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Las mujeres y la nueva milpa:
Equidad genérica en la agricultura peninsular del mañana



 
Boox jolo'och. Foto de Christian Rassmusen
Boox jolo'och.
Foto de Christian Rassmusen


A las mujeres mayas que están haciendo la nueva milpa en Yucatán


Quiero empezar por felicitarlas, porque con sus propuestas están tomando la iniciativa para abrir caminos nuevos para la vida, y eso requiere de creatividad, mucho valor y decisión; son proyectos imaginados por mujeres mayas campesinas, para ser dirigidos y desarrollados por ustedes mismas; por propuestas productivas que apuntan hacia una nueva milpa, pero también son esperanzas, ilusiones. Esa es la materia con la que se puede construir un mundo mejor y más amoroso. Creo que lo que ustedes están iniciando es más que una nueva agricultura, es una nueva forma de ser mujeres, mayas campesinas. Por todo eso, yo como mujer, como madre feminista de dos hijas feministas, les agradezco que estén luchando para hacer que este mundo sea mejor para todas y para todos.

    Hay muchas cosas que me gustaría comentar sobre sus proyectos. Más de las que aquí puedo abordar, así que voy a tomar una preocupación que es suya y también mía para tejer mis comentarios. Quiero destacar que en casi todos los proyectos se propone enfrentar dos hechos que ahora se han convertido en un problema para la agricultura milpera y para la nueva milpa que ya aparece en sus propuestas: la deforestación y la tumba-roza-quema. No se trata de dos actividades independientes. Pero en contra de lo que muchos supuestos especialistas piensan, la deforestación no es atribuible a la tumba- roza-quema milpera, sino a la explotación no milpera del campo. Estoy pensando, sobre todo, en la ganadería extensiva, en el henequén de los grandes planteles, en la explotación petrolera. Los que han talado el monte con toda su espléndida diversidad para repoblarlo o, si lo prefieren, para despoblarlo para que solo viva una especie, de manera permanente, y en grandes extensiones, o los que con toda irresponsabilidad lo han contaminado y matado, o quienes simplemente lo han talado: ellos son los responsables de la deforestación.

    Los hombres y las mujeres de la milpa no deben cargarle esa culpa a su historia. La tumba, la quema y la agricultura de los milperos han sido y son sabias, amorosas y respetuosas del monte. Parece una contradicción, pero no lo es, porque la tumba milpera no arranca los árboles de raíz, sino que deja los tocones, como si fuera una poda, para que rebroten. La quema se sabe hacer de modo que se protegen y respetan muchas especies valiosas que preservan parte del bosque en el Yucatán rural. 1Y antes de que la Reforma Agraria cardenista2 encerrara la milpa en la estrechez del ejido3, las milpas siempre se separaban entre sí por manchones de monte para que a los dos o tres años- al dejar la milpa- el monte se metiera y volviera a florecer más rápido. Además, las milpas nunca han ocupado espacios tan extensos como los de los planteles henequeneros, o los pastizales de los ganaderos. Y la ocupación de un terreno es y ha sido, por dos o tres años solamente, lo que permite la supervivencia de semillas y raíces de muchas plantas silvestres, que son las plantas del Yum K'aax, el dueño y señor del monte4.



    Lo que quiero destacar es que, con la tumba y la quema, los milperos no han buscado destruir el monte, sino sólo ocuparlo temporalmente y con respeto. Elaboraron un saber para permitir que se regenerara, y pronto volviera a florecer. Todo esto parece muy sencillo, pero es muy complejo, implica un profundo conocimiento del medio ambiente, y yo, en esta ponencia, apenas si les puedo dar una pequeña probadita. Es una sabiduría muy vasta, elaborada pacientemente durante siglos por los antiguos. Incluso, ha sido estudiada por investigadores no mayas, y está escrito de modo que hasta los no mayas lo puedan entender- si es que en su corazón lo quieren hacer5. Además, es importante decir que la quema y la tumba han sido y son algo muy doloroso para la gente maya milpera. Eso lo podemos ver a través de las palabras de los y las mayas antiguas, porque las palabras son voces que dicen lo que hay en el corazón.

    En el siglo dieciseis -hace ya quinientos años-, los primero frailes españoles que hicieron diccionarios del maya al español recogieron una expresión por donde podemos mirar ese dolor. Una forma de decir milpero, que viene de aquel entonces, es ah kimsah k'aax, cuyo significado es "el asesino del monte", donde ah kimsah es "el que mata" o "matador", o "el que ha de matar". El dramatismo con que lo vivían lo podemos sentir en toda su profundidad si vemos que esa expresión está junto a las otras dos muy fuertes y tremendas: ah kimsah u na', "el que mata a su madre", y ah kimsah u yum, "el que mata a su padre", es decir que para las y los milperos, la vida de los hombres y las mujeres no estaba ni está por encima de todas las otras formas de vida. Pero los frailes, que venían de una tradición cultural distinta, de la tradición judeocristiana, occidental, no entendían el corazón de los milperos, y cuando tradujeron ah kimsah k'aax dijeron solamente "el milpero o labrador" porque tala "el monte para hacer su milpa y labranza". 6Ellos no entendieron. En su traducción no está el dolor, no está el alma de los mayas.

    Así que si ustedes sienten dolor porque se acaba el monte, pues... ese dolor está en su historia y en él se hermanan con los antiguos7. Ese dolor va junto con el amor y el respeto al monte. Pero no son ustedes, ni fueron sus abuelas ni sus abuelos los culpables de la deforestación. La deforestación hay que anotársela a otra historia de otros hombres. Una historia que empezó hace quinientos años. Durante un largo tiempo la muerte del monte fue lenta, despacio, y tal vez era fácilmente reversible. Hace apenas poco más de cien años que empezó la deforestación que hoy todos padecemos. Empezó cuando los hacendados empujaron a los mayas para inventar la agricultura henequenera moderna, la de las grandes plantaciones. Es que antes de eso todos dependían de la milpa, de sus mujeres y hombres. De ahí comía y se enriquecía el encomendero, el cura, el hacendado, sus familias. En una palabra, todos lo que no eran mayas y también los mayas que eran los que la hacían. Los mayas, con sus milpas, tenían el control de algo que nunca y en ninguna sociedad era prescindible. Tenían el control de los alimentos. Mientras todos dependieron de la milpa, las y los milperos eran respetuosos del monte sagrado de Yum K'aax, pero con la producción masiva del henequén, y con las ganancias que su explotación les producía, los hacendados se construyeron otra dependencia con tal de librarse de las y de los milperos. Empezaron a depender de los mercados y del extranjero para conseguir los alimentos, empezaron a importar el maíz y convirtieron a la Santa Gracia en una mercancía. A los hombres milperos, forzados a ser peones en las haciendas, les prohibieron la milpa para que dedicaran todas sus fuerzas y todo su tiempo a cortar penca8. Y la henequenización empezó en grande y en serio la deforestación. En uno de los antiguos libros del Chilam Balam dice que los muy cristianos llegaron, y chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviera la suya9. Con la penca se cumplieron como nunca antes se habían cumplido esas antiguas y sabias palabras.



    El problema es que ahora ya no hay bosque para hacer la milpa de acuerdo con la sabiduría de los antiguos. La tumba y la quema se han convertido en un problema para los hombres y las mujeres de la milpa. Es necesario cambiar para fortalecerse. En los proyectos que están aquí presentando ya se ve que las mujeres mayas han sabido crecer en su sabiduría y están construyendo la nueva milpa, pero hay algo que no se puede olvidar. Es algo sumamente importante, acaso lo más importante de la tradición agrícola milpera: la diversidad de plantas, con diferentes tiempos de siembra, fructificación, vida y cosecha. Esa diversidad, nacida de la sabiduría de los antiguos, ha sido una forma de enfrentar la irregularidad de las lluvias, vientos, soles, suelos. Las muchas plantas que han convivido en la milpa y en los solares, con muchos ciclos de vida diferentes, con distintas necesidades de suelo o agua o sol, son una garantía frente a los problemas del clima. También, y esto es muy importante, la diversidad de una forma sabia y natural de controlar a los más pequeños insectos y microbios que se alimentan de las plantas; también a otros animales, que son del monte y a veces vienen a comer de las plantas de milpas y solares. La diversidad, junto con los espacios de monte en las milpas, forma barreras vivas, naturales, que evitan que estas pequeñas formas de vida crezcan sin control hasta convertirse en plagas: lo que sucede es que esos pequeños encontraron una planta adecuada y sabrosa para sobrevivir y crecer, pero junto a ella habrá otra, distinta, que no les gusta o que no ha dado hojas, o frutos, y no podrán extenderse. Tomaron un poquito, pero no podrán acabar con todo el sembrado de las mujeres y de los hombres campesinos10.

    La diversidad está en los solares y la milpa, ambos son parte de una misma cultura, son una sola historia. Las investigaciones de Silvia Terán y Christian Rassmusen me permiten darles ahora una aproximación a las proporciones de esa diversidad. De acuerdo con ellos, en la milpa del siglo XVI, la que vieron los primeros españoles que llegaron a Yucatán hace quinientos años, había por lo menos 16 especies con 36 variantes, y en las milpas de hoy, en las que todavía encuentran la forma de apegarse a la tradición, como ocurre en Xocén, Yucatán, están esas mismas plantas y otras muchas. Ellos encontraron un total de 28 especies con 95 variantes11. En los solares, la diversidad y la cantidad de matas es mucho más impresionante. Un investigador ha contado más de cien especies, pero casi todas tienen variantes, por lo que son muchas más las que efectivamente florecen en muchos solares. Un ejemplo es el plátano que tiene cinco variedades y en un mismo patio conviven varias, o el caimito, o la papaya, o las anonas que también tienen variantes, y los muchos chiles o ciruelas12. En los solares hay flores, frutos, condimentos, colorantes, madera, medicinas, granos y hojas de guano para hacer techos, o sabrosas para comer como la chaya. Y ustedes saben que hay más... En su historia está la diversidad que es la hospitalidad en la milpa y en el solar.

    Pero las muchas plantas, la diversidad, no sólo tiene que ver con la agricultura, tiene que ver con el corazón, con el orden y el equilibrio del cielo y la tierra, con el orden de todo el cosmos. Es que en el monte están las plantas de Yum K'aax, el monte es su milpa y su solar. Y los hombres y las mujeres tienen sus plantas en la milpa y en el solar, y es su forma de hacer, de volver a hacer monte. Y eso es lo correcto. Los estudiosos que no son mayas dicen algo parecido. Ellos dicen que es esa diversidad lo que hace de la milpa la forma agrícola más estable ecológicamente, la más adecuada a este medio ambiente y la mejor para todo el mundo.

    Bueno, pero ahora ya están dejando de hacer la tumba, la roza y la quema, es muy importante que no pierdan toda la sabiduría que hay allí. Guárdenla. Pásenla a sus hijas e hijos. Los que ya no la hacen pregúntenles a los viejos13. Es muy importante que no se pierda esa sabiduría, allí hay un importante conocimiento sobre el monte, las matas, la vida. Eso, sin duda, les seguirá siendo útil. Pero, además, no la pierdan, porque es una sabiduría muy bella, es un placer, es una delicia conocerla, y ustedes más que nadie, tienen todo el derecho de disfrutar la belleza de su cultura. Y, también, porque a lo largo del mundo hay gente que quiere conocer, con amor y respeto, la sabiduría de los sabios y de las sabias mayas de ayer y hoy.


1 Daniel Zizumbo V. y Paulino Sima P., " Las pácticas de la roza-tumba y quema en la agricultura maya-yucateca y su papel en la regeneración de la selva", en Medio ambiente y comunidades indígenas en el sudeste de México, R, Uribe (ed.), Villahermosa, Tabasco, IV Centro Regional UNESCO, 1998, pp. 84-103; Arturo Gómez Pompa, "La silvicultura maya", en Cultura y manejo sustentable de los recursos naturales, vol. II, México, CIIH-UNAM-Miguel Ángel Porrúa/ Gpo. Editorial- PNUMA, 1993, pp.367-384, y A. Barrera Marín, A. Gómez Pompa y C. Vásquez Yanes, "El manejo de las selvas por los mayas: sus implicaciones silvícolas y agrícolas" Biótica, vol. núm.2, 1977, pp 47-60.


2 Reforma Agraria instrumentada por el Presidente Lázaro Cárdenas en los años 30.


3 Unidad de la Reforma Agraria


4 Samuel Levy Tacher y Efraín Hernández Xoloctzi, "Estudio de la sucesión secundaria bajo roza-tumba-quema en Yucatán"; Catarina IIIsey Granich, "Vegetación y milpa en el ejido de Yaxcabá, Yucatán", y Ramón Mariaca Méndez, Efraím Hernández X. et al., "Análisis estadístico de una milpa experimental de ocho años de cultivo continuo bajo roza-tumba-quema en Yucatán, México", en "La milpa en Yucatán". un sistema de producción agrícola tradicional, Efraím Herrnández X., Eduardo Bello Baltazar y Samuel Levy Tacher (comps.), Texcoco, Edomex/ Colegio de Postgraduados, 1995, tomo I, pp. 129-170, tomo II, pp. 339-368.


5 Dos trabajos muy importantes que abordan la milpa yucateca, sus nombres y sus mujeres en todas sus complejidades, son de Silvia Terán y Chistian Rasmussen, La milpa de los mayas, Mérida, Gobierno del estado de Yucatán, 1994; Raúl Murgía Rosete, "La milpa y los milperos", Yucatán: historia y economía, año 2, núm. 12, 1979, pp. 21-43.


6 Ver: Ramón Arzápalo Marín, Calepino de Motul. Diccionario maya- español, México, UNAM, 1995, vol. I, p.14; Alfredo Barrera Vázquez, et, al., Diccionario maya- cordemex, Mérida, Ed. Cordemex, 1980, p.319. La ortografía que utilizó en el texto es la moderna, del DMC.


7 Ese dolor los hermana, no sólo con los antiguos mayas, sino con todos los demás pueblos indígenas de México y Centroamérica que sienten lo mismo. Ver: Alfredo López Agustín, Tamoanchán y Tlaloacan, México, Fondo de Cultura Económica, 1994.


8 Ver: Alejandra García Quintanilla, Los tiempos en Yucatán. Los hombres, las mujeres y la naturaleza (siglo XIX), México, ED. Claves Latinoamericanas/Universidad Autónoma de Yucatán, 1986. También de la misma autora con Luis Millet Cámara, "Milpa y henequén, salud y enfermedad en la hacienda henequenera a finales del siglo XIX", en La modernización de la nueva milpa en Yucatán: utopía o realidad, Daniel Zizumbo Villareal, et, al. (comps.), Mérida, CICY/DANIDA, 1992, pp. 53-63.


9 Libro de Chilam Balam de Chumayel, prólogo y traducción de Antonio Medíz Bolio, México, UNAM, p. 26.Sobre la importancia de la diversidad, no sólo para la milpa y los milperos de Yucatán, sino para el sostenimiento del planeta, ver Cary Fowler y Pat Mooney, The Threatened Gene. Food Politics, and the Loss of Genetic Diversity, Cambridge, The Lutterworth Press, 1990.


10 Sobre la importancia de la diversidad, no sólo para la milpa y los milperos de Yucatán, sino para el sostenimiento del planeta, ver Cary Fowler y Pat Mooney, The Threatened Gene. Food Politics, and the Loss Of Genetic Diversity, Cambridge, The Lutterworth Press, 1990


11 Silvia Terán y Christian Rasmussen, La milpa de los mayas, pp. 54, 59, 65, 84.


12 Adelaida Vara Morán, "La dinámica de la milpa en el solar", en La milpa en Yucatán,pp. 225-247.


13 Sobre la forma en que se pierde conocimiento muy valioso al perderse una práctica agrícola, véase Janis B. Alcorn, "Los procesos como recursos: la ideología agrícola tradicional del manejo de los recursos entre los boras y huastecos y sus implicaciones para la investigación", Cultura y manejo sustentable, vol. II, pp. 329-366.

Profesora investigadora de la Unidad de Ciencias Sociales
de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Este material fue publicado en Nah Molay. Primer Congreso
de Mujeres Mayas(Mayan Women First Congress. UNIFEM. 1999.







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