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Citas



 

1 A este respecto véase Gallástegui, B., 1993:119.


2 Entenderemos la incorporación de estos agentes comunitarios como un proceso de resocialización mediante el cual un grupo significativo de personas, tras adquirir una serie de nuevos elementos subjetivos, intenta realizar una reinterpretación cabal de su pasado conforme a su realidad presente. Esta reinterpretación le permitirá reencontrar un nuevo sentido a su existencia personal y social, cotidiana y profunda (Berger y Luckmann 1979).


3 El proyecto se denominó “Estado de las prácticas médicas tradicionales en el sur del estado de Yucatán” desarrollado en el Centro de Investigaciones Regionales de la UADY y fue concluido en 1984.


4 Para un análisis más profundo de la obra de Bourdieu puede consultarse el trabajo de Safa, P. 1993.


5 Existen diferentes planteamientos teóricos sobre los modelos médicos y su interrelación entre los que se cuentan Cosminsky, 1986; Módena, 1990; Freyermuth, 1993; Osorio, 1994, entre otros.


6 Al respecto, Berger y Luckmann, agregan que la socialización primaria comporta algo más que un aprendizaje puramente cognoscitivo. Se efectúa en circunstancias de enorme carga emocional. Existen buenos motivos para creer que sin esa adhesión emocional a los otros significantes, el proceso de aprendizaje sería difícil, mas no imposible (1979:167).


7 En Yucatán X Alansah era el término maya para denominar a las parteras indígenas. Término que perdió vigencia después de la colonia española. Proviene de Alansah: partear, ayudar a parir; I(X) Alansah: comadre, comadrona, partera (Diccionario Maya-Cordemex, 1980:11).


8 Este apartado pretende ilustrar los aspectos más sobresalientes del rol de la partera en el proceso de embarazo-parto-puerperio en el sector rural yucateco. Los datos fueron obtenidos durante diferentes períodos de 1983-1984, a través de prolongadas entrevistas con parteras experimentadas del municipio de Ticul y sus comisarías de Pustunich y Yotholín. Para una descripción del papel de la partera empírica en Yucatán puede consultarse los trabajos de Ramírez, M. (1980); Favier, A. (1984); Güémez, M. (1984); Guzmán, Ma. G. (1992).


9 La comadrona requiere de algunos productos y material de curación que empleará durante el trabajo de parto (aceite verde, romero, alhucema, Merthiolate, alcohol, algodón, hilera, una hoja de afeitar) y de material de aseo para el recién nacido (jabón, aceite, talco, etc.). Los gastos en estos productos son responsabilidad de la embarazada y los adquiere días antes de la fecha calculada del parto.


10 Parteras entrevistadas de Yotholín y Pustunich señalaron que la presencia de algún familiar durante el parto es importante, no sólo por la participación de éste, sino también para atestiguar el acto mismo del nacimiento.


11 Según la Encuesta Rural de Planificación Familiar (ERPF-IMSS, 1981), cerca del 57% de todas las mujeres confía en las comadronas para dar a luz, esta proporción se incrementa ligeramente entre el grupo de mujeres de mayor edad. El uso de servicios públicos es mayor entre las mujeres de 20 a 30 años y disminuye después entre las mujeres de 35 años y más. Existe una relación positiva entre el número de hijos y la confianza en el auxilio de las parteras. La escolaridad parece ser el factor más importante que reduce la presencia de una comadrona. Así, el 66% de las mujeres fueron atendidas por una comadrona en su último parto y el 15% por un servidor público. Asimismo, las mujeres cuyos esposos son trabajadores en una actividad no agrícola tienden a usar los servicios públicos de salud en lugar de los servicios de la partera, debido a que éstos son beneficiarios del IMSS o ISSSTE. Por su parte, las esposas de los trabajadores por su cuenta en la agricultura (en todos los grupos ocupacionales) tiene la mayor proporción de mujeres atendidas por una comadrona. Para una mayor profundidad del tema véase Parra, P., 1991:69-88.


12 Este concepto refiere a aquellas personas (mujeres embarazadas, parturientas y niños menores) que tienen más peligro que otra de enfermarse o morir; quienes, una vez identificadas, se les pueden brindar cuidados especiales. Por ejemplo, un embarazo de riesgo es aquel que ocurre en mujeres menores de 18 y mayores de 34 años; de 4 embarazos o más; menos de 24 meses desde que ocurrió su último embarazo; en mujeres obesas o desnutridas, con presión alta, diabetes, hemorragias, etc. De este modo son agrupados los factores de riesgo en: reproductivo (del embarazo), obstétrico (del parto) y en menores de 5 años (Martínez, J. 1990: 3 - 4).


13 Según Correu y otros (1986) las comadronas han tenido éxito en incorporar nuevas usuarias a la PF. Ha habido un incremento en el uso de anticonceptivos en las áreas rurales, de 5% en 1969 a 27% en 1981 en los que la comadrona ha jugado un papel preponderante.


14 Con la finalidad de facilitar la capacitación y readiestramiento de las parteras empíricas y del mejor aprovechamiento de los recursos (humanos y financieros), a partir de 1980 el sector salud realiza una distribución de las mismas considerando las jurisdicciones de cada sector. Así, al IMSS en el Esquema Modificado y al IMSS-Solidaridad corresponde la zona henequenera (incluyendo Mérida) y a la SSA atiende las zonas sur y oriente del estado. Sin embargo, ambas instituciones funcionan con criterios muy similares con respecto a la capacitación.


15 En el ámbito del Programa IMSS-Solidaridad que funciona con los mismos criterios del IMSS, las actividades prioritarias siguen siendo en los últimos años la atención en la salud reproductiva (en las que se incluye la capacitación a parteras). Esta institución contempla además la formación de Comités de Salud y Grupos de Promotores Voluntarios Sociales (Espinoza 1993: 4).


16 Con relación a los cursos de capacitación que el IMSS imparte a parteras empíricas puede verse Gallástegui, B. 1993.


17 Esta profesional graduada en el Hospital O'Horán lleva más de 20 años laborando en el sector salud, mismos que ha dedicado a la atención materno-infantil y al entrenamiento a parteras empíricas.


18 Esta prestación (servicio médico, farmacéutico y hospitalario) se hace extensivo a sus hijos menores de 16 años y a sus esposos cuando están incapacitados; aunque excluye el derecho a subsidios, asistencia médica domiciliaria y traslado a enfermos.


19 Para el IMSS, una partera sigue siendo empírica en tanto no reciba ningún curso de capacitación. Al momento de recibir un diploma (constancia) de participación se convierte en partera rural.


20 Ambos volúmenes fueron financiados en una coedición por The Pathfinder Fund, organismo norteamericano y la AMIDEM (Asociación Mexicana de Investigación Demográfica y Médica) en 1993. El primero enfatiza sobre los embarazos de alto riesgo, multiparidad, cesáreas, abortos, enfermedades crónico-degenerativas y metodología anticonceptiva; el segundo hace referencia del control prenatal, de los peligros y malestares durante el embarazo, complicaciones en el parto y el puerperio, manejo del recién nacido, lactancia y enfermedades comunes en los menores.


21 Una de las metas que se ha propuesto el programa de PF es reducir la tasa estatal (%) de natalidad. Los resultados de esta política no han sido los que se esperaban: en 1970 la tasa estatal era del 44.5%; en 1980 del 36.4% y en 1990 del 30.4%. (INEGI-Gobierno del Estado de Yucatán, 1992).


22 Galante y otros, citado por Freyermuth, G. y otros, 1991.


23 El problema de la lengua ha sido una permanente, pues aunque la mayoría de las parteras que asisten a los cursos son bilingües (maya-español) el 70% es analfabeta, además su español es muy limitado y prefieren que se les hable en su lengua materna. Ante esta situación el IMSS emplea en la actualidad diversas técnicas de enseñanza: gráficas, ilustraciones, dibujo anatómico.


24 Una partera líder es aquella auxiliar de supervisión que contribuye activamente a modificar aquellas conductas de salud materno-infantil. O sea, que llevan a cabo acciones de control, educación y vigilancia. Reciben una beca superior de las otras parteras.


25 Esta condición refiere al tiempo comprendido desde el inicio del embarazo hasta que el organismo regresa a la normalidad después del parto. En otras palabras, abarca los nueve meses del embarazo y los cuarenta días después del parto en que involuciona el organismo materno.



26 El pixoy, la ruda y el orégano son tres plantas (occitócicas o uteroevacuantes) de efecto muy preciso para activar la motilidad de la musculatura lisa del útero.



27 Con relación al uso de guantes clínicos el IMSS recomienda su uso. La SSA, por el contrario, recomienda el lavado de manos y brazos debido a que los guantes se contaminan con más facilidad al agarrar diferentes objetos durante el parto.


28 Después de los doce días del alumbramiento se practica esta técnica que consiste en dar masaje y atar (con un reboso o pañales) por partes el cuerpo de la puérpera, especialmente la región abdominal, con la finalidad coadyuvar a la involución del organismo materno (de reubicar la matriz y para cerrar la apertura originada en la espalda por el nacimiento, así como para que el vientre desinflame y el ceda el dolor de espalda). Véase Güémez, 1984: 57.


29 De este tipo existen cuatro en el estado: Mérida, Valladolid, Peto y Sotuta.


30 Como estas posadas existen en comisarías como X-alau, Ticum y Citincabchén, entre otras.


31 Médicos entrevistados del IMSS y de la SSA señalaron que aunque ya no es frecuente, algunas parteras remiten tarde a sus pacientes, parturientas muy manipuladas, que fallecen en el hospital y, por lo consiguiente, son muertes registradas como ocurridas en estas instituciones. Estos médicos señalaron que no existen formas de sanción hacia las parteras por estos hechos, por el contrario, se le refuerzan los conocimientos.


32 Según informes de la Coordinación de Salud Reproductiva y Atención Materno-Infantil del IMSS, para 1994 un 5% de las parteras capacitadas por esta Institución ya insertaban Dispositivos Intra-uterinos (DIUs).


33 Dentro de las actividades de promoción a la salud, las parteras distribuyen Suero, Vida Oral que obtienen en el IMSS de sus cabeceras municipales.


34 Así por ejemplo en Mérida la relación es de aproximadamente un médico para cada 365 habitantes. Del total de población derechohabiente (752,596) en el estado, el 43.6% (349,197) está concentrada en Mérida. INEGI, 1990.




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