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8.
CUANDO SOPLA EL CHIKIN-IK |
Llegan
los dzules, Itzáes, ay! Llegan los dzules!
Lo blanco de su anuncio no pregona lo negro de su día.
Aquí está el nuevo dios:
Pecado es su enseñanza, su hablar y caminar;
Aquí está, veneno en sus palabras,
Fuego y hierro en la punta de sus manos.
Ay, Itzaes, ay!
No más limpio taparrabo,
No más blanco hipil,
No más recia música ni heroico peinado.
Un dios extraño nos acecha
Que tiene cabeza de jaguar y pies de venado
Y que no nos dice hijos.
Los del pelo en l a cara no nos dicen hermanos.
Tal es la carga de la nueva fecha;
De culpa es su presencia,
De culpa es su mirada, de culpa es su voz.
Esta es la fecha del maíz negro,
Pan de espanto y estéril alimento son nuestros días.
El Brujo de la Ruina, el Deshonesto de la Noche,
Ya está aquí.
Su andar, su voluntad, son de guerra.
La prueba es que su tronco y que su estera
no son propios,
Su señorío es prestado.
Agua varada de pantano es su reinado.
He aquí pues el fin de la gloria de los Xiu.
Comenzó la lujuria de los buenos.
Ya están aquí, chillando, los gavilanes de la tierra,
Perdidos para ellos ya el cielo, la luna y la vergüenza.
Todos los que cantaban han sido dispersados,
Sólo queda sitio para llorar.
Rico hipócrita y cizañero nos vigila,

Adúlteros sin madre,
Hombres que deberían de usar faldellín de ortigas
en penitencia a sus suciedades sexuales,
Nos hacen azotar.
Cuando sopla el viento Chikin-ik
La madre oculta al niño,
Pues del Poniente sólo hay mal augurio.
¡Quién nos hubiera enviado cien siglos y uno más
de chikin-iks en vez de medio de los dzules!
El Siete Grados envidioso,
El Rostro de Doble Culpa, nos acecha:
Maligno es su katún,
Mil veces miserable, su dura fecha.
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