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Hubilá entre dos desastres:
Isidoro y el divisionismo




 
 

En este trabajo describiré brevemente la historia de Hubilá, los cambios sufridos después del huracán Isidoro, los efectos sociales y políticos que ha provocado así como los problemas que ha destapado y las posibles soluciones de acuerdo a “la costumbre” en “la finca”.

 

La comunidad

Hubilá es una exhacienda henequenera perteneciente al municipio de Tixkokob, cuenta con un poco más de 400 habitantes distribuidos en 72 familias que habitan (o habitaban) 62 casas. La mayoría de éstas se construyeron en lo que antes fueron terrenos de la hacienda y algunas otras en terrenos ejidales; 30 de estas casas, distribuidas desde la entrada norte hacia el Sur, donde se encuentra el casco de la hacienda o lo que es conocido como la casa principal, fueron construidas a dos aguas y con techos de tejas francesas. Las que fueron construidas en terrenos ejidales son más pequeñas y con techos de concreto. Algo común a estas casas antiguas es que sus paredes son de concreto, lo cual contrasta con aquellas que fueron elaboradas recientemente por familias en expansión, pues se hicieron en los patios de sus padres y ya con otra arquitectura: totalmente de láminas de cartón, o con techos de láminas de cartón o de zinc y muy pocas totalmente de concreto.

 

El primer cambio

Hubilá sufre el primer gran golpe en 1984, cuando por disputas de terrenos entre el entonces “patrón” o dueño de la hacienda y los ejidatarios, el primero como venganza por habérsele expropiado los terrenos ejidales que hasta ese entonces explotaba como suyos, provoca según los ejidatarios un incendio mientras aquellos quemaban planteles en otra parte de la hacienda, con lo que se generaliza un gran incendio que devora prácticamente los henequenales tanto del hacendado como del ejido, con lo que se pone fin a este medio de ocupación de los hubilaenses y de gente de otras poblaciones que prestaban sus servicios en la hacienda henequenera como cortadores, chapeadores, raspadores, etc. que provenían de Hoctún, Tahmek, San José Grande, Ekmul, Panabá, Nohchán, Tixkokob, entre otras, que quedan entonces desempleados, pues el “patrón” prefirió vender la desfibradora y acabar con todo para hundir en la pobreza a la gente de la hacienda.1

     Esto provocó que la gente buscara otros empleos, muchos migraron a otros lugares en búsqueda de mejoría económica, Ekmul, Tixkokob, Chetumal son las poblaciones que recibieron entonces a los hubilaenses que se fueron de la finca. Otros más prefirieron quedarse y emplearse en la desfibradora de Ruinas de Aké o en la de Cordemex en Ekmul; los más jóvenes se fueron en búsqueda de trabajo a Mérida, por lo que empezaron a emplearse como meseros, jardineros, veladores y en la elaboración de postes en una empresa del ramo.

 

La migración temporal

En esta época, 1985-1986, las mujeres empiezan a salir a “trabajar entre lugar”, empleo que tienen que realizar debido a que sus maridos ya no contaban con los mismos recursos que cuando laboraban de tiempo completo en la finca, esto provoca que las mujeres cambien bruscamente de costumbres, dejen de usar la poca maya que hablaban, cambien su ropa por una más moderna, “de la ciuda’”. Los hombres, por su parte, se van alejando más del trabajo en comunidad, pues prácticamente ya estaban más tiempo fuera que en el propio pueblo; aún así se sigue utilizando el trabajo de fajinas para la limpieza de las calles, el centro y el cementerio del pueblo, lo cual todavía permite la vida comunitaria, que por supuesto se notaba más cuando se acercaban las fiestas del pueblo.

 

Otro golpe, otros cambios

El segundo gran golpe fue en septiembre de 1989. Entonces fue Gilberto, quien llegó y azotó el pueblo tirando muchos de los antiguos techos de tejas, algunas casas y muchas ilusiones de los horticultores y los pocos henequeneros que aún quedaban. Este nuevo golpe hizo voltear la población hacia las grandes ciudades; entonces los jóvenes migraron a Cancún y Mérida, con lo cual prácticamente dejaron Hubilá. Las mujeres, tanto jóvenes como madres de familia, salieron en masa en búsqueda de trabajo como empleadas domésticas en Mérida, por lo que entonces la gente salía por la mañana y regresaba por la noche a su casa, quedando así la población semiabandonada y dejándose las cuestiones comunales para los domingos: la asamblea ejidal, la limpieza de los pozos, del centro del pueblo, de los caminos, etc., que aún se hacía en comunidad.

 

Una nueva generación

La modernidad, junto con los cambios políticos, las disputas de puestos y el paso de una generación a otra hace que Hubilá se transforme: los jóvenes adquieren puestos importantes y cambian las costumbres, muchachas y muchachos salen por las noches “a pasear” en el parque, la cancha o “la manga” (como acostumbran decirle al arco que da entrada al casco de la hacienda), las jóvenes tienen noviazgos con muchachos de otros pueblos, Ekmul, Ruinas de Aké, Tixkokob, entre otros, que acaban en matrimonios apresurados por “las consecuencias de la noche, la obscuridad, la maleza”2 y la falta de educación sexual, entre otros motivos; para no quedarse atrás, los jóvenes buscan novia entre las pocas muchachas que dejan los “foráneos” y acaban también por casarse a temprana edad por las mismas consecuencias, embarazos no planeados.

     Esto motiva la creación de nuevas casas en los patios familiares, con débil estructura, pues la economía no da para más. El trabajo fuera de la hacienda provoca el olvido de la limpieza del pueblo y la participación de los nuevos “miembros” de la comunidad es más que imposible, con lo que la costumbre de hacer fajina queda solamente para los adultos y los que tienen hijos en la escuela primaria, donde se les exige salir a hacer limpieza comunal.

    El cada vez más desdibujado partido gobernante hace cambiar esquemas y crear nuevos grupos políticos entre la población por lo que algunas mujeres jóvenes3 se adscriben a partidos nuevos en la hacienda, como el PT y el PRD; las elecciones internas en el PRI para la búsqueda de sus candidatos a la presidencia municipal de Tixkokob dividen más a la gente y permiten que “la gente nueva” asuma puestos de importancia en la presidencia de las sociedades de padres de familia de las escuelas, en los comités de limpieza, de salud, etc. que se crean, desapareciendo la fajina y surgiendo nuevas formas para el cuidado del pueblo, que no tienen mucha suerte por todos los aspectos políticos que encierra el colaborar con los comités.

 

Isidoro

Llega entonces Isidoro, con una comunidad dividida, encabezada por una mujer como comisaria municipal, sin fajinas, asambleas o acciones que unan al pueblo, con comités encabezados por mujeres u hombres de su extrema confianza y sobre todo al servicio de la presidencia municipal.4

    Isidoro destruye 56 de las 62 casas, algunas del todo, quedando la mayoría prácticamente destechadas; las pocas que todavía conservaban tejas francesas acaban por sucumbir, las que por Gilberto habían cambiado sus techos a láminas de Zinc también los pierden y ni qué decir de aquellas marcadas con la extrema pobreza de los techos de láminas de cartón.

     La poca o nula experiencia y la falta de fuerza de convocatoria de la comisaria municipal hace que la gente busque otras formas de unirse; la familia, los amigos, los compañeros de trabajo se apoyan mutuamente desde el primer día, desde el momento de irse a la escuela primaria a resguardarse, de ir con el vecino, el hermano, el amigo, pues solamente 6 casas aguantaron a pie firme sin sufrir daños, por lo que la escuela primaria albergó en sus 2 aulas a más de 100 personas; otras 150 aproximadamente, se resguardaron en el kinder, la casa ejidal y la casa principal de la hacienda, mientras que las restantes lo hacían con sus parientes, amigos, vecinos, etc.; también hubo quienes salieron ese domingo y ya no pudieron regresar sino hasta 2 o 3 días después para encontrar sus casas destruidas.

    Los problemas empezaron al día siguiente, sin agua potable, sin luz, sin transporte, en consecuencia, sin comida, dado que no hay mercado en Hubilá y hay que salir a comprar o esperar a que los carniceros vayan a vender sus productos; las tortillas se llevan de Ekmul para allá, pues por las razones políticas mencionadas no todos compran en la tortillería que funciona en Hubilá y que administra una mujer. Es entonces cuando la solidaridad surge, los vecinos se apoyan mutuamente, los familiares comparten las gallinas y otras aves que murieron a causa del meteoro, antiguos líderes resurgen y mueven a los hombres para la limpieza de la carretera que comunica con Ekmul, la única salida que conecta con Tixkokob y Mérida. Otro grupo intenta limpiar de árboles y láminas la población. Por la tarde ya no hay agua, no hay velas, la tienda comunitaria de la Conasupo resulta inundada y por la pérdida de la mercancía, la encargada decide no tocar nada mientras sus superiores no vengan a levantar un acta de las pérdidas. El presidente municipal hace una de sus pocas apariciones con ayuda, llevando dos ollas de comida que -según comentan- estaban destinadas para una fiesta familiar en Tixkokob y que, al no realizarse la fiesta, la familia decidió donar dicha comida para los habitantes de Hubilá.5

 

La ayuda

Al día siguiente la comida escasea aún más y el nuevo “patrón” del pueblo ordena sacrificar una vaca para repartir la carne entre los pobladores. Dado que la altura del agua aún no descendía, era difícil la entrada de vehículos a la población, por lo que únicamente podían entrar camionetas, razón por la que la ayuda no llegaba tan fácilmente. Al tercer día empieza a llegar ayuda de particulares, por ejemplo, algunos comerciantes que por el temor a que se les descompongan sus productos, prefieren donarlos a los damnificados de Hubilá. Ese mismo día quien esto escribe hace llegar la primera ayuda de despensas con recursos propios y con dinero enviado por alumnos y exalumnos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de la Ciudad de México.6

 

Los grupos religiosos

Los días siguientes permiten la aparición de grupos religiosos en la arena de lucha por la búsqueda de adeptos, principalmente de un grupo de testigos de Jehová de Ekmul y los miembros de las iglesias evangélicas de Ekmul y Tixkokob; éstos últimos llevan despensas a la única familia de evangélicos de Hubilá además de apoyarlos con $40.00 pesos diarios por cada miembro de la familia que sea parte de esta iglesia. Esta familia hace correr esta información y varias personas se ven tentadas a cambiar de religión a fin de obtener dicha ayuda.

    La iglesia católica hace su aparición hasta una semana después, entregando ropa y agua purificada a las familias hubilaenses por medio de los jóvenes católicos de la localidad; a diferencia de los protestantes, la iglesia católica entregó la ayuda sin hacer proselitismo y sin dar una lectura bíblica al desastre, situación que sí predicaban los otros grupos religiosos, por ejemplo decían que lo que estaba sucediendo era una señal y que era momento de acercarse a la palabra de dios y que ellos eran los enviados a ayudar a esta gente desamparada.

 

Las enfermedades

El encharcamiento, la humedad, las pocas condiciones higiénicas prevalecientes entre otros factores, provocan la aparición de infecciones respiratorias, gastrointestinales y de la piel principalmente, por lo que hubo necesidad de que la gente de edad avanzada fuera trasladada a albergues de Tixkokob o con familiares de Ekmul o Tixkokob a fin de recibir atención médica más rápidamente en caso de necesitarla. Con el apoyo recibido de gente altruista7 se entregó medicamento apropiado para los hongos en los pies a más de 25 personas en esta comunidad; gracias a esto así como por el apoyo de médicos particulares y de médicos naturistas provenientes de la Universidad Autónoma del Estado de México, este problema se solucionó más rápidamente.

 

La ayuda institucional

Con la intención de ayudar a mejorar las condiciones de vida y de salud, los investigadores del Centro INAH Yucatán decidimos apoyar a los habitantes de Hubilá, por lo que compramos un generador de energía que se instaló en la comisaría ejidal para surtir de energía a las aulas de la escuela así como a la misma comisaría y el parque municipal, con lo que así podían tener energía eléctrica al menos por las noches. Este generador funcionó también para alimentar de energía eléctrica una planta potabilizadora de agua que el dueño de la hacienda llevó a la comunidad para surtir de agua a la población.8

    Otra ayuda que hicimos llegar fue por medio de la entrega de una segunda remesa de despensas9 reunida con miembros del proyecto “Etnografía de las regiones indígenas de México” de la Sección de Antropología Social del INAH Yucatán, así como ropa, juguetes y medicamentos reunidos con amigos y vecinos del Fraccionamiento Francisco de Montejo de Mérida, así como con dinero enviado por la Dra. Beatriz Arias, investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.10

      Entre las instituciones que apoyaron más, se encuentran la Fundación Maya, que entregó 50 fardos de cartón de a 1 o 3 por familia así como 30 costales de maíz y despensas con productos varios en repetidas ocasiones. El Colegio de Bachilleres -Plantel Tixkokob- también hizo llegar varias remesas de despensa y agua purificada, así como ropa recolectada en la cabecera municipal. Según la comisaria municipal hubo cerca de 40 instituciones que apoyaron de varias maneras a la población de Hubilá con despensas, ropa, medicamentos etc.; entre los nombres que nos proporcionó, están Jerzees, Cáritas, Asociación de Scouts de Yucatán, Universidad Autónoma del Estado de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional Autónoma de México, Cobay Tixkokob, Domino’s Pizza, etc.

    Esta presencia de instituciones y grupos altruistas contrasta con la poca ayuda gubernamental recibida. Si bien es cierto que hubo gente que esperaba que le solucionaran sus problemas, también lo es lo que algunos argumentaban: “somos yucatecos igual que los de Mérida o los de Tixpehual, que no seamos panistas, eso es otra cosa” y "¿por qué a ellos si les dan ayuda y a nosotros no?"11



Los productores

La poca gente que sigue trabajando en la hacienda ha buscado nuevas formas de subsistir tras la muerte del henequén, por lo que han surgido nuevos productores que no escaparon a la fuerza de Isidoro. Así, tenemos la presencia de 7 apicultores que sufrieron pérdidas en su infraestructura y por la muerte de gran parte de sus abejas; a casi dos meses del huracán solamente han recibido 3 kilos de azúcar cada uno para alimentar a sus abejas.

    Por el poco apoyo que han obtenido, una agrupación de horticultores que inicialmente era de 9 personas, se ha reducido en la actualidad a 4 miembros que siguen trabajando en una unidad hortícola que tuvo pérdidas de mangueras, semillas, fertilizantes y abono almacenado, así como la totalidad de sus sembradíos consistentes en 4 mecates de cilantro, 2 de rábano, 3 de chile habanero, 3 de chile xkatik, 2 de lechuga, 1 de hierbabuena, 1 de cebollina, entre otros; a éstos nadie los ha ayudado y hasta la fecha no han podido reactivar su trabajo a falta de insumos. Dentro de esta misma parcela hortícola han activado una pequeña granja avícola, la cual se destruyó prácticamente, perdiéndose así toda la infraestructura, por lo que otras 4 personas han quedado sin este medio de sustento familiar.

    La milpa es una actividad que ya pocos hacen en la hacienda. De las 10 personas que esta vez hicieron milpa, alcanzan aproximadamente 6 hectáreas plantadas con maíz y algunos mecates de sandía, frijol, calabaza y pepino, los cuales prácticamente se perdieron en su totalidad. La promesa del gobierno es entregarles 250 kilos de maíz por cada hectárea plantada, sin embargo hasta la fecha no se sabe si cumplirá o también es otra de las promesas.

 

Los problemas de hoy

Uno de los grandes problemas ahora es la falta de techos, la falta de comida ha quedado atrás; se puede decir incluso que hay gente que tiene de más, mucho más, ya que la cantidad de despensas repartidas por asociaciones civiles, ONG’s, fundaciones, en fin grupos ajenos al gobierno fue enorme. Sin embargo, las ganas de centralizar todo por parte de la autoridad local y la poca organización hizo que se perdiera el control y los favoritismos, los compromisos familiares y políticos provocaron que a la larga se beneficiara a unos pocos, por lo que la comisaria municipal ha perdido la poca autoridad que había ganado en estos días, al grado de que hay gente que la quiere quitar del cargo; en represalia, a algunos de ellos los ha dejado sin apoyos y a otros los ha retirado de sus cargos, por ejemplo al encargado del agua potable, al enterrador y a la encargada de la limpieza del parque, quienes según la comisaria no “jalaron parejo” durante Isidoro, por lo que prefirió sacarlos de su equipo de trabajo, pero en su lugar ha colocado a familiares y allegados suyos.12

    Por su parte, los partidos políticos han jugado también un papel importante para dividir más a la población, pues cada quien ha apoyado a sus copartidarios. Ha sido clara la participación del candidato perdedor del PAN por la alcaldía en la entrega de despensas a gente de su partido; por su lado, el presidente municipal priísta acusa al gobernador de no entregarle lo suficiente para apoyar a la comunidad, al grado de repartir láminas de cartón solamente en la cabecera municipal y las comisarías de Euan, San Antonio Millet y Ekmul y olvidar a Ruinas de Aké, Hubilá y Santa Cruz, que son las más pequeñas y las cuales perdieron prácticamente entre 80 y 90 % de sus techos.

 

Conclusiones

La pronta apertura del camino de acceso a la comunidad así como la organización para la limpieza del pueblo hizo que el propio presidente municipal declarara que Hubilá era un modelo de organización; a nuestro entender esto se logró porque ante las circunstancias se activó la antigua costumbre del trabajo comunal y la organización para atender las necesidades del pueblo, sin ver a quien se ayudaba ni quien ayudaba más que otro. En cuanto el gobierno empezó a dar “apoyos”13 se perdió el control por parte de la comunidad, surgieron los intereses políticos, económicos, etc. que entonces hizo aparecer algo denominado como los “caza-despensas”, pues apenas llegaba alguien extraño, se le arremolinaba la gente en busca de ver quién obtenía más despensas o más “ayuda”; a la gente ya no le importaba quien necesitaba más, sino la queja era que había que darles a todos parejo, de lo contrario se le acusaba de ser sectarista: panista, priista, tóok santo14 o de beneficiar a unos pocos.

    Esta situación ha demostrado nuevas formas de división. Ya no son sólo las divisiones “normales” entre familias o agrupaciones, sino también está presente la división política, la división generacional, la división entre los tradicionales y los modernos, las mujeres y los hombres, los de acá y los de fuera. Ante esta problemática la gente dice que la modernidad ha provocado dichos cambios. Por otro lado, los más grandes recuerdan que “antes de la llamada democracia” era la gente de mayor edad la que impartía justicia y la que tomaba las decisiones en la comunidad y que la apertura para que todos opinen, solamente ha causado divisiones y el enfrentamiento por el poder. Es por eso que la gente opina que Isidoro ha mostrado que se debe volver a las antiguas costumbres y no querer copiar lo de fuera, ni aceptar a que los de fuera quieran venir a imponer sus costumbres o cambiar las nuestras, porque a final de cuentas, como ha manifestado uno de los ejidatarios de mayor edad, “este es nuestro pueblo y unidos debemos fortalecerlo para que aguante no sólo los huracanes sino también cualquier problema que amenace la unidad y la paz”.



Material publicado en: La Revista de la Univesidad Autónoma de Yucatán, Pag. 34, Cuarto trimestre del 2002, Volumen 17, No. 223, ISNN 0186-0180

Profesor investigador del Centro Instituto Nacional de Antropología e Historia-YucatánRegresar






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