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La organización política de los mayas yucatecos, siglos XI-XVI

Sergio Quezada


 

El templo de Kukulkán, Chichén Itzá, Yucatán

El templo de Kukulkán, Chichén Itzá, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez

 

Las noticias escritas que informan acerca de la organización política de los mayas yucatecos se remontan al siglo X de nuestra era. En particular aparecen asociados a los grandes eventos políticos que dejaron profunda huella en la memoria de la élite indígena. Aunque son escuetas, confusas y contradictorias, a partir de ellas es posible dibujar una imagen borrosa de sus entidades gubernamentales desde finales del Clásico.

    A pesar de estas limitaciones, las fuentes históricas permiten establecer que, desde finales del Clásico, la organización política gubernamental maya transitó por etapas de gradual complejidad asociada a los grupos conquistadores procedentes del Altiplano mexicano que, durante el transcurso de la segunda mitad del siglo X, se hicieron presentes en la península de Yucatán.

    Según la tradición indígena recogida en los libros del Chilam Balam hacia 968-987 d.C. los Itzá conquistaron Chichén Itzá y allá se establecieron definitivamente. Más tarde, entre 987-1007 d.C. los Xiu irrumpieron en la península y ocuparon Uxmal, y finalmente llegaron los Cocom y sentaron sus reales en Mayapán poco tiempo después. Desde luego, la presencia de estos grupos trajo como consecuencia que a partir del siglo XI la sociedad maya quedara bajo su control y que dichos asentamientos se erigieran como los centros político-administrativos regentes de la vida política de los yucatecos.

    Sin embargo, Chichén Itzá comenzó a expandir sus territorios por medio de la conquista, y aunque es difícil establecer la fronteras que alcanzaron sus dominios, según las fuentes históricas su influencia se extendió hasta Chiapas y Guatemala. Investigaciones arqueológicas recientes sugieren que, en realidad, su área de influencia fue más restringida, pues en su proceso conquistador encontró resistencias y no pudo dominar la región que abarcaba desde Yaxuná hasta Cobá. De todas maneras, el ímpetu conquistador de Chichén Itzá fue vertiginoso, y para mediados del siglo XI ya se había convertido en el centro político de primer orden de un vasto territorio y en la sede del ah tepal o soberano.

El templo de Kukulkán, Chichén Itzá, Yucatán

El templo de Kukulkán, Chichén Itzá, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez

    La consolidación de Chichén Itzá como centro político y la aparición del ah tepal significó la creación de una estructura política compleja para gobernar sus dominios, en otras palabras un tipo de organización estatal debió surgir en gran parte de la península de Yucatán. Posiblemente, como parte de la formación de esta estructura, personajes de la élite maya fueron promovidos a posiciones políticas superiores. La fidelidad de los conquistadores debió desempeñar un papel crucial para que estos funcionarios continuaran en el ejercicio del poder y para que los recién promovidos a rangos más altos pudieran mantenerlo.

    Además, el acopio de grandes volúmenes de tributos debió influir para que la organización administrativa fuera compleja, y se impusiera a la población un funcionariado capaz de contabilizar la recaudación de los tributos y organizar la fuerza de trabajo de la población sujeta.

    Asimismo, la organización social de Chichén Itzá adquirió un carácter marcadamente castrense, pues surgieron las órdenes militares. También fueran impuestas al panteón yucateco nuevas deidades como Tezcatlipoca, Tláloc, Chicomecoatl, entre otras, y con ellas surgieron novedosos ritos en el panorama religioso de la península. Sin lugar a dudas, la ceremonia religiosa que mayor esplendor adquirió fue el culto a Kukulcán. Paralelamente el aparato sacerdotal debió sufrir un proceso de gradual complejidad.

    A mediados del siglo XIII el apogeo de Chichén Itzá llegó a su fin, pues los conflictos entre Chac Xib Chac, su soberano, y Hunac Ceel, gran señor de Mayapán, inauguraron un período de guerras intestinas que trajeron como resultado la caída de Chichén y su virtual declinación. De una u otra manera, a partir de la segunda mitad de ese siglo entró en un proceso acelerado de decadencia y Mayapán comenzó a surgir como la nueva capital del norte de la península de Yucatán.

El Anexo Este, Chichén Itzá, Yucatán

El Anexo Este, Chichén Itzá, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez

    La consolidación de Mayapán como nueva capital trajo consigo cambios y redefiniciones espaciales, religiosas y políticas. A diferencia de Chichén Itzá su esfera de influencia se circunscribió al noroeste de la península de Yucatán. En el ámbito religioso continuaron los ritos a Kukulcán, pero éstos no alcanzaron el gran esplendor que habían adquirido un siglo antes. Es más, arquitectónicamente resultó una pobre reproducción de Chichén.

    Asimismo, en contraste con Chichén Itzá que había sido la sede de un soberano, Mayapán sólo pudo constituirse en el lugar de residencia de un gobierno confederado, forma de organización que debió representar una verdadera innovación en la historia política maya, pues dada su naturaleza un conjunto de alianzas y de sometimientos se debieron establecer entre los señores que la constituyeron.

Las Mil Columnas, Chichén Itzá, Yucatán

Las Mil Columnas, Chichén Itzá, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez

    En esta confederación participó un conjunto de señores, cuya identificación sólo es posible a través de los linajes a los cuales pertenecían. En Mayapán, residencia original de los Cocom, se establecieron los Xiu, los Chel, los Tzeh, los Canul, los Cupul y, posiblemente, los Iuit, los Pech y los Cochuah. Aparentemente un señor Cocom jugó un papel dominante en esta organización política, pero sin lograr concentrar el poder.

    A pesar de los evidentes contrastes con Chichén Itzá, a partir de la segunda mitad del siglo XIII desde Mayapán se comenzaron a regir los destinos políticos, administrativos y religiosos del noroeste de la península de Yucatán. Un conjunto de innovaciones de índole político-administrativa fue diseñado para poder mantener el control del territorio. Uno fue que los señores integrantes del gobierno confederado redefinieron sus zonas de influencia. Fray Diego de Landa decía a este respecto: "entre [los señores se]... repartieron la tierra dando pueblos a cada uno conforme a la antigüedad de su linaje y ser de su persona."

    Asimismo, como la élite gobernante residía en Mayapán, se encomendó a un personaje denominado caluac la función de administrar sus excedentes tributarios. Además, para gobernar a cada uno de sus pueblos comenzaron a delegarse responsabilidades políticas, judiciales, administrativas y aun religiosas al batab. Poco se sabe respecto a los lazos que existía entre este personaje y la élite residente en Mayapán, pero la pertenencia a un mismo linaje debió jugar un papel decisivo en su designación.

Incensario de Chaac, dios de la lluvia

Incensario de Chaac, dios de la lluvia
Fotografía de Marco Antonio Pacheco


    A mediados del siglo XV, a raíz de las pugnas entre los Xiu y los Cocom, Mayapán fue destruida y el gobierno confederado se desintegró. Con este suceso se generó un vacío de poder, es decir la élite fue incapaz de conformar una nueva estructura política que los centralizara; y cada señor, según la tradición indígena recogida por Landa, fue "yéndose... a su tierra", y desde su capital comenzó a regirla con el título de halach uinic o gran señor. Los mayas llamaron a esta nueva entidad cuuchcabal y los españoles, "provincia".

    La caída de Mayapán inauguró una etapa de incertidumbre política en el mundo maya yucateco. Esta situación propició que un sinnúmero de bataboob o caciques con sus respectivos pueblos permanecieran independientes de las capitales indígenas. La historia de estos personajes y de las unidades que conformaron es obscura, pero es posible que muchos de ellos hayan pasado a la condición de dependientes de alguna de las capitales mediante alianzas de carácter político o matrimonial. Los menos poderosos posiblemente fueron anexados o simplemente conquistados. De una u otra manera, durante el último siglo de vida prehispánica la presencia de estos bataboob autónomos fue importante en el territorio peninsular.

Mascarón del dios Chaac, Mayapán, Yucatán

Mascarón del dios Chaac, Mayapán, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez


    Un grupo estaba asentado en el rincón noroccidental de la península de Yucatán, en una región denominada Chakán (sabana). Otro se encontraba en el norte en una área conocida como Chikinchel (monte oriental). El tercero estaba al sur de la península en un territorio conocido como el Cehache (tierra de venados). Finalmente, el cuarto conjunto de bataboob independientes estaba en las márgenes del río Dzuluinicoob o Nuevo, al sur de la provincia indígena de Chetumal y al este de los mayas itzá del Petén, o sea en la parte norte y central del actual Belice.

    La estructura del cuuchcabal o provincia constaba de tres niveles. El primero era el cuchteel o parcialidad, y se le identificaba por un topónimo. Estaba integrado por un conjunto de casas que agrupaban cada una hasta seis jefes de familia con sus respectivas proles. Una descripción de finales de la primera del siglo XVI decía: "en esta tierra [de Yucatán] apenas hay una casa que tenga solamente un vecino, sino cada casa tiene dos, tres, cuatro, seis y algunas más, y entre ellos hay un padre de familia, que es el principal de la casa."

    Desde sus parcialidades las familias se desplazaban a las milpas. Aunque no se conoce con exactitud el régimen de tenencia de la tierra, ésta fue comunal, y las unidades familiares, por el hecho de pertenecer al cuchteel, tuvieron el derecho de usufructuarla. El indígena maya, al tiempo en que se iniciaba el ciclo agrícola, escogía un terreno que no estuviese previamente marcado por otro y le ponía una señal para identificar que ya había sido seleccionado y por lo tanto ocupado. Fray Diego de Landa decía: "Las tierras, por ahora, son de común y así el que primero las ocupa las posee."

    Una vez que el indígena maya había seleccionado el terreno lo mensuraba. La superficie que cada jefe de familia determinaba para cultivar sus milpas estaba en función de tres criterios. Primero por las necesidades de consumo, segundo por la cantidad de fuerza de trabajo que cada casa albergase en su seno y tercero por sus obligaciones tributarias.

El templo redondo, Mayapán, Yucatán

El templo redondo, Mayapán, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez


    La parcialidad era una unidad administrativa encargada de proveer fuerza de trabajo y productos a la élite. Era también una entidad militar, pues era el sustento de la organización de los ejércitos en tiempo de guerra. Asimismo, fue una institución política en tanto los jefes de las familias nombraban a una persona denominada ah kul. Este representaba sus intereses ante los gobernantes. Landa decía que los ah kuloob eran personajes "muy obedecidos y estimados" y su palabra era escuchada cuando el batab impartía justicia.

    El batab, como personaje central de este segundo nivel, asumía la función de unir a su población sujeta con la capital de la cual dependía. Él recibía y usufructuaba parte de los excedentes tributarios de fuerza de trabajo y productos, y convocaba a la población de sus parcialidades sujetas para hacer la guerra y participar en las festividades y ceremonias tutelares.

    El batab tenía organizado su señorío en barrios y designaba a un ah cuch cab para cada uno de ellos. Este funcionario tenía a su cuidado de que los indígenas entregaran el tributo en productos y fuerza de trabajo, y los reunía para los banquetes, fiestas y la guerra.

    Entre el batab y su población sujeta existió un concejo integrado por los ah kuloob y los ah cuch caboob. Con éstos y aquellos ejercía sus funciones políticas y judiciales.

    El tercer nivel lo encarnaba el halach uinic o gran señor. De él dependían política y administrativamente los caciques. El cargo era hereditario por línea paterna. Sus funciones eran religiosas, militares, judiciales y políticas. Él residía en la capital del cuuchcabal o provincia. Durante el primer cuarto del siglo XVI las capitales eran: Sací, Chichén Itzá, Belma, Chauac-há, Chancenote, Ekbalam, Maní, Sotuta, Hocabá, Dzidzantún, Tihosuco, Chetumal, Popolá, Motul, Calotmul, Calkiní, Cozumel y Can Pech.

Mapa con las principales capitales indígenas en el primer cuarto de siglo XVI.

Mapa con las principales capitales indígenas en el primer cuarto de siglo XVI.

    En la estructura del cuuchcabal el batab y el halach uinic fueron los personajes que de común acuerdo dominaron y controlaron la vida política y administrativa de dicha institución. Ellos eran parte de la nobleza. Los nobles o almehenoob estaban organizados en linajes. Se reconocían entre sí porque se hacían descender en línea directa de un personaje común conocido. Mientras unos se sentían de alguna manera vinculados a sus antiguos conquistadores del Altiplano, otros tenían como sus ascendientes a algunas de las antiguas casas gobernantes de Mayapán.

    Los linajes gobernantes utilizaban el lenguaje zuyuá para controlar el acceso a dichos cargos, en otras palabras era un mecanismo para evitar que los intrusos accedieran a los puestos de poder. Este lenguaje consistía en un conjunto de acertijos y adivinanzas utilizados para interrogar a los sucesores del halach uinic y del batab. El interrogatorio se realizaba cada principio de katún (ciclo de 7200 días), y era una tradición muy arraigada. Esta prueba de legitimación se transmitía de padres a hijos en las familias elegidas para ocupar dichos oficios. Todo parece indicar que en la terminología de dicho lenguaje existen palabras asociadas con ideas políticas y sociales.

    La prerrogativa económica más importante del batab y del halach uinic fue el uso de la fuerza de trabajo de los indígenas. Así el halach uinic de la provincia de Hocabá: "era tan obedecido y temido de sus naturales que no le osaban hacer enojo sino antes lo servían en las guerras de balde", en tanto que el de la provincia de Sotuta los tenía: "tan sujetos que sin ningún premio se servía de ellos." Al halach uinic de la provincia de Ekbalam "le reconocían y tributaban haciéndole su sementera de maíz y ají [chile], frijoles y algodón y otras cosas de su sustento, y cuando era necesario le hacían y reparaban su casa."

El castillo de Kukulkan, en Mayapán, aunque más pequeño  guarda similitud con el de Chichén Itzá, Yucatán

El castillo de Kukulkan, en Mayapán, aunque más pequeño
guarda similitud con el de Chichén Itzá, Yucatán
Fotografía de Miguel Güémez

    El halach uinic y el batab también recibían tributos. Las cantidades eran pequeñas y se les entregaban como reconocimiento de su calidad de señores. Los habitantes del pueblo de Dzan, por ejemplo, entregaban a su señor: "maíz, gallinas, miel y alguna ropilla de algodón, todo muy limitado y casi voluntario, que no era más que un reconocimiento de su señorío."

    Cuando las huestes europeas comenzaron a merodear las costas de la península de Yucatán durante la primera década del siglo XVI, sus habitantes estaban políticamente divididos. Unos estaban dependían de un conjunto de centros políticos denominados cuuchcabaloob o provincias y otros se encontraban sujetos a bataboob o caciques independientes. Esta característica de la organización política indígena fue en un factor que hizo de la conquista española un acontecimiento prolongado, es decir que abarcara de 1527 a 1547.



Sergio Quezada Regresar
Profesor investigador titular de la Universidad Autónoma de Yucatán

Este artículo fue tomado de: Quezada, Sergio "La organización política de los mayas yucatecos, siglos XI-XVI".
Elaborado por Consultoría Creativa con información del autor,en Schmidt, Peter, Mercedes de la Garza
y Enrique Nalda (coords), Los Mayas, 1a. edición en español. CNCA-INAH/Landucci Editores, 1999 pág. 481.

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