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De 1914 a 1958 el Instituto Carnegie de Washington llevó a cabo
seis investigaciones de arqueología maya y de etnología,
primero bajo la dirección de Morley, luego de Kidder, y después
de Pollock. Esto dio pie a distintos estudios etnográficos hechos
por extranjeros que junto a los estudios hechos por investigadores locales
dieron lugar a diversas monografías sobre el área maya.
Las temáticas que abarcaron dichas monografías fueron diversas
e incluyeron aspectos como la milpa como forma de subsistencia (Sterggerda),
etnobotánica y medicina natural (Narcisa Trujillo y Ralph Roys),
Lingüística maya (Barrera V.), Cuentos y leyendas mayas (Pacheco,
Rosado Vega y Margaret Park), etc.
2Dichos
trabajos, aunque en apariencia independientes, dieron lugar al modelo
de Redfield de lo Folk a lo urbano, y aunque con pequeñas diferencias
de interpretación se amoldan todos a la teoría general.
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Yucatán se ha dividido en distintas regiones socioproductivas de
acuerdo a las épocas y a los diferentes autores. En este trabajo
más que una definición o caracterización rigurosa
de estas regiones nos interesa señalar que durante los periodos
en que se realizaron los estudios existían diferencias culturales
entre las diversas regiones o zonas: el área metropolitana, la
llamada zona henequenera, zona sur (agrícola forestal) y lo que
actualmente suele llamarse el oriente tradicional (zona boscosa pegada
a Quintana Roo).
Estas zonas se constituyeron como espacios diferenciados a partir de variables
socioeconómicas, formas distintas de articulación a los
procesos regionales y variantes culturales. En este sentido, para entender
las diferencias encontradas por los autores entre una comunidad y otra
habría que considerar las características de la zona en
que se encuentra ésta y no sólo su distanciamiento de la
urbe.
4 Según Ana Luisa Izquierdo en la sociedad maya prehispánica
“El joven debía pasar a vivir a casa de los suegros y trabajar
bajo las órdenes del padre de ella durante cinco o siete años,
según los arreglos. La matrilocalidad podía transformarse
en definitiva, aunque había algunas otras alternativas, menos frecuentes:
cumplido el tiempo de servicios, para a vivir con la familia del varón
o construir una choza y abrir nuevas tierras para el cultivo, algo que
implicaba una inversión económica y una fuerza de trabajo
con que el joven no contaba” (Izquierdo, 1989:10).
5 Esta ausencia de violencia y protección a la mujer no es encontrada
en los mismos términos por la esposa de Redfield en Dzitás
y en el caso de Mérida, Hansen nos dice que entre las clases bajas
hay innumerables abandonos y violencia hacia la mujer, quien en ocasiones
recurre a la prostitución o a la mendicidad para mantener a los
hijos.
6 La falta de atención al conflicto entre géneros en la familia
campesina es notoria en algunos estudios en los que, por ejemplo se afirma
que el alcoholismo de los hombres no afecta en forma significativa la
economía del grupo: “aunque los datos aquí reunidos
fueron los más completos posibles, existe un renglón acerca
del cual no pudimos reunir toda la información deseada: las cantidades
que gastan en alcohol los hombres de estas familias… pero si las
cantidades gastadas en este renglón hubiesen sido altas, sin duda
que hubiese sabido de ellas a través de los rumores de otros”
(Littlefield, 1976: 196). Contradictoriamente se puede encontrar que los
estudios realizados en la misma época nos reportan lo siguiente:
“El estudio nos demuestra que el consumo del alcohol ha aumentado
de manera considerable durante los últimos quince años,
en detrimento del consumo de productos alimenticios básicos, como
el maíz y el frijol” (Rivera, 1976:65).