con seriedad y de manera más profusa de lo previsto desde diversas disciplinas, facultades y centros de investigación. Tratamos de recoger testimonios y análisis científicos, reflexiones e incluso hipótesis. El resultado queda agrupado en dos números especiales de la Revista. En este primer número se ubican aquellos trabajos que, moviéndose de manera muy laxa en el hemisferio de las ciencias sociales, nos muestran las respuestas de la sociedad y del gobierno ante la presencia del huracán. Se trata de una decena de artículos que van desde la historia de los huracanes y sus impactos a nivel de organización social, hasta lo que pasa en las pequeñas comunidades una vez que comienza el proceso de reconstrucción. Aunque incompleto, creo que se muestra un mosaico variado y rico de las reacciones sociales ante el meteoro, mostrando una faceta poco común de la relación sociedad-naturaleza en Yucatán. En el siguiente número, la Revista agrupará los artículos vinculados a las ciencias naturales.



Material publicado en: La Revista de la Univesidad Autónoma de Yucatán, Cuarto trimestre del 2002, Volumen 17, No. 223, ISNN 0186-0180

Profesor investigador de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguchi" de la UADY”Regresar







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