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Bordadora de oficio:
una dimensión de la identidad maya femenina

Lourdes Rejón Patrón

 

Introducción

Este trabajo forma parte de una investigación sobre las respuestas de la mujer campesina a un proyecto de desarrollo que, por sus características particulares, irrumpe en las comunidades rurales como una alternativa de producción, empleo y "bienestar", penetrando en diferentes espacios de su vida social. Tal proyecto es la Unidad Agrícola Industrial para la Mujer Campesina (UAIM, por sus siglas), que si bien es cierto propone una alternativa económica para mejorar el nivel de vida de las mujeres y de sus familias, también es cierto que trae consigo una serie de factores que conducen a cambios y cuando estos se manifiestan suelen repercutir en el estilo de vida que, de acuerdo a ciertas condiciones, son cambios que pueden asumirse en armonía o en conflicto, o de plano rechazarse para volver a su modo de vida anterior hasta donde esto sea posible. La forma en que esto ocurre es la materia de nuestro interés. Nos referimos a respuestas de mujeres campesinas que continúan conservando la lengua maya como primera lengua y que aun visten con el hipil tradicional, es decir, resguardan y reproducen rasgos representativos y fácilmente observables de su etnicidad. En su mayoría son analfabetas o con un grado de escolaridad de segundo año de primaria como máximo (sin que esto indique que dejen de serlo), casadas la mayor parte y con un promedio de dos hijos. Se trata de mujeres cuya formación se generó fundamentalmente en un contexto comunitario y familiar "tradicional" sin haber tenido mayor acceso a otras formas de relación o socialización o bien, sin la posibilidad previa de acercarse a distintas maneras y campos de participación más que en aquellos en que era común que intervinieran en el marco de su propia comunidad. Efectuamos el trabajo con socias de la UAIM avícola "Aurelia" de Timucuy, Yucatán, que desde su fundación formal-legal (en 1979) han enfrentado y resuelto un gran número de problemas tanto en la UAIM misma, como en sus hogares y comunidad, a tal grado que llegó a ser utilizada como modelo en el ámbito nacional. La UAIM: política de desarrollo-política cultural

Para continuar, es preciso decir que la figura jurídica llamada Unidad Agrícola Industrial para la Mujer se creó a principios de la década de los setenta, en el marco de una aguda situación de crisis económica, y según los incisos del Artículo 4 del Reglamento de Funcionamiento de la Unidad Agrícola para la Mujer Campesina, tenía como objetivos principales: I.- Propiciar la incorporación de la mujer campesina, no ejidataria mayor de 16 años al proceso productivo del país. II.-Incrementar el ingreso familiar a través del establecimiento de explotaciones agrícolas, pecuarias, agroindustriales, artesanales u otras que puedan ser desarrolladas por la mujer campesina y que sean económicamente factibles. III.-Propiciar los servicios y protección para la mujer por medio de las instalaciones de guarderías infantiles, tiendas de consumo, centros de costura, comedores, lavaderos públicos, asistencia médica y demás que satisfagan esta finalidad. IV.-Desarrollar actividades que eleven el nivel social y cultural de la mujer, como organización de eventos deportivos, espectáculos, campañas sanitarias, remozamiento de la vivienda y otros. Pero estos objetivos no se orientaban básica y exclusivamente a la mujer campesina, aunque constituía su receptor principal. Tenían implícitamente un trasfondo que comprendía problemas de índole más global y apremiante. En el folleto Crédito a la Mujer Campesina, se declara: Uno de los problemas constantes que se vive en el país y que actualmente se ha tornado completamente agudo, es el de la persistente migración del sector rural al urbano. La migración es el resultado de una búsqueda de bienestar económico que no se encuentra en el lugar de origen por lo que se ha hecho necesario que el Gobierno Federal dicte una serie de medidas tendientes a vivificar al sector rural, vía el fortalecimiento y creación de actividades productivas que apoyadas con una infraestructura impidan el éxodo de las familias campesinas. Esto es, en términos generales, una de sus metas era evitar la migración rural presentando una alternativa de empleo para la mujer en su propia comunidad, con un tipo de explotación productiva que intentaba retomar a nivel colectivo el modelo de producción doméstica que normalmente efectuaba la mujer en su hogar como parte de sus tareas tradicionales, por ejemplo: horticultura, fruticultura, producción pecuaria de especies menores, elaboración de conservas y producción de artesanías. El presentar de esta forma la alternativa institucional de apoyo a la producción perseguía que la "incorporación al proceso productivo" resultara menos violenta, para que las actividades a realizar efectivamente "puedan ser desarrolladas por la mujer campesina". Si bien es cierto que este proyecto de desarrollo contempla la viabilidad en el campo de la producción, también refleja en sus objetivos la necesidad de considerar la función tradicional de la mujer en las comunidades rurales. Esto es, se trata de un proyecto de carácter nacional y como tal pretende, al menos en teoría, retomar grosso modo las costumbres y prácticas que considera predominantes en toda población campesina y en particular aquellos que cree caracterizan a sus mujeres. De esa manera, en el campo, se suele pasar por alto la diversidad cultural y regional, dando una idea de homogeneidad y uniformidad que termina derivándose en que la constitución de una UAIM sea semejante en cualquier lugar, atendiendo predominantemente a las diferencias naturales del medio físico para que el proyecto productivo sea "económicamente factible" y dejando en un lugar secundario una serie de diferencias culturales determinadas por cada región y cada grupo campesino (étnico o no). Y no sólo eso, también se soslaya el hecho de que la mujer adquiere derechos y obligaciones distintas conforme varía su ciclo de vida y se modifica su situación familiar. Como proyecto económico de una política de desarrollo la UAIM trae consigo factores para la transformación social, para la modernización, y en su promoción pretende partir de los recursos culturales que se encuentren para que el contenido de su propuesta llegue a ser asimilado sin mayores resistencias y pueda ser usado como un elemento más de la cultura propia. Como proyecto de una política de desarrollo a la UAIM se le puede ubicar dentro de aquellos orientados a satisfacer las necesidades esenciales de la población que presenta condiciones de pobreza extrema, mediante la generación de ingresos y la procuración de "bienestar". Ahora bien, si la política de desarrollo deviene en cambios sociales y culturales, ¿hasta dónde se prevé la dirección de estos cambios?. Debemos entrar en un plano distinto de análisis, el de la política cultural que si bien no es explícita en el programa UAIM, consideramos conveniente esta óptica para acercarnos a él, dado que las leyes, normas y reglamentos que le dan vida llevan tácitamente juicios sobre el deber ser y hacer de la mujer campesina y en relación a lo que es una comunidad rural, lo que deriva en una particular concepción de la forma en que deben constituirse, funcionar y la importancia que se le otorga. Recordemos que la UAIM se crea en la Ley Federal de la Reforma Agraria decretada en abril de 1971 y que resultó trascendental el que México fuera sede del Año Internacional de la Mujer para que se reconsiderara este programa, no sólo por el compromiso que el Estado aparentaba tener con las mujeres y sus reivindicaciones, sino también por la oferta de agencias internacionales de proporcionar financiamiento especial, vía crédito, para ponerlo en marcha. Se podría pensar en aquel entonces que la mujer campesina ya había logrado su "Carta de Ciudadanía" y su "Certificado de mayoría de edad"; no obstante, los tiempos tomados para reglamentar lo relativo a la UAIM y la cantidad de artículos (más de cien) contenidos en las normas y reglamentos indican lo contrario. Los hechos advierten un profundo escepticismo en cuanto a la capacidad de la mujer campesina para trabajar y producir de manera autónoma, colectiva y organizada. Escepticismo materializado en un cúmulo de reglas, guías y modelos de procedimiento, acompañado de la acción de promotores, supervisores, asesores, de la ingerencia de líderes campesinos y, por supuesto, de los hombres del ejido que se ven con el derecho y la obligación de "ayudar" a "sus mujeres", claro está, siempre y cuando hubiesen accedido a la formación de una UAIM. ¿Parece razonable que tantos medios y recursos humanos se empleen en la tarea de organizar, capacitar, asesorar, recomendar, etc.? ¿Y cuáles han sido los resultados de tanto esfuerzo?. Teresita de Barbieri apuntaba ya desde en 1983, que a principios de esa década existían 4,950 UAIM por igual número de Decretos Presidenciales y que de ellas funcionaban realmente sólo 280 y preguntaba "¿Qué ha pasado con ellas?". Creemos que su duda continúa sin aclararse, hasta ahora nadie se ha impuesto la colosal tarea de saberlo y en todo caso son pocos y ocasionales los intentos de dar una respuesta; intentos que a lo sumo abarcan un nivel regional y los más de ellos se quedan en estudios de caso. Ahora, en 1993, ¿cuántas funcionan realmente y en qué condiciones?, ¿cuántas existen sólo en el papel? y ¿qué número de mujeres participan?. Son preguntas abiertas que últimamente comienzan a obtener respuestas dado el auge que ha tomado la cuestión de la mujer campesina en la política nacional e internacional. En abril de 1991, la Coordinadora Nacional del Programa de Organización de la Mujer Campesina (Lic. María Guadalupe Martínez Ruiz) aseveró que "en estos momentos hay la voluntad política para que la mujer sea tomada en cuenta, sobre todo la del campo, pues es una fuerza que no se ha aprovechado cabalmente" y comentó que existían 5,080 UAIM, de las cuales 118 se localizaban en Yucatán. Y a menos de un año, en febrero de 1992, la misma funcionaria informó: El Programa de las Unidades Agrícolas Industriales de la Mujer, UAIM, tiene autorizado un presupuesto de aproximadamente 10 mil millones de pesos para apoyar las actividades productivas de las mujeres campesinas que actualmente están organizadas en 6 mil 300 grupos existentes en todo el país [pero también] reconoció que aún cuando las 6 mil 300 UAIM ya están organizadas y en plena actividad, falta por constituirse legalmente el 40 por ciento de las mismas, sin embargo el proceso de regularización ya se está llevando [en cuanto a esto agregó que] con base en la nueva ley reglamentaria nosotros -la SRA- nos vamos ha modernizar y elaboraremos normas de organización y funcionamiento de las UAIM, para estar acordes con la realidad que se está viviendo ahorita. Se simplificarán los trámites para que cada UAIM pueda regularizarse en el menor tiempo posible. [Y finalmente anunció] la futura elaboración de un catálogo de todos los productos que se generan en las UAIM del país, para así poder tomar medidas encaminadas a la mejor comercialización de los mismos. Declaraciones que, de una u otra forma, vienen a reforzar nuestros comentarios. Además, tomemos en cuenta que en 1993 se cumplen quince años de que las primeras UAIM comenzaron a funcionar, a crearse en el terreno, enfrentar y solucionar problemas o a encararlos sin posibilidades de triunfo y ... desaparecer, dejando en cualquiera de los casos profundas huellas personales, familiares y comunitarias que marcan la memoria individual y colectiva que intervendrá en la decisión de si se le apuesta o no a la modernización y al desarrollo, bajo la forma de algún nuevo proyecto o programa. Ahora, en 1993, por información oficial sabemos que en el estado de Yucatán existen 275 UAIM constituidas, de las cuales funcionan 130 con apoyo de la Secretaría de la Reforma Agraria y también 20 Sociedades de Solidaridad Social conformadas sólo por mujeres; pero estos nuevos apoyos aún no permiten aventurar conclusiones. Mujer, cultura y desarrollo

En fin, a partir de lo anterior, encontramos tres fenómenos que se imbrican en la meta de lograr la modernización; superposición en donde se aglutina la condición femenina y su particular carácter cultural, con proyectos de desarrollo directamente formulados para la mujer campesina en su propio medio. De aquí que se derive la necesidad de encontrar nuevos caminos de análisis y explicación tal como apunta para un contexto más general Diego Iturralde: Hay una serie de temáticas [que "requieren ser reexaminadas desde nuevas perspectivas" ] hacia las cuales vale la pena extender el ejercicio crítico y analítico, como las provocadas por los movimientos de ciertos sectores poblacionales emergentes: mujeres, pobladores de barrios marginales, jóvenes, etc. [...] El estudio de la vida cotidiana y sus transformaciones en tanto concreción de la cultura ha empezado a llamar la atención de algunos sociólogos y antropólogos. Temas viejos y nuevos caben en un programa de reflexión sobre la cultura; la primera condición parece ser su estrecha vinculación con la práctica social. Por ello, consideramos conveniente presentar un breve panorama de como se ha dado tal proceso y su estudio. En este contexto, el Estado ha realizado importantes esfuerzos para lograr el "despegue" económico, esfuerzos que han repercutido en otros espacios distintos a él, distintos pero no ajenos. Así, por ejemplo, Margulis apunta que existen cuatro diferentes planos de relación y contradicción entre cultura y desarrollo:

a) las contradicciones y conflictos producto de la desigualdad social que se expresan tanto en lo económico y social como en lo cultural;
b) formas de adaptación cultural que acompañan a los cambios derivados del desarrollo económico;
c) la oposición entre formas culturales propias de los sectores más "modernos" (clase media y alta), y la cultura de los sectores culturales urbanos, las etnias postergadas y los campesinos;
d) las desiguales condiciones en que se encuentran los diversos sectores sociales frente a sus posibilidades de consumo y disponibilidad de satisfactores básicos y en relación con las diferentes estrategias económicas y culturales que son por lo tanto necesarias para su reproducción social, en oposición a la uniformidad de los mensajes a que están expuestos por igual, provenientes de los medios masivos.

Es así que complejidad del desarrollo y sus efectos ha dado pie al actual resurgimiento de la cultura como tema y como herramienta de análisis en investigaciones sociales. El estudio de la cultura se presenta ahora bajo una lógica distinta a la que venía siguiendo hasta la década de los setenta, de tal forma que su vuelta a escena parte primero de los movimientos sociales, después de la práctica y finalmente de la explicación y crítica. En efecto, ante nuevos hechos sociales de difícil explicación desde las ópticas precedentes (la cuestión agraria y movimientos campesinos, los estudios sobre industrialización, desarrollo, el crecimiento urbano, la sociodemografía, el feminismo, etc.), los analistas se vieron involucrados en esfuerzos de comprensión y crítica que los introdujo en un nuevo debate sobre la pertinencia de los estudios de cultura y el contenido que ésta debería comprender.

Así, en América Latina frente a los procesos de desarrollo y modernización intervienen al menos tres hechos para dar paso a los estudios sobre cultura:

a) la acumulación de investigaciones empíricas sobre procesos culturales, en donde se distingue una clara definición del objeto de estudio y una metodología que, siguiendo el ritmo del desarrollo teórico internacional, se adecua a las condiciones particulares regionales;
b) el que destacados estudiosos de la problemática social de América Latina se hayan dedicado a la investigación de los proceso culturales, y
c) que en investigaciones de sociología política y urbana se haya considerado a la problemática cultural como una dimensión clave y específica. Historia de una unidad.

Una historia de sobresaltos A mediados de 1993 en el estado de Yucatán se encontraban registradas 275 UAIM de las cuales 200 contaban con apoyos, especialmente de la Secretaría de la Reforma Agraria, beneficiando a más de dos mil mujeres organizadas para la producción hortícola, porcícola, avícola, citrícola y artesanal. Este panorama contrasta con el de años anteriores debido a que desde principios de los noventa se cuenta con recursos de forma expedita y oportuna, lo que para el estado significa un alto número de UAIM funcionando y funcionando bien. Para que esto ocurriera fue necesario que confluyeran varios factores, tanto de la situación general nacional y estatal como de la individual de la "Aurelia" ya que encontramos por un lado:

a) la voluntad política y económica de resolver el problema de la Zona Henequenera de forma integral, canalizando recursos especiales para ello;
b) que se retomara el proyecto de las UAIM, como parte importante de las políticas oficiales dirigidas hacia la mujer en condiciones de pobreza extrema;
c) que la administración pública estatal estuviera presidida por una gobernadora, socióloga interesada particularmente en la condición femenina;
d) que a nivel nacional se reuniera un alto número de funcionarios públicos de primeros niveles y empresarios al frente de cámaras y asociaciones, que al ser yucatecos de origen prestaran especial atención a los problemas del estado y promovieran y apoyaran propuestas e intentos de solución.

Y por el otro, en el caso de la "Aurelia", la presencia de una presidenta lider con características muy especiales, quien supo aprovechar contactos políticos y capitalizar relaciones y conocimientos, lo que aunado a la libertad de decisión y acción otorgada por el grupo de socias en su conjunto fueron factores que permitieron el desarrollo sui géneris de esta UAIM. Es importante abundar en el hecho de que la Unidad en observación nació coyunturalmente en vista de que su lider era delegada de la Liga Femenil de la CNC a nivel distrital lo que le dio acceso a la información sobre la forma de constituir y organizar una UAIM, a la vez que tal posición le permitió el acceso a funcionarios y representantes institucionales quienes le dieron todo el apoyo requerido para esos fines. Ahora bien, lo que aquí interesa no es tanto la historia de la UAIM "Aurelia" en particular como modelo de buen desarrollo de un programa, si no más bien importa destacar la parte que corresponde a las mujeres que lo lograron, mediante la adaptación, renovación y adecuación de sus prácticas y costumbres en un esfuerzo que significó no pocos cambios y sacrificios. Por lo anterior, se expondrán los sucesos más relevantes de la historia de la Unidad con el fin de mostrar las estrategias elaboradas por las socias para consolidarse como grupo de trabajo. Y esto viene al caso en tanto que la vida cotidiana de la mujer campesina de la Zona Henequera presenta regularidades que se corresponden con el medio físico, social, económico, político y cultural que comparten. Su cotidianidad se ordena en torno y mediante las actividades del trabajo doméstico en su propio hogar, las diferencias que se pueden observar se dan fundamentalmente por la estructura y composición sociodemográfica de las unidades domésticas. Pues bien a principios de 1978, en el marco de la reestructuración henequenera y ante la severa crisis que se enfrentaba, 32 mujeres de Timucuy, motivadas y convencidas por la presidenta local del Comité Femenil de la CNC y organizadas por promotoras sociales del IMSS, comienzan a gestionar apoyo para el fomento de huertos familiares "como un grupo de campesinas". Los primeros pasos fueron solicitar semillas e injertos en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos y pedir permiso a las autoridades de la Unidad Médica Rural del IMSS para utilizar los patios de la instalación con fines productivos. Fue un buen comienzo. Sin embargo con el cambio de administración de la Unidad Médica tuvieron que desalojar el terreno a pesar de que se encontraba en plena producción. Este hecho marca el inicio formal de la UAIM "Aurelia", cuyo nombre completo es "Profesora Aurelia Sabido de Calderón" como una forma de agradecimiento y reconocimiento al líder campesino Rubén Calderón Cecilio quien les apoyó durante los trámites y gestiones. En una entrevista otorgada al Boletín interno de difusión del Banrural Peninsular la presidenta de la UAIM comentó: Nos dimos cuenta que la situación cada día estaba peor, que la comida cada día era más escasa porque lo que ganaban nuestros esposos no alcanzaba para más. Ante esta realidad no podíamos quedarnos cruzadas de brazos. [y en cuanto a los terrenos de la clínica, apunta que] Nos convencimos entonces que el que siembra en tierra ajena hasta la semilla pierde. Por eso, ante esta experiencia, nos organizamos para obtener un terreno propio, un terreno que nos permitiera producir comida sin tanto riesgo. Frente a ese problema se ven en la necesidad de recurrir a una forma de organización que les diera representatividad legal. Es así que después de negociar con las autoridades municipales y ejidales logran que el 1o de julio de 1978 se convoque a una Asamblea General Extraordinaria para la constitución de la Unidad Agrícola Industrial para la Mujer de Timucuy, que tendría verificativo el día 24 del mismo mes. Una vez realizada, se acuerda dotar al grupo de mujeres con 300 mecates (12 ha.) a un kilómetro de la población y nombrar a su representante para iniciar los trámites de creación legal de la UAIM. Durante tres meses, hasta el 28 de octubre, el tiempo se emplea en conseguir autorizaciones, permisos, consultas, etc..

Ese día se levanta un Acta Constitutiva en donde las 25 mujeres que podemos considerar como las verdaderas iniciadoras de la UAIM (en tanto son las que comienzan de manera oficial todos los trámites) organizan una "sociedad de campesinas" para producir huertos familiares con hortalizas y cítricos en su propio terreno, a la vez que solicitan su reconocimiento para poder introducir productos al mercado municipal "Felipe Carrillo Puerto" de Mérida. En el camino recorrido y sin lograr aún su constitución legal ya habían desertado siete de las pioneras. Los trámites continuaron y la espera se alargó sin obtener mayores resultados, la normatividad legal de la UAIM todavía no estaba completa. El día 15 de enero de 1979 la presidenta solicitó al comisario ejidal permiso para constituir una UAIM con 24 socias y le manifiesta que con el fin de acelerar el proceso operarían a través de los Comités de ese comisariado. La solicitud obtiene respuesta un mes después, mediante la Primera Convocatoria con fecha 27 de enero de 1979 que cita a una Asamblea General para el 6 de febrero próximo. Dos días después envía un oficio al Banco de Crédito Ejidal de Yucatán como representante de 13 mujeres (11 menos ya), con el fin de tramitar crédito para trabajar aves de engorda, crédito que fue aprobado hasta mayo del siguiente año. En la Asamblea celebrada el 6 de febrero no se reúne Quórum (50% + 1) y se decide convocar a otra para el día 14 del mismo mes, se aclara que en esa reunión se tomarían acuerdos independientemente del número de presentes. En la fecha señalada se efectúa la asamblea sin Quórum pero con los representantes de la SRA, del Comisariado Ejidal y de la Presidencia Municipal y en ella se constituye oficialmente la UAIM "Aurelia" con 30 socias, 10 de las que iniciaron gestiones, 15 sustituciones y 5 "altas". Ese mismo día se ratifica el acuerdo de conceder una parcela de 12 ha. y se entrega junto con sus respectivos Derechos Agrarios; once días después se solicita ante la Delegación de la SRA su inscripción en el Registro Agrario Nacional con un padrón de 36 socias. A la espera del crédito avícola tramitan uno para la siembra de 2 ha. de jitomate y 2 ha. de sandía; mientras tanto prepararon el terreno para el cultivo y simultáneamente limpiaron 8 ha. del área donde construirían las instalaciones de la granja. El trabajo invertido en estas actividades presentó una serie de dificultades (básicamente en la distribución de tareas) que, aunadas a la incertidumbre de la obtención del financiamiento para instalar la granja, provocó una deserción masiva en la que quedaron sólo nueve de las fundadoras, a las que posteriormente se unieron 15 más de manera paulatina. Cabe comentar que las nuevas socias eran parientes de las que se quedaron.

En septiembre de 1979 se autorizó el crédito para la producción agrícola, con el que se adquirió un pequeño sistema de riego, semillas, fertilizantes y demás insumos, además de que parte de él se utilizó como crédito de avío para sostener el trabajo mediante cuotas semanales. El monto total fue de 286 mil pesos. Frente a esta perspectiva se reincorporaron ocho de las antiguas socias, lo que comienza a ocasionar problemas: el número de mujeres resultaba excesivo para la superficie susceptible de explotación y el monto de crédito de avío disminuía sensiblemente por socia. Por este hecho y por problemas técnicos se perdió gran parte de la cosecha. Para ese tiempo cada socia recibía 65 pesos a la semana a través del crédito de avío, en tanto los ejidatarios henequeneros obtenían un promedio de 175 pesos semanales. Como punto de comparación, el salario mínimo de la zona era de 90 pesos al día. En mayo de 1980 se obtiene un crédito de poco más de 6 millones de pesos para la construcción de una granja de crianza y desarrollo avícola. Las instalaciones estuvieron listas en noviembre del mismo año y constaban de cuatro "naves" con una capacidad máxima de 15 mil gallinas cada una, también tenía cuatro silos, tanque de agua, bodegas, casa para el velador y baños; sin embargo, por una reconsideración del propósito de la granja se suspendió su equipamento para dirigirlo al propósito de aves de postura (ponedoras), por tal motivo habría que readecuar la construcción original. En el año que duran estas obras las mujeres continúan con su actividad agrícola obteniendo resultados poco satisfactorios y con ellos bajos beneficios mientras veían aumentar su deuda, que en septiembre de 1981 cuando se inaugura la granja ya ascendía a 20 millones de pesos.

Un dato significativo para medir la magnitud de la deuda es el ingreso promedio anual de un ejidatario que no llegaba a 20 mil pesos y si se dividía la deuda, cada una de la socias tenía un compromiso con el Banrural por 625 mil pesos. A fines de octubre llega la primera remesa de gallinas y comienza a funcionar una caseta con 14 mil. Esto trajo los primeros beneficios pero también más problemas, sobre todo en la organización y distribución de tareas. Las 16 socias destinadas a la granja (cuatro por caseta) tendrían turnos de doce horas por los que recibirían 200 pesos a la semana, las demás continuarían en las labores agrícolas esperando que en la rotación (alrededor de un año) les correspondiera atender la producción avícola que según ellas, resultaba menos cansada y les redituaba mayores beneficios económicos, pero esta espera les parecía larga y la designación de los relevos injusta, lo que dio lugar a nuevas deserciones y con ellas, sustituciones. En 1982 la granja ya trabajaba a toda su capacidad pero los problemas en la organización traían consigo un constante ir y venir de socias que requerían capacitación continua con la que no contaban formalmente. Problemas administrativos y contables y la falta de asistencia técnica, fueron en lo productivo factores que incidieron negativamente en la producción, arrojando números rojos y presentando una cartera vencida (retraso de los pagos) de 50% sobre los adeudos que ya ascendían a más de 40 millones de pesos. Ante tal situación, a principios de 1983, las dependencias del ramo (Banrural, S.R.A. y S.A.R.H.) deciden intervenir y se designa personal capacitado para apoyar los trabajos de la granja. A solicitud de algunas socias y por recomendación de técnicos y promotores, la S.R.A., basándose en los reglamentos, favoreció el cambio del comité administrativo de la UAIM argumentando que la presencia de la presidenta generaba conflictos, además de que se le imputaba la mayor parte de las deserciones en tanto era quien decidía la división del trabajo; sin embargo este cambio no fue posible dado que por un lado, la mayor parte de las socias no estaban capacitadas para ocupar la presidencia y por el otro, las nuevas socias no estaban de acuerdo con la sustitución como una muestra de solidaridad en retribución -se dice- a su incorporación a la UAIM; cabe señalar que hasta abril de 1988 la presidenta continuó al frente del comité de administración, como presidenta, a pesar de que con ello se contravenían normas y reglamentos. El apoyo periódico y constante trajo buenos resultados y a fines de 1984 ya producían 1,200 kg. de huevo al día; para entonces ya habían pagado un total de 150 millones de pesos y funcionaban mediante crédito revolvente, por lo que gran parte de las utilidades se destinaban a pagar lo más pronto posible la deuda. Para ese tiempo, cada una de las 27 socias obtenía cerca de 3 mil pesos a la semana, el triple del promedio devengado por los ejidatarios henequeneros. A fines de 1987 la "Aurelia" estaba conformada por 25 socias (sólo 7 de las 32 fundadoras incluyendo a la presidenta) de las que 16 estaban en turno (incluyendo a la presidenta y a la secretaria), 2 atendían el local con que contaban en Mérida y 7 estaban en receso mientras les correspondía participar en el ciclo productivo, mientras tanto cubrían suplencias. Ya mencionamos los motivos de abandono de las socias originales, sus paulatinas sustituciones y el porqué de las reelecciones de la presidenta. Consideramos conveniente destacar que en los padrones de socias se nota una relación entre los apellidos que supera los límites de la casualidad, aún tratándose de una localidad pequeña.

Cada una de las 18 socias que participaba en el proceso productivo recibía una cuota semanal de 18 mil pesos, tres veces más que el promedio del jornal ejidatario, además obtenían 19 mil pesos bimestrales por concepto de utilidades. En 1987 y 1988 como producto de una excelente producción, se asignaron un aguinaldo de un millón y medio de pesos en promedio, cuota que se fijó de acuerdo a los intereses de un fondo que tenían a plazo fijo; asimismo tenían derecho a un kg. de huevo a la semana y a adquirir dos kg. más por poco más de la mitad del precio de venta, a lo que se sumaba la posibilidad de comprar las gallinas que producían poco, por menos de la mitad de su precio en el mercado (1,250 pesos). Las socias en receso tenían los mismos derechos con la excepción de la cuota semanal. Cuando la Unidad funcionaba en pleno, entre 1985 y 1989, las actividades en la granja se iniciaban a las 7 de la mañana y terminaban a las 4:30 de la tarde. La jornada se distribuía de la siguiente manera: de 7:00 a 7:45, poner alimento en los comederos; 7:45 a 8:00, barrer las "naves"; 8:00 a 9:00 recoger huevo y llevarlo a la bodega para pesarlo, acomodarlo y estibarlo; 12:00 a 15:00, descanso que se utilizaba para ir a sus casas a preparar la comida o realizar otras actividades domésticas; 15:00 a 15:30 mover el alimento para eliminar residuos; de 15:30 a 16:30 las mismas actividades que de 8:00 a 9:00.

A estas tareas se agregan cada quince días lavar las "copitas" (bebederos) en las que ocupan tres horas diarias durante cuatro días, y lavar comederos en lo que ocupan seis horas en dos días. Recibían asistencia técnica, de gestoría y organización tres veces por semana por parte de una ingeniera agrónoma empleada del FAAPY (antes Fideicomiso Henequenero) y asistencia médica por parte de un M.V.Z. particular al que sólo le pagaban la gasolina que utilizaba en trasladarse desde Tecoh (población cercana) en donde atendía una granja. Esta última relación nació desde 1984 cuando el médico fue comisionado por el Fideicomiso Henequenero para apoyar a la Unidad, al desaparecer el Fideicomiso fue liquidado y ahora les prestaba sus servicios sólo por "amistad... porque es buena gente", sin embargo la presencia de un M.V.Z. no se requiere frecuentemente porque cuando reciben las gallinas ya están vacunadas y los cuidados que las socias les proporcionan evitan mayores problemas.

Durante este período la infraestructura y equipo se encontraban en buen estado gracias a un mantenimiento adecuado y constante. Además de las instalaciones y del equipo original, contaban con un camión de tres toneladas y una pick up, adquiridos mediante un financiamiento por 16.5 millones de pesos. Habían 45,800 gallinas de postura, distribuidas entre las cuatro "naves". Las aves se encontraban en diferentes fases productivas: 24 mil en un ciclo avanzado de producción (las próximas a ser sustituidas) y el resto iniciaba su ciclo, destacando 13 mil recién adquiridas con un préstamo de 45 millones de pesos, de los que ya habían pagado 10. La producción promedio semanal era de 213 mil huevos con un peso total de 11,805 kg., de los que obtenían por su venta poco más de 13 millones de pesos. El costo promedio de producción a la semana ascendía a más de 11.6 millones de pesos, quedando una utilidad neta de 1.5 millones que se utilizaba para el pago de los créditos. Con esta producción y ritmo de pagos, a mediados de 1987 ya habían finiquitado el monto total de los créditos contratados desde 1980. El producto se vendía en su mayoría en la misma bodega de la Unidad, 81% de él lo compraban distribuidores que lo recogían con sus propios transportes y lo trasladan a Mérida y al puerto de Progreso principalmente, 3% lo compraban habitantes de la localidad y el 16% restante lo vendían en su propio local de Mérida. Las percepciones de las socias eran de 56 mil pesos semanales, más reparto de utilidades, aguinaldo y la oportunidad de comprar huevo y gallinas al costo de producción. Por su parte a la presidenta y tesorera obtenían a la semana una suma adicional de 30 mil pesos y de 20 mil la secretaria. Por concepto de salarios pagaban semanalmente 94 mil pesos al contador, una cifra igual al chofer, 65 mil al velador y 48 mil a cada una de las dos vendedoras que se ocupaban del lugar con el que cuentan en Mérida . El mostrar estos números y añadir que en 1989 el registro contable presentó cifras superiores a los mil millones de pesos por concepto de ingresos y egresos, con una ganancia neta de más de catorce millones de pesos (suma depositada a plazo fijo que abonarían a la deuda para reducir el pago de intereses) a lo que se agrega el cuantioso monto de las instalaciones y vehículos, es una situación que nos conduce la pregunta ¿estarían realmente conscientes de lo que poseían? y las instituciones ¿habían previsto una situación semejante?.

A finales de 1989 después de un período de estabilidad y bonanza, la "Aurelia" entró a una de sus más duras y largas pruebas. Las socias se dividieron en dos grandes grupos: por un lado las que se unieron abierta o veladamente a cuatro "disidentes" declaradas que consideraban que ya era oportuno el cambio de administración y dirigencia, argumentando que tanto tiempo al frente de la Unidad se prestaba a malos manejos y anomalías (lo cual resultaba difícil de comprobar) y por el otro, estaban aquellas que consideraban que gracias a tan larga estancia de la presidenta y su correcta actuación, la "Aurelia" había logrado ser lo que era, una UAIM modelo a nivel nacional. El conflicto se agudizó aun más cuando las mujeres consideraron que la posición "privilegiada" de ciertas personas allegadas a la presidenta, daba pie a la obtención de condiciones económicas y laborales más ventajosas en la Unidad. Todo esto creó una ola de malestar que repercutió desfavorablemente en las relaciones de trabajo de las mujeres y las alertó para pensar en la dirección colectiva del proceso en su conjunto. Mientras tanto, se levantó una demanda con la que se promovió orden de aprehensión contra la directiva original. Todo esto llevó a la intervención de abogados, huir y esconderse, gastar los recursos de la Unidad, etc. Finalmente la UAIM se mantuvo cerrada y en abandono durante un par de años y el 28 de enero de 1992 se realizó la "Asamblea para la reorganización de la Unidad", en donde se efectuó, entre otros puntos, la elección de nuevos Comités, administrativo y de vigilancia, con el fin de reanudar el trabajo en la granja. Ese día se les prometió la apertura de nuevos créditos y apoyos técnicos, administrativos y de organización, lo que se comenzó a cumplir a fines de año con la aprobación de un crédito por cien millones de pesos y la dotación de cinco mil gallinas para comenzar.

Las participantes comentan que ahora ya aprendieron y que no fracasarán. Sus esposos las alientan a continuar e incluso les ofrecen su ayuda en la misma granja. Todos probaron una forma de vida distinta, que en lo cotidiano se reflejaba en un nuevo estilo de vida, con mayores y mejores consumos o al menos con menores apremios. Si la UAIM no es la solución a los difíciles problemas del sector campesino, al menos representa una buena alternativa que vincula producción con arraigo y con modernización sin grandes rupturas. Las protagonistas. Primer acercamiento Queremos señalar que manifestaciones tales como lengua o vestido no se han modificado ya que todas las socias hablan la lengua maya y también, todas usan hipil, que las participantes pertenecen tanto a familias extensas como nucleares, que algunas son jefe de familia, que hay mujeres solteras, casadas y viudas y que sus edades fluctúan entre los 18 y 70 años. ¿En donde se refleja el impacto de la UAIM? ¿cuáles son las características que unen a estas mujeres?. Consideramos que las respuestas están en la mujer misma, en el marco de las relaciones comunitarias, en sus actitudes y nuevas formas de percibir y percibirse, en el sentido que confieren a su posición actual en la familia, en su comunidad y en la sociedad en general. En sus respuestas frente a las reacciones, en su resistencia vía afirmación o reinterpretación, adecuación y adaptación, en la reproducción renovada de sus costumbres; en suma, se trata de un cambio en la organización de la vida, en los esquemas de representación e interpretación del ser y del deber ser, que no se exteriorizan en la indumentaria o el lenguaje, o en signos igualmente observables, que no circulan por diferentes contextos que le confieran un sentido distinto del que nació originalmente. Lo que aquí circula son relaciones cargadas de un nuevo sentido dentro de su misma trama y que transitan entre el trato personal entre las socias, de ellas con su grupo doméstico y ambiente social inmediato, así como con su comunidad y en su momento, en donde resulte necesario y como la mujer es parte integrante de una unidad doméstica lo que ocurra con ella repercutirá en su grupo familiar; repercusiones cuya intensidad variará según el lugar que ocupe en la posición de parentesco y las funciones que se le asignen por esa posición. Ahora bien al aceptar que la unidad doméstica juega un papel importante en la reproducción y que la cultura es la forma en que se regula y posibilita su reproducción, coincidimos con Margulis cuando expone que estas unidades prolongan, refuncionalizan y a veces modifican y adaptan las características tradicionales de las familias campesinas y bajo esta lógica la reproducción aparece como la capacidad para lograr como grupo la continuidad en el tiempo.

Esa disposición se demuestra en la creación, adaptación o aceptación de espacios para el cambio, que la mujer incorpora conforme lo vayan requiriendo sus nuevas actividades, derechos y obligaciones en la UAIM. Aclarando, cuando se promueve o cuando se solicita la apertura de una Unidad Agrícola Industrial para la Mujer Campesina, se parte del supuesto de que todas las mujeres de una comunidad (que cumplan con los requisitos legales) tienen las mismas oportunidades de asociarse a ella y que la decisión para hacerlo o no es un factor de índole personal, así como también lo es el hecho de desertar o permanecer en la Unidad. Pero nos preguntamos ahora ¿cuáles son los móviles que intervienen en la toma de decisiones? y es aquí en donde consideramos que para obtener respuestas resulta necesario adentrarse en la vida cotidiana, personal y comunitaria, en historias de vida, así como en el campo de los eventos colectivos extracotidianos, en las condiciones objetivas y subjetivas que determinan actitudes diferentes frente a una misma situación, a una misma oferta. En este sentido nos preguntamos a la vez, ¿cómo conocer los fundamentos de tales elecciones y los elementos que entran en juego para inclinar el fiel de la balanza hacia uno u otro lado?, ¿cómo conocer el orden de prioridades de satisfacción de necesidades materiales o no y entre estas dos a cuál se le da mayor peso y en qué circunstancias?; pero las preguntas van más lejos del cómo conocer, tienen que llegar al punto de que una vez salvada esa primera etapa, con qué herramientas teóricas se construirán los datos y desde que perspectiva serán analizados. Ya expusimos nuestra posición y como se habrá observado las mujeres se ordenan en torno a la reorganización de la vida cotidiana en términos de prácticas y costumbres, de estilo de vida, en el tránsito de esquemas de percepción, comportamiento y apreciación, en las reacciones y características individuales, familiares y comunitarias tanto en lo cotidiano como en las esferas no-cotidianas. Bajo este panorama, para las mujeres en cuestión, integrarse a una UAIM y sobre todo permanecer en ella no fue tarea fácil. Desde sus inicios, pero fundamentalmente durante el período de auge, las socias se vieron en la necesidad de organizar su espacio doméstico de acuerdo a las exigencias de tiempo de la producción. Las funciones de los miembros del grupo familiar tuvieron que acentuarse y reestructurarse en relación a la nueva forma de vida. Tratamos de puntualizar que el individuo actúa y se mueve dentro de un paisaje conocido, aprendido y aprehendido desde la niñez; que conoce sus veredas y recodos, que sabe hasta donde llegar sin correr peligros, que le es posible recorrerlo a ciegas evitando pasar por los tramos escabrosos o desiguales y cuando tiene que entrar en ellos le resulta factible percibir y descifrar los riesgos a fin de enfrentarlos o eludirlos. Ahora bien, cuando se entra en terreno desconocido, la experiencia previa sirve como guía para la nueva incursión, es el manual que dirigirá los pasos, que indicará que hacer y que evitar; pero como la topografía es distinta, implica cambiar señales, agregar otras marcas, variar el ritmo, grabar poco a poco el panorama del nuevo territorio intentando llegar al punto de poder atravesarlo sin mayores tropiezos, sin titubear cuando se esté a obscuras. El no lograrlo significa andar siempre en tierra ajena o bien, un viaje de retorno que no obstante habrá dejado profundas huellas. El que unos puedan adaptarse al cambio y otros no, hablando de un mismo grupo social, dependerá de capacidades individuales y de la posición que se tenga en ese grupo. Pero si consideramos que de una u otra forma todos comparten condiciones de existencia más o menos similares y que se encuentran frente a un rango de oportunidades semejante ¿qué es lo determinante para que unos sujetos las aprovechen y "capitalicen" y otros no?, ¿es qué la oportunidad tiene que coincidir con el momento propicio del individuo? y en todo caso, ¿la concordancia de oportunidad y momento es un hecho individual?. En el caso de la UAIM, veíamos que una de las causas que nos condujo a esta investigación es la relación entre deserción y permanencia en una Unidad que a lo largo de doce años enfrentó múltiples obstáculos y que llegó a servir de modelo por los logros obtenidos. Apuntamos también que continuar en el proyecto productivo o abandonarlo, depende tanto de factores intrínsecos a la actividad laboral, como de las características de la unidad doméstica de las socias y sin dejar a un lado tales supuestos que aluden a las condiciones objetivas, es momento de inquirir sobre las condiciones subjetivas. Las aspiraciones, valores, ideas, creencias, el sentido común, etc., ¿qué tanto intervienen en la toma de decisión? y ¿si esta visión del mundo es expresión de la vida comunitaria y sirve como la base de información que regula las actividades individuales dentro de lo colectivo por qué deriva en respuestas diferentes? y ¿cuál es la lógica de este comportamiento?, ¿sus "engranes" como funcionan?. Las protagonistas vistas más de cerca

En términos generales, para las mujeres que se asociaron y permanecieron en la UAIM, fue necesario reestructurar su patrón tradicional de vida integrándolo a una forma de producción, que si bien rescataba la costumbre también las obligaba a trabajar en grupo, organizarse, tomar decisiones, negociar y relacionarse con gente ajena a la comunidad, etc. Todo esto fue conformando una nueva identidad como mujeres trabajadoras y propietarias, lo que significó asumirse y percibirse a sí mismas de manera diferente a la usual. Las nuevas prácticas, producto de su incorporación al proceso productivo, las llevó a identificarse como mujeres que no sólo se veían obligadas a realizar su función como tales, sino que tenían que cumplir también con las responsabilidades de ser trabajadoras y propietarias a la vez. De abril de 1991 a finales de 1992, cuando la "Aurelia" se mantuvo cerrada, las mujeres se movilizaron de manera inusual, realizando trámites ante las autoridades correspondientes para lograr nuevos apoyos. Durante un año la tarea no arrojó resultados satisfactorios, a pesar de que desde mediados de 1991 se estaba financiando a un gran número de UAIM en el estado como estrategia emergente para paliar la aguda crisis de la zona henequenera. Pero este grupo de mujeres no cesó en su intento de "revivir" su unidad de producción, aunque ello significara reuniones y frecuentes viajes a la ciudad de Mérida a pesar de que ellas mismas tenían que pagar el costo de toda esta actividad.

En la organización del proceso productivo se perfiló una estrategia de relaciones entre las socias que estaba definida principalmente, por vínculos familiares y de amistad. Los lazos de parentesco entre ellas pueden apreciarse claramente en los distintos padrones de socias, además de que los compadrazgos se vieron fuertemente concurridos como una forma de establecer alianzas y compromisos tanto por parte de la presidenta como de las demás socias. Asimismo, la vecindad remarcó, al igual que las relaciones anteriores, vínculos que contribuyeron en gran medida al buen desarrollo de la granja. Prueba de esto fueron las tácticas empleadas para cubrir el trabajo entre socias en momentos de necesidad, las charlas en los tiempos de descanso, la ayuda mutua otorgada en dinero, comida preparada o trabajo doméstico cuando se requería, la buena voluntad para evitar el conflicto en momentos de toma de decisiones respecto a los turnos o votaciones para elegir a sus representantes.

A pesar de lo anterior debemos decir que desde sus inicios la Unidad tuvo que enfrentar una serie de conflictos surgidos de la competencia por obtener los mejores puestos en los ciclos productivos y aquí cabe destacar que el liderazgo y carisma de la presidenta original fue fundamental, al saber amortiguar hábilmente y durante largo tiempo, muchos desacuerdos entre las socias. Así, admitían sus decisiones (favorables o desfavorables) manteniéndose al margen de la administración y concretándose a trabajar y las que no soportaron la presión, alrededor de 50, desertaron paulatinamente, aunque no hay que descartar las características sociodemográficas de los grupos familiares, tal y como ya lo hemos apuntado. Para documentar lo anterior realizamos entrevistas con las 15 socias que estaban en turno durante el período de auge, correspondientes a 14 unidades domésticas que en su conjunto reunían a 102 personas. Lo siguiente se refiere a las características más sobresalientes de este grupo. De las 14 unidades domésticas de las entrevistadas, 4 son nucleares y 10 extensas.

Esto se explica porque es la composición de parentesco aunado al ciclo vital y rangos de edad de las socias lo que facilita o cuando menos ocasiona que resulte menos difícil su incorporación y permanencia en la UAIM, dado que las tareas secularmente definidas para el género femenino encuentran un mayor campo de distribución y no sólo eso, la posición que ocupa la mujer en estas unidades domésticas también determina o mínimamente coadyuva a que los demás miembros colaboren con diferentes tareas y actividades independientemente de su edad y sexo aunque en esto existen ciertas "normas". De las familias entrevistadas ninguna resultó ser nuclear de ciclo vital joven y si bien la UAIM captó mujeres con familias de esa etapa, no logró retenerlas en tanto que en tal tipo de unidades se encuentran niños pequeños que demandan mayor atención y no se cuenta con otros miembros en el predio que les apoyen. Confirmando lo anterior registramos que la mayoría de familias nucleares (tres de cuatro), eran de ciclo avanzado y con un promedio de tres miembros, en contrapartida todas las familias de ciclo vital joven cuatro eran extensas con un promedio de cinco miembros. El apoyo masculino constituyó uno de los factores más alentadores para que las mujeres salieran adelante, apoyo recibido tanto al interior del hogar como en la misma unidad de producción. Claro está que las demás mujeres del predio y/o familiares cercanas, fueron las que cargaron con la mayor parte del compromiso al suplir a la madre, hermana, cuñada, nuera o hija mientras ésta salía a trabajar. En pocas palabras, las características sociodemográficas de las unidades domésticas permitieron o inhibieron la posibilidad de liberar a la mujer ama de casa de las labores domésticas; quienes no contaron con el apoyo familiar desertaron. Por otra parte, el que los varones disminuyeran sus exigencias domésticas fue un factor que contribuyó notablemente: antes de la UAIM lo común era que fueran atendidos por las mujeres, después no sólo se atendían a sí mismos sino que colaboraban con ciertas actividades tradicionales de las mujeres tales como leñar, supervisar tareas escolares, servirse la comida, buscar su ropa, cuidar de la producción del solar y realizar actividades de abastecimiento en general; en la granja desyerbaron y regaron la parcela de hortalizas, reconstruyeron cercas y llevaron comida a las socias que preferían comer ahí que trasladarse hasta su casa.

En cuanto a lo femenino, culturalmente se considera a las mujeres mayores de diez años aptas para encargarse del cuidado de la casa con todas las actividades y responsabilidades que el trabajo doméstico implica. Tradicionalmente las niñas inician su adiestramiento dentro del hogar a partir de los 8 años con la idea de que cumplan con sus deberes lo más satisfactoriamente posible al momento de casarse. Antes de esa edad, las tareas que se les encomienda son consideradas como apoyo esporádico que no obstante sirve como una forma de aprendizaje-capacitación, entre las que se encuentran vigilar y entretener a los hermanos menores mientras las mujeres mayores se encargan de las tareas del hogar, realizar algunas compras o encargos en tiendas y casas cercanas, recoger objetos tirados dentro del predio, etc. De las 52 mujeres comprendidas en las entrevistas, encontramos 38 (73%) mayores de diez años, mujeres entre quienes se distribuyó el trabajo doméstico para 63 personas más ellas mismas. Si consideramos que quince eran socias en "turno", quedan 23 mujeres (de las cuales 80% tiene una edad entre 10 y 29 años) que se responsabilizan de ese trabajo mientras las otras se dedican a la granja. En el período de éxito, los recursos económicos de las socias se destinaron fundamentalmente a satisfacer necesidades básicas de la unidad doméstica en su conjunto; el que estos ingresos fueran superiores a los que se podrían obtener en otras ocupaciones repercutió en las demás mujeres del mismo predio, que apoyaban y suplían a las primeras cuando salían a la UAIM, como una estrategia de vida que significaba que algunas de ellas dejaran de trabajar fuera de la comunidad a cambio de una redistribución de actividades domésticas que iba acompañada de la posibilidad de un consumo menos precario. De esta forma se lograba también que una de las metas del programa UAIM se realizara: evitar la migración. En términos generales, el consumo alimenticio no mejoró en calidad, pero sí en cantidad; de no ser por el aumento de pollo y huevo en la ingesta nutricional, se continuó con la dieta tradicional (tortilla de maíz y frijol) y cabe mencionar que el aumento en el consumo de refrescos embotellados fue notable. Por otra parte, el dinero ganado en la Unidad se utilizaba conforme se recibía y permitió que los ingresos de los demás miembros del predio contribuyeran a mejorar en cierta medida las condiciones de la vivienda, mediante la adquisición de algunos enseres domésticos o materiales de construcción.

A pesar de que los hijos e hijas solteras que trabajan utilizan su dinero para vestirse y pagar los gastos generados por su traslado a la ciudad, lo más usual es obtener crédito en las mueblerías de Mérida en las que realizan pagos semanales por adelantado a la entrega de la mercancía. En este período, los enseres de mayor demanda fueron estufas, roperos, máquinas de coser mecánicas y aparatos eléctricos tales como grabadoras, equipos de sonido, televisores y ventiladores. Como se puede observar, este tipo de consumo es más suntuario que práctico en la medida en que contribuye principalmente al descanso y esparcimiento, en vez de atenuar la carga doméstica. A primera vista, en los tiempos de auge, las casas de las socias de la UAIM no eran diferentes a las del resto de la comunidad a pesar de los ingresos obtenidos en la granja. Por un lado, la relación ciclo vital y composición de parentesco de las unidades domésticas de la mayoría de las socias entrevistadas generaba el que ya contaran con una casa de tamaño y características adecuadas a sus necesidades (que por cierto se registró como propia en una proporción de 80%) a diferencia de las más jóvenes que se preocuparon por construir su propia habitación o "casita", aún en el mismo predio de los suegros.

Cuando era posible se iba comprando material de construcción que se almacenaba, hasta que se podía construir o remodelar parte de la vivienda. Las condiciones de la casa-habitación de las socias en este período fueron las siguientes: en promedio constaban de dos o tres cuartos de uso múltiple, al primero le llaman "la casa", que cumple las funciones de sala-estancia-dormitorio; la segunda se utiliza como dormitorio y como baño para bañarse (en caso de no tenerla, el baño se realiza en la primera); el último espacio es un tinglado donde se cocina y aquí se encuentra el fogón, la mesa con bancos para comer y en algunos casos la estufa. Ahora bien, comparando las características de los predios de las mujeres con los del resto de la población, nos encontramos con mejores condiciones de vivienda. En 1992, las casas de gran parte de las socias ya manifestaban rasgos que las distinguían respecto al resto de la población, gracias a los aguinaldos y reparto de utilidades recibidos durante los dos últimos años como producto del éxito de la empresa. Es así que las viviendas contaban con un cuarto más o con mejores o nuevos materiales y servicios dentro del hogar.

Como ejemplo de lo anterior, encontramos cocinas en las que se instalaron tinacos con grifo para no tener que trasladar agua desde el pozo, fregaderos de cemento que, aún sin tener agua entubada, disminuyen el trabajo de lavar los trastes y mesas más grandes y de mejor calidad. Es conveniente comentar que el tradicional fogón se sigue utilizando para tortear y cocinar a pesar de tener estufa. La tercera parte de las viviendas de las socias cuenta con servicio sanitario atendido con agua de pozo, alrededor de 80% tiene mosaico en la habitación principal además de puertas y ventanas de hierro. Los aparatos eléctricos (T.V. y "modulares", principalmente) aumentaron considerablemente en relación a otras familias de la comunidad. Una tercera parte de las socias depositó sus aguinaldos en cuentas bancarias con el fin de cubrir imprevistos como desempleo y gastos médicos; cuentas que se conservaron a duras penas debido a la quiebra. Sólo en dos casos encontramos la compra de joyas de oro como una forma de "darse gusto" por su trabajo en la Unidad. Para terminar Hemos apuntado que el apoyo masculino constituyó uno de los factores más alentadores para que las mujeres salieran adelante, apoyo recibido tanto al interior del hogar como en la misma unidad de producción. Las demás mujeres del predio y/o familiares cercanas fueron las que cargaron con la mayor parte del compromiso al suplir a la madre, hermana, cuñada, nuera o hija mientras ésta salía a trabajar. En pocas palabras, las características sociodemográficas de las unidades domésticas permitieron o inhibieron la posibilidad de liberar a la mujer ama de casa de las labores domésticas.

Quienes no contaron con el apoyo familiar desertaron. De las familias entrevistadas ninguna resultó ser nuclear de ciclo vital joven, y si bien la UAIM captó mujeres con familias de esa etapa no logró retenerlas en tanto que en tal tipo de unidades se encuentran niños pequeños que demandan mayor atención y no cuentan con otros miembros en el predio que les apoyen. Confirmando lo anterior registramos que la mayoría de familias nucleares (tres de cuatro), eran de ciclo avanzado y con un promedio de tres miembros. En contrapartida, las cuatro familias de ciclo vital joven eran extensas con un promedio de cinco miembros. Cuadro 1 Producción y valor por día1 “Naves” Huevo Número Kilogramos Precio Kg. Valor Caseta 1 6,645 408.67 $ 1,145 $ 467,927 Caseta 2 7,710 466.46 1,145 534,097 Caseta 3 11,040 627.07 1,145 717,995 Caseta 42 6,480 263.74 1,145 250,553 Total 31,875 1,795.94 $1,970,572 Notas: 1.- Información: noviembre de 1987. Epoca de auge. 2.- Caseta con gallinas a finales de su ciclo productivo. Huevo de pequeño tamaño con un precio de venta inferior. Cuadro 2 Costo de producción promedio a la semana1 Concepto Unidad/Número Costo por semana “Couta” Socias 16 x $ 18,000 $ 288,000 “Couta” Consejo Admon. 3 x $ 21,000 63,000 Salarios2 4 90,000 Alimento 4,600kg. por día 10,988,250 Energia Eléctrica3 $ 7,000 por día 49,000 Gasolina $ 7,000 por dia 49,000 Gastos Varios $ 25,000 por día 175,000 Total $ 11,702,750 Notas: 1.- Información: noviembre de 1987. 2.- Incluye contador y chofer a $ 25,000 semanales, velador $ 21,000 y ayudante $ 19,000. 3.- Se deja encendida la luz toda la noche para que las gallinas continúen produciendo. Gráfica 1 Gráfica 2 Bibliografía ARIZPE, Lourdes, 1989 Cultura y desarrollo, México, UNAM/Miguel Angel Porrúa/El Colegio de México. BABRURAL 1979 Reglamento de funcionamiento de la Unidad Agrícola Industrial de la Mujer Campesina BARTOLOMÉ, Miguel A. y Stefano VARESE 1990 Un modelo procesal para la dinámica de la pluralidad cultural, en: BARABAS, Alicia y Miguel BARTOLOMÉ, Etnicidad y pluralismo cultural: la dinámica étnica en Oaxaca, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Colección Regiones, México. CATZIM, Elda 1985 La mujer campesina en el proceso productivo, tesina de Ingeniero en Desarrollo Rural, Instituto Tecnológico Agropecuario Núm 2 de Conkal, Yucatán). DE BARBIERI, Teresita 1983 Sabias como serpientes, prudentes como palomas, en: Fem No. 29, México, agosto-septiembre de 1983. DIARIO ¡POR ESTO! Mérida, Yucatán, domingo 18 de febrero de 1992, sección "La Ciudad". Mérida, Yucatán, lunes 15 de abril de 1991, sección "La Ciudad". GARCÍA, Brígida, et. al. 1982 Hogares y trabajadores, México, El Colegio de México-UNAM. GARCÍA CANCLINI, Néstor 1982 Las culturas populares en el capitalismo, Ed. Nueva Imagen, México, D.F. 1987 Políticas culturales en América Latina, ed. Grijalbo, México. 1990 Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Conaculta/grijalbo, Serie los Noventa, México, D.F., Núm. 50. 1991 Los estudios culturales de los 80 a los 90: perspectivas antropológicas y sociológicas en América Latina, en: Iztapalapa Número 24, Extraordinario de 1991, México. GIMÉNEZ MONTIEL, Gilberto 1987 La teoría y el análisis de la cultura, México, SEP/Universidad de Guadalajara/COMECSO. INEGI 1990 XI Censo General de Población y Vivienda, 1990, Yucatán. Resultados Definitivos. Tomo III. ITURRALDE, Diego 1988 Práctica política y proyectos culturales, en: Historia, cultura y política en el Ecuador, Quito, editorial El Conejo. KARP, Lilian 1989 Feria de subjetividades. Un esbozo para el estudio de la cultura, en: Revista de El Colegio de Sonora, año 1 número 1,Hermosillo, Son., Méx., pp. 125-141. LABRECQUE, Marie-France Desarrollo: la cuestión de las mujeres, trabajo realizado en la Zona Henequenera de Yucatán por un grupo de investigación del Departamento de Antropología de la Universidad de Laval, Quebec. Ley Federal de la Reforma Agraria 1979 Diario Oficial de la Federación, 19 de junio. Ley General de Crédito Rural l976 Diario Oficial de la Federación, 5 de abril. MARGULIS, Mario 1988 Cultura y desarrollo en México, reproducción de las unidades domésticas, México, ENAH-INAH, Cuadernos de Trabajo 5, p. 10. MONTERO, Paula Reflexiones sobre una antropología de las sociedades complejas, en: Iztapalapa, número 24, Extraordinario, México. Normas para la organización y funcionamiento de la Unidad Agrícola 1979 Industrial de la Mujer, Diario Oficial de la Federación, día 5 de abril. Nueva Legislación Agraria 1992 Diario Oficial de la Federación, 26 de febrero. SALAZAR SOTELO, Francisco 1991 El concepto de cultura y los cambios culturales, en: Sociológica, año 6 número 17. VILLAGÓMEZ VALDÉS Gina y Wilbert PINTO G. 1986 El trabajo doméstico en el ámbito rural (informe final de investigación), Mérida, Yuc Antropóloga
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Bibliografía





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