Introducción
Las apariciones de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, en 1531, constituyen una de las piedras
angulares sobre las que descansa el catolicismo mexicano. Desde entonces, la jerarquía de la Iglesia
católica ha mostrado su celo por ellas al no admitir, a pesar del origen popular que les atribuye, alguna otra
aparición de esta virgen. A cambio, cotidianamente reafirma su veracidad y la del contexto que las rodea.
El efecto resultante, dentro y fuera de México, es por demás evidente. Para los mexicanos que profesan la
fe católica, tales apariciones están fuera de toda discusión y constituyen, para no pocos, parte de su
identidad nacional. Sin embargo, el culto a la virgen de Guadalupe que se generó a lo largo de la historia
de México, ha dejado de ser patrimonio de los mexicanos. Al momento presente rebasa sus fronteras.
La importancia que ha adquirido fuera del país es tal, que el Papa Juan Pablo II, durante su cuarta visita a
México, declaró el 12 de diciembre como día de fiesta en todo el territorio de América.
No obstante el celo de la jerarquía católica, en los últimos años, la prensa y la televisión informan de
supuestas apariciones de la virgen de Guadalupe en los sitios más insólitos. Árboles, tinacos, comales,
puertas, ventanas y aun el piso del metro de la ciudad de México, son algunos de estos sitios. Dicha
jerarquía las ha rechazado, no sin antes, como otra muestra de su celo, tacharlas de supersticiones o
productos de la religiosidad popular.
Los objetivos de este trabajo son dos. Uno es narrar las apariciones de la virgen de Guadalupe que en el
último lustro han ocurrido en distintos sitios de Mérida y de Yucatán y las reacciones que han provocado
entre la feligresía y la jerarquía de la Iglesia católica local. A fin de presentarlas como parte de un sistema
de pensamiento y acción más amplio, de quienes testifican dichas apariciones, igualmente narro, ciertas
creencias que los mayas y sectores populares de Yucatán desarrollaron en el pasado colonial y perviven
en nuestros días.
El otro objetivo pretende ofrecer una explicación interpretativa de los fenómenos referidos.
Para ello, recurro a los conceptos, en tanto categorías de análisis, representaciones sociales y representaciones religiosas. De igual modo, a través de estas categorias pretendo explicar la oposición entre la oposiciones de la jerarquía de la Iglesia católica y las de los fieles de esta misma iglesia.
Las ideas hipotéticas más generales que guían este trabajo están estrechamente ligadas a los objetivos
anteriores y también son dos. La primera sostiene que, como todos los individuos, los feligreses de aquella
Iglesia poseen sus propias representaciones de la divinidad y formas de concebir sus relaciones con ella.
Las cuales, muchas veces escapan del control que ejerce la jerarquía de la misma iglesia.
Entre estas representaciones y concepciones de los fieles que escapan de este control están las apariciones de la
virgen de Guadalupe a las que me referiré. Complementando esta idea, dichas apariciones se ubican en lo
que se han denominado catolicismo popular.
La segunda idea hipotética que orienta este documento constituye un punto y seguido de la anterior. Por ellos
podemos continuar diciendo que, en contra de quienes ven este catolicismo en forma monolítica, se trata
de un modelo religioso que encierra tantas formas de concebir la divinidad y representarla como grupos y
actores sociales que las asumen como propias. Tal es el caso de las representaciones sobre la divinidad
que poseen los fieles y la jerarquía de la Iglesia católica. Las cuales, por ser ofrecidas estas últimas como
verdaderas, constituyen parte del pensamiento de esta Iglesia y su creencia es obligatoria para todos sus
miembros.
La virgen de Guadalupe se aparece
En el mes de mayo de 1997, mes dedicado al culto de la virgen María, católicos y no católicos se enteraban
por la prensa local que la virgen de Guadalupe se había aparecido en un árbol de huaya en el municipio de
Oxcutzcab, al sur del estado.
De acuerdo con el propietario del predio donde creció el árbol, un vecino descubrió la virgen cuando
se acercó al creer ver un resplandor. Al saberse el suceso, numerosos creyentes
acudieron ante la imagen para rezarle y llevarle como ofrendas veladoras y flores. La devoción que
inmediatamente despertó hizo que algunos le llevaran serenata. A juicio de quienes la habían visitado,
la virgen hizo un milagro, pues a pesar de la lluvia no se apagaron las velas y veladoras que le habían
ofrendado.
Otro hecho considerado milagroso fue el resplandor que rodea la imagen por las tardes, el cual
para algunos es producido por los rayos de sol que atraviesan el follaje.
Un par de meses después, la virgen de Guadalupe se apareció de nuevo. El sitio escogido ahora fue el
cristal de una puerta de un predio situado en una colonia popular de Mérida. Razón por la cual recibió la
denominación de la virgen del Cristal. El 14 de julio de 1997 varios adolescentes jugaban fútbol en el cruce
de las calles 61 y 16 de la colonia "Fidel Velázquez". Al ir uno de ellos por el balón, se percató de que en el cristal de la puerta del domicilio de la familia
Zapata Mena se dibujaba la silueta de la virgen de Guadalupe.
La noticia de tal descubrimiento pronto se divulgó. Ante ese hecho, los vecinos acudieron a verificar la
aparición llevando flores, velas y veladoras. Paulatinamente el número de visitantes aumentó. Las muestras
devocionales igualmente aumentaron. Durante los siguientes días varias rezadoras se turnaron para
encabezar los rosarios y cantos que los asistentes le dedicaron. La reja que separa la calle de la puerta
donde se apareció la virgen fue adornada con un arco de globos.
Ante ella los fieles depositaron sus flores, incienso, velas y veladoras. Dado el número que se congregó
, igualmente acudieron vendedores de
golosinas y helados para ofrecer su mercancía así como también fotógrafos, quienes por diez pesos
vendían fotos instantáneas de la virgen del Cristal.
Luego de dos semanas de visitas de los devotos, oraciones, ofrendas, mariachis e intentos de los vecinos
porque se expropiara la casa de la familia Zapata Mena para erigirle una capilla a la virgen, el cristal de la
imagen fue trasladado, previa aprobación del padre Álvaro Carrillo Lugo, a la parroquia Cristo Rey, en cuya
jurisdicción está situada la colonia "Fidel Velázquez". Para tal efecto, la familia Zapata Mena acordó con el
párroco hacer el traslado el sábado 2 de agosto a las nueve de la mañana.
Ese día, la virgen fue llevada
en medio de una procesión de aproximadamente quinientas personas, quienes participaban en este evento
de diferente manera. Unos portaban banderitas de papel y flores y seguían los rezos y cantos de una
rezadora que iba al frente. Otros, hombres y mujeres, lo mismo jóvenes y adultos, pedían el cristal para
cargarlo durante el trayecto.
En el templo, alrededor de otras doscientas esperaban a la virgen.
Al llegar, el párroco Carrillo Lugo salió
a recibirla. Le bendijo, le roció agua bendita, pronunció una breve oración y entró al templo para oficiar una
misa con motivo del recibimiento de la imagen. Detrás de él entraron los integrantes de la familia Zapata
Mena llevando el cristal que depositaron las flores y velas que llevaban. Otros tocaban el cristal con las
manos y se persignaban o bien hacían lo mismo con pequeñas ramas de ruda, rosarios o alguna flor.
En su homilía el padre Carrillo dijo que "para los cristianos no existen casualidades, sino que todo lo que
ocurre es producto de la Providencia.
La Providencia se comunica con los hombres por medio de signos
como el que estamos presenciando". Aunque no descalificó la supuesta aparición, agregó "que a pesar de
las respetables opiniones de quienes han emitido algún juicio sobre la imagen, se trata de un hermoso
signo de la voluntad de María para que confiemos en Cristo y por Él experimentemos un crecimiento en la fe.
Este hermoso signo se ha hecho presente para propiciar un cambio entre nosotros. Ahora lo encontramos
en un rumbo de la ciudad donde hay muchos problemas de pandillerismo, delincuencia, drogadicción,
divorcios, alcoholismo, violencia y desintegración familiar".
La seriedad del párroco en la recepción y durante la misa así como el contenido de su homilía, no pasaron
desapercibidos entre los asistentes. A juicio de uno, el padre Carrillo "no cree en estas cosas y por ello
está molesto". A lo cual, otro agregó, "ya se está volviendo ateo". Por eso hasta torció la boca". Al terminar
la ceremonia la imagen fue trasladada a una de las salas interiores de la parroquia en donde los fieles
continuaron manifestando su fe los siguientes días.
Luego de un mes de este suceso, la virgen del Cristal fue ubicada, por instrucciones del párroco, en el salón
posterior del templo. A diferencia de los días inmediatos, en ese entonces eran cada vez menos los
feligreses que a ella acudían. Muestra de ello era un pequeño ramo de flores marchitas y un par de
veladoras ya consumidas que estaban junto a la imagen. La mayor asistencia se da después de las misas
cuando algunos se acercan motivados por distintas razones. La mayoría es para satisfacer su curiosidad y
verificar si pueden ver la virgen. Luego de preguntarse ¿dónde está?, ¿la puedes ver? y admitir su
incapacidad para verla se alejan.
Otros, en cambio, lo hacen impulsados por su fe y son quienes sí la ven
con claridad. Inclusive les concede milagros. Tales son los casos de las señoras Rosa María Montero Solís
de Poot y María del Rosario Pacheco Pech de Rodríguez. La primera es vecina del municipio de Umán,
contiguo a Mérida, y asiste cada martes a rezarle a la virgen. Según ella, quienes no ven a la virgen "no la
logran apreciar porque no la ven con los ojos de la fe. Se necesita mucha devoción, mucho amor a la
Santísima Virgen para verla y creer en ella, sólo así la podrán distinguir con claridad".
La segunda vive en
la colonia "Fidel Velázquez" y acude también los martes con el mismo propósito. "Todos los martes de
cada semana vengo a orar junto a la 'Virgen del Cristal' porque padezco de la vista. Al verla, desaparece el
ardor de mis ojos, no se por qué muchos dicen que no la ven". Por su parte, el párroco de Cristo Rey, a pesar de las palabras pronunciadas en su homilía al recibir a la virgen del Cristal, no la menciona al referirse a la virgen María o a la virgen de Guadalupe en las misas,
menos aún en las actividades religiosas carismáticas de su parroquia.
Por ejemplo, el Sitio de Jericó y el
Cenáculo Mariano. Bajo estas circunstancias, resulta obvio que no promueva su culto. Por lo contrario,
parece desalentarlo al no proteger el vidrio en el que se encuentra la silueta y al insistir en sus declaraciones
sobre las motivaciones de la gente que acudía a verla. A juicio suyo, la gente acudía impulsada por la
novedad del suceso y no por devoción, lo cual se da en sentido inverso con la virgen de Guadalupe.
La aparición de la virgen del Cristal suscitó la opinión de otros miembros de la jerarquía católica y de
especialidades en física. Como suele suceder, las respuestas fueron diferentes, inclusive entre los primeros.
El vicario general de la arquidiócesis, Mons. Carlos Heredia Cervera, tuvo una respuesta moderada.
Al referirse a la virgen del Cristal, en principio aclaró que a él no le correspondía, como tampoco a la Iglesia
local, declarar que el hecho en cuestión fuera un milagro. En todo caso, consideró que era demasiado
pronto para emitir un juicio.
Si bien no lo negó explícitamente, dejó entrever sus dudas y buscó una
explicación racional. En sus términos, "ante la falta de fe, como resultado de los momentos difíciles
que agobian a las familias de México, la gente busca algo en que creer y que le permita albergar esperanzas
en una mejor calidad de vida".
Fiel a sus convicciones religiosas, agregó que ese suceso era "un llamado
a los cristianos para crecer en la fe y convertirse, porque, de lo contrario, pierde significado tan peculiar acontecimiento... no importa que la aparición sea producto de un milagro o de un fenómeno óptico en el cristal;
lo importante es que propicie en las personas que acuden a presenciarlo un cambio de vida, una conversión o crecimiento en la fe".
Un día antes del traslado de la virgen del Cristal a la parroquia Cristo Rey, el físico Ricardo Alayola Rosas,
profesor de la Universidad Autónoma de Yucatán, dio su opinión.
Declinó considerar que se tratare o no de
un milagro, por lo que se limitó a dar una explicación basada en la física. De acuerdo con sus conocimientos,
explicó las diferencias entre el cristal y el vidrio; descartó que la silueta formada se debiera a agentes
corrosivos o a la humedad y señaló que la causa podría deberse a la deformación del vidrio durante
el proceso de esmerilado. No obstante las anteriores explicaciones, también advirtió que este proceso
tarda mucho y difícilmente podría producirse en un período de ocho años, tiempo calculado del vidrio.
Finalmente, el profesor Alayola dijo ignorar por qué la deformación había adoptado la silueta de la virgen.
En agosto de 1998, un año después de su aparición, la virgen del Cristal seguía en su mismo lugar.
Veladoras consumidas y flores marchitas eran los signos de las visitas que todavía recibía. Hasta mayo de
1999, fecha de mi última visita con motivo de la celebración del Cenáculo Mariano, dicho cuadro tenía el
mismo aspecto. El polvo y las manchas de pintura que lo cubrían revelaba el olvido por parte de la jerarquía
de la parroquia, en tanto que las flores depositadas en sendos envases de lata denotaba la veneración
de que sigue siendo objeto por parte de algunos feligreses.
En los siguientes meses de la aparición de la virgen del Cristal, la virgen de Guadalupe igualmente se
apareció en la puerta de madera del predio de la familia Tamayo Cocom, en el municipio de Tecoh; en tres
árboles y una olla en el municipio de Motul y en el piso del parque del fraccionamiento "Héctor Victoria"
en el puerto de abrigo Yucalpetén. Datos etnográficos proporcionados por Nancy Villanueva, refieren la
aparición de esa misma virgen, en un árbol, en la ex hacienda "X-Tabay" del municipio de Tahmek. En
todos los casos, los vecinos consideraron sendos milagros las apariciones, por que acudieron ante la
imagen para llevarle flores y velas y organizarle rosarios.
En estas ocasiones, otros miembros de la jerarquía católica igualmente externaron su visión de los hechos.
En contraste con las opiniones del vicario general de la arquidiócesis, arriba mencionado, el superior
local de los Misioneros del Espíritu Santo, R.P. Alfonso Vega Núñez, fue más violento y radical en sus
declaraciones. A juicio suyo, las apariciones de la virgen de Guadalupe, a las que llamó "situaciones" y
"fenómenos", eran algo común no sólo en Yucatán, sino en toda la Península y "obedecen a la ignorancia
de la gente en aspectos de la fe... Esta religiosidad se entiende como producto de la inseguridad por parte
de los fieles que sólo conocen la religión católica de manera superficial y quieren canalizar su devoción
por medio de estas expresiones". A ese problema, el padre Vega añadió otro de carácter estético para
descalificar dichos sucesos. Así dijo, "¡Que mal gusto tienen aquellos que piensan que la Virgen se
presenta en lugares como un espejo o árboles! Es una imagen tan bella que no me parece lógico que se
manifieste en formas tan irregulares como en sombras".
Casi un año después, la virgen de Guadalupe se apareció nuevamente. Ahora ocurrió en la comisaría de
Ecknabán perteneciente al municipio de Cuzamá y el lugar de la aparición fue el tronco de un árbol conocido
en Yucatán como almendro; razón por la cual se le denominó la virgen del Almendro. Igual que en el caso
de la virgen del Cristal, en tanto que los vecinos consideran este hecho un milagro, el párroco de la
parroquia, ubicada en la cabecera municipal de Acanceh, a cuya jurisdicción pertenece la capilla de
Ecknakán, tiene otra opinión y se ha negado a visitar a la virgen. En oposición a la conducta de este
sacerdote, los lugareños y habitantes de Cuzamá y Acanceh acuden a visitar a la virgen para rezarle y
llevarle flores y veladoras. Lo novedoso en este caso es que en vez de una, son dos las imágenes que
aparecieron en el almendro.
La aparición de la virgen del Almendro también esta rodeada de un conjunto de elementos que poco a
poco van conformando un mito que la envuelve. Uno de ellos es la razón de la virgen para aparecerse.
Otro elemento es el descubrimiento de la aparición. Como ocurre con muchos mitos, no se sabe con certeza
quién o quiénes fueron sus descubridores, a cambio, eso sí, hay distintas versiones en torno a ello.
De acuerdo con los relatos publicados por la prensa, el viernes 3 de julio corrió el rumor de que unos
jóvenes que jugaban en los alrededores de la capilla dedicada a san José de la Montaña, habían
descubierto una imagen de la virgen de Guadalupe en uno de los almendros. Sin negar esta información,
entre los habitantes de Ecknakán corren otras versiones. Por ejemplo, un joven se lo atribuye a una señora,
a quien identificó como "doña Berta", quien pertenece a la Legión de María de ese poblado. Sin embargo,
esta persona no se acredita tal descubrimiento. Una mestiza señaló que un grupo de muchachos estaba
cerca del almendro y escucharon una voz. Pensaron que alguno de ellos estaba relajeando, pero al
escuchar de nuevo la voz, se dieron cuenta de la imagen de la virgen.
Una tercera versión atribuye el
descubrimiento a un grupo de mujeres, quienes se reúnen bajo los almendros para ir al centro comunitario
donde toman clases de costura. Un señor, perteneciente a uno de los grupos religiosos de Ecknakán,
mencionó que su descubridor fue un joven que, a las cuatro de la mañana, esperaba el camión para
dirigirse a Mérida donde trabaja. De pronto escuchó "como un aire fuerte" y corrió asustado. Al regresar vio
la imagen ya formada, por lo que supuso que ese ruido la había provocado la virgen.
Un elemento más que contribuye a la formación de este mito es el referente a la historia del almendro.
Los vecinos de la comisaría coinciden al mencionar que el almendro donde se apareció la virgen lo
sembraron, junto con otros árboles de la misma especie, unos misioneros de Mérida, los cuales estuvieron
en Ecknakán, hace aproximadamente dos años, enseñando catecismo. Lo relevante es que estos
misioneros son Hermanos Maristas, quienes como ales están consagrados al culto de la virgen María
y por tanto al de la virgen de Guadalupe. Un hecho más que alienta la idea de predestinación en torno
al árbol que prevalece entre algunos de dichos vecinos, es la enfermedad que estuvo a punto de
provocar su muerte. Por lo cual, como informó un periódico de Mérida, no pocos consideran un milagro
su recuperación, pese a que nadie lo cuidó.
De todas estas apariciones, la que mayor impacto causó, tanto por la cantidad de fieles que acudieron a
llevarle a la imagen flores, velas y veladoras como por la cobertura que le dio la prensa local, fue la de la virgen de Cristal. Sin embargo, los medios de difusión y el fervor popular han hecho que estas apariciones
estén presentes en la memoria colectiva de Yucatán. No pocos de sus habitantes conocen estos sucesos
y hablan de ellos.
El fondo historico
Las apariciones anteriores no constituyen un fenómeno inédito. Antes bien, tienen una honda tradición
cultural entre los mayas y sectores populares de Yucatán. Responder a cuántos años se remonta la
antigüedad de este fenómeno, es algo difícil. Lo cierto es que en el imaginario colectivo heredado de la
religión prehispánica y del sincretismo colonial, persisten vírgenes, santos y seres sobrenaturales que se
manifiestan antropomórficamente o mediante ruidos, vientos, sombras y diversas evidencias.
La catequesis emprendida por los franciscanos desde su llegada a Yucatán, así como las
medidas represivas que adoptaron para evitar las prácticas religiosas de los mayas peninsulares no
dieron el resultado que esperaban. Por lo contrario, la antigua religión se mantuvo viva. Dada esta situación
los frailes mencionados, igual que los demás misioneros que arribaron a tierras americanas, implementaron
una nueva estrategia evangelizadora antes de concluir el siglo XVI. Aprovechando
la representación material que los indígenas hacían de sus dioses, introdujeron imágenes de vírgenes y
santos para sustituirlos. Poco a poco, vírgenes y santos católicos fueron remplazando, al menos
morfológicamente, a las deidades prehispánicas. La férrea estructura de poder sobre la que se irguió el
catolicismo, contribuyó para este desplazamiento.
Diego de Landa, celoso fraile franciscano quien fue obispo de Yucatán, introdujo a esta
arquidiócesis el culto a la Inmaculada Concepción, la cual, por el lugar seleccionado para tal efecto, fue
conocida como Nuestra Señora de Izamal. La noticia de sus milagros, lo mismo entre indígenas que entre
españoles, pronto se extendieron hacia los cuatro puntos cardinales de Yucatán. Inclusive, antes de llegar
a su destino dio muestra de sus prodigios. Paulatinamente los altares fueron ocupados por otras vírgenes
y santos que obraban milagros entre la población. Su impacto no sólo fue sobre la población indígena.
Independiente de la clase social, o casta, los creyentes acudían a sus templos en busca de salud, dar
gracias, llevar ofrendas o para hacer diversas peticiones.
Sobre todo, agua para las cosechas o el auxilio
divino para combatir las plagas de langosta que periódicamente amenazaban las milpas. Genny Negroe,
recurriendo a textos de los cronistas, señala diversas apariciones y milagros de vírgenes y santos en
Yucatán, en los siglos XVI y XVIII, y los santuarios que, en algunos casos, les fueron erigidos.
La evidencia más remota de estas apariciones es la que narra Francisco de Cárdenas y
Valencia, cura y vicario del partido de Sotuta en 1639. Al referirse a la provincia de Sotuta, menciona la
aparición de la Limpia Concepción de Nuestra Señora en el pueblo de Tabi, el cual pertenecía a esa
provincia. A diferencia de lo ocurrido en el Tepeyac, esta virgen se aparece al encomendero de ese pueblo
, Rodrigo Alonso García, y a otros españoles que se encontraban reunidos con él. Del mismo modo, el
curo del lugar, Diego Velásquez de Arceo, a quien aquellos acuden, no se muestra incrédulo, sino que
acude al sitio de la aparición para dar fe de ella. Al contemplar la imagen, reconoce que se trata de la virgen
y la lleva a la iglesia en donde la pone en un altar. A partir de entonces, la virgen continuó manifestándose
ante los habitantes de Tabi, a través de una "palma vistosísima" por lo que su devoción se incrementó.
Las circunstancias en las que ocurre tal aparición, reconfirman la hegemonía de la religión de los
españoles sobre las antiguas deidades, ideas y espacios sagrados de los mayas. El sitio elegido por la
virgen es un cenote en el que, siguiendo con la crónica, fueron arrojados los cuerpos de unos caciques
indígenas que, anteponiendo la fe cristiana recibida, se negaron a rebelarse contra los españoles. Desde
el plano de una interpretación mariológica, la virgen, con su aparición en el cenote, hace suyos los cuerpos
inmolados de los indígenas a manera de ofrenda. Lo que antes era, de acuerdo con la religión de los mayas,
el refugio de los chaco'ob, pasó a ser una especie de santuario al que acudían los pobladores del lugar,
y aun de Mérida, a venerar a la virgen ahí aparecida. Con ello, la virgen confirma la resacralización del
cenote hecha por estos mártires y envía un mensaje a los habitantes de Tabi. A unos, mantenerse en la fe
recibida y a otros, los indígenas, renunciar a su antigua religión y adoptar la doctrina cristiana. Vista como mito, la aparición de la virgen en el cenote no es casual. Por lo contrario, tiene un
significado simbólico arraigado en la cultura de los mayas. Para éstos, los cenotes son lugares sagrados
porque, además de ser escondite de los chaco'ob, son depositarios de la vida, del agua sin la que la vida
no es posible. Ante la ausencia de ríos y la escasez de lluvias que les proveyera de agua en abundancia,
los primeros habitantes de Yucatán deificaron el agua y la representaron, en sus pinturas, cerámica y
arquitectura, a través de la serpiente. Para los mayas peninsulares, Cháac es el dios del agua y su culto ha
prevalecido hasta nuestros días. Bajo esta representación podemos interpretar la aparición de la virgen
como un mensaje en el que conmina a los indígenas a morir para renacer en la fe cristiana a través de las
aguas del cenote y como un acto, por parte de la jerarquía católica, de apropiación y suplantación de
lugares sagrados y deidades prehispánicas. El mito sobre la aparición de esta virgen ha llegado al momento presente. El profesor Manuel
Bonilla, en un trabajo monográfico sobre Sotuta, refiere el hecho relatado por Cárdenas Valencia y afirma
que esta leyenda ha pasado de generación en generación hasta el siglo XX, a tal grado que no pocos
habitantes de Tabi afirman haber visto a la virgen en el cenote.
La estrategia emprendida por el obispo Diego de Landa, y los curas que le siguieron, dio
resultado con el correr del tiempo. La virgen María pasó a formar parte de la cultura y vida cotidiana de los
mayas peninsulares. Sobre todo, al asociarla con el agua, el maíz y la miel, elementos fundamentales para
su subsistencia. Para éstos, es la protectora de las abejas y suele acompañar a los chaco'ob, cabalgando
en un caballo negro, para regar las milpas.
Las anteriores apariciones y milagros de vírgenes y santos, no borraron totalmente las ceremonias
religiosas de los mayas en el siglo XIX y mucho menos sus ideas en torno a sus deidades. En la década de
1930, Villa Rojas analizó, entre otras aspectos, la religión de los mayas de Quintana Roo. Entre ellos,
permanecía viva la creencia en los yumtzilo'ob o Señores. Estos, según sus funciones, forman tres grupos
que son: los balamo'ób que protegen las milpas, los pueblos y los hombres; los kuilo'ob-kaxo'ob o
protectores de los montes y los chaco'ob que reparten la lluvia. En ocasiones, estos seres se aparecen
tomando la forma de un anciano de cabellos y bigotes blancos y portando un sombrero de ala ancha.
Pero lo más común es que se manifiesten por medio de ruidos, silbidos y sonidos de pasos. Otros seres sobrenaturales con los que los mayas peninsulares tiene contacto son los aluxes,
la xtabay y los uayes. Los aluxes son seres similares a duendes que deambulan por los montes y las milpas.
En sí no son seres malignos, los mayas los representan como niños que se divierten haciendo travesuras
a los milperos a fin de obtener alimentos. En este sentido, los milperos que les ofrecen comida y bebida
evitan sus travesuras a la vez que reciben su protección contra otros posibles depredadores o ladrones.
La xtabay, en cambio, sí es un ser maligno. Bajo aspecto de una mujer hermosa de largos cabellos, se
aparece a los hombres cerca de las ceibas, en las cuales habita, con el propósito de, mediante engaños,
seducirles y robarles el alma. Los uayes igualmente son seres malignos. Son hechiceros que lo mismo
habitan en los montes o en los pueblos. Tienen la capacidad de transformarse en animales para causar
daño y de acuerdo con el animal en el que se transformen reciben su nombre. El más común en Yucatán
es el uaychivo. En el pensamiento religioso de los mayas de Quintana Roo, los santos tienen vida y algunos
van por el mundo observando la conducta de los individuos. Entre los mayas del estado de Yucatán, los
santos conviven con ellos y los auxilian en la adversidad. Durante sendas temporadas de trabajo de
campo en el noroeste y suroeste de dicha entidad, hacia fines de la década de 1970, recogí relatos sobre
San Isidro Labrador y Santiago Apóstol en los que se evidenciaba su presencia en las poblaciones de
Panabá y Halachó, respectivamente. Sin dar fecha, el prioste de la iglesia de Panabá, Claudio Dzib, relató
que san Isidro era un campesino del pueblo que cada día, antes de ir a su milpa, pasaba al templo a rezar.
Un día, después de mucho tiempo de estar rezando, san Isidro no se movía. Al acercarse sus compañeros
para ver por que estaba inmóvil, se dieron cuenta que ya era un santo. En Halachó, varios devotos de
Santiago Apóstol me enseñaron una piedra del atrio en la que, a juicio de ellos, quedó grabada la huellos
del caballo del santo cuando, durante una gran sequía, bajó del altar para llevarle maíz a los pobres.
Articulando el presente
En los términos anteriores resultan comprensibles las apariciones recientes de la virgen de Guadalupe en diferentes sitios de Yucatán.
Existe un substrato ideológico compartido por determinados sectores de las clases populares, heredado del catolicismo sincrético
que se incubó en el siglo XVI y se desarrollo en las siguientes centurias, que incide entre sus integrantes para percibir ciertos fenómenos
como representaciones de dicha virgen.
Más todavía si tenemos en cuenta que las vírgenes no fueron los únicos seres sobrenaturales
que se aparecían a mayas, criollos y peninsulares durante la Colonia. La creencia en fenómenos y seres fue un hecho generalizado que
pasó a formar parte del imaginario colectivo de la entidad. Eligio Ancona, en su Historia de Yucatán, plantea que el dominio de la religión
en todos los órdenes de la vida colonial y la falta de teatros, periódicos, libros y de una educación apoyada en los adelantos de la física,
la economía y la filosofía, dio lugar entre la población a supersticiones y a la firme convicción de la existencia de seres sobrenaturales .
"Hasta las personas más encumbradas por su buen juicio y pretendido saber, creían en duendes, en aparecidos y en otras extravagancias
de peor especie".
Frente a esta situación, la jerarquía de la Iglesia Católica ha tenido sendas respuestas..Por una
parte, consentir esas manifestaciones que forman parte de, en términos de su discurso, la piedad popular y
coptar la fe de los creyentes para mantenerlos como sus feligreses en su interior. Por la otra, con el fin de mantener su hegemonía entre
sus fieles y demás Iglesias cristianas y grupos religiosos que día a día aumentan su membresía en Yucatán, ha incrementado sus
actividades en pro del culto mariano.
En 1998, las actividades más relevantes en la entidad fueron los recorridos que emprendieron,
por todos sus rincones, Nuestra Señora de Yucatán y Nuestra Señora de la Paz, el rosario viviente con motivo de la Jornada Mundial
del Rosario y la coronación de la primera virgen en el marco de los festejos de los cuatrocientos años de la catedral de Mérida.
En la parroquia Cristo Rey, en cuya zona se apareció la virgen del Cristal, su párroco igualmente ha incrementado sus actividades
para estimular el culto a la virgen María.
Entre las que han despertado mayor entusiasmo en sus feligreses están el Cenáculo Mariano,
las visitas a templos y domicilios de vírgenes peregrinas y las conferencias y conciertos carismáticos marianos.
Aunque en forma explícita sus representantes no niegan las apariciones de la virgen de Guadalupe referidas
, implícitamente sí lo hacen. Por ejemplo, no promoviendo su devoción, minimizando
su importancia o anteponiendo a la virgen María u otra imagen suya reconocida por la Iglesia católica.
Ya sea que lo hagan para no desviar la atención de la feligresía de la virgen María o para no validar un
acontecimiento todavía no autorizado por las instancias correspondientes dentro de la misma iglesia,
lo cierto es que imponen su visión de los hechos a través de la autoridad que les confiere su investidura y
la legitimidad que les conceden sus feligreses. A fin de cuentas, las apariciones de la virgen de Guadalupe
no ponen en peligro su hegemonía, ni la de la Iglesia católica. No así las demás Iglesias cristianas y las
sectas. Por ello consienten aquellas, incorporándolas a su control, y combaten estas últimas.
Intentando concluir
Para concluir, quisiera plantear dos ideas. La primera es la que tiene que ver con las representaciones
sociales. La segunda es la que se refiere a la contradicción entre religión popular y religión hegemónica.
Al referirse Emile Durkheim a las representaciones religiosas, decía que éstas se encuentran entre las
categorías más importantes del entendimiento, son colectivas y expresan realidades colectivas. Como tales, en cuanto categorías del pensamiento, las representaciones son formas compartidas de concebir una
determinada realidad, objetiva o subjetiva, y de concebirse y actuar ante ella. En este sentido, cono se
verá, las representaciones no sólo expresa el estado del conocimiento, lo que se conoce y cómo se
concibe una determinada realidad, sino también funcionan como esquemas de interpretación de nuevas
realidades y generadoras de conocimiento. Las representaciones religiosas, igual que toda representación social, no surgen por generación
espontánea. Son producto de una doble red de relaciones fuertemente entrelazadas. Por una parte, las que
sostienen los individuos entre sí y, otra la otra, las que establecen con el mundo natural. En ambos casos,
a través de tiempos y espacios determinados. En el marco de estas relaciones, las representaciones, sociales y religiosas, expresan los
procesos específicos a través de los cuales, no sólo los individuos se relacionan entre sí, sino, más
todavía, cómo éstos generan un determinado tipo de conocimiento. Es decir, cómo los individuos crean
su propio mundo al apropiarse y reconstruir mentalmente la realidad que los rodea y de la cual forman parte.
En este sentido, las representaciones hacen referencia a los diversos momentos del proceso de
adquisición-reproducción-producción de conocimiento en el que los individuos las generan. Estos momentos son la transmisión, la internalización y la externalización. Mediante la transmisión, los individuos reciben, a través de su familia, su Iglesia, su escuela y su comunidad, los elementos constituyentes de su cultura; por medio de la internalización hacen suyos esos elementos, actitudes y relaciones y a través de la externalización estos mismos sujetos se vuelcan hacia el mundo, expresando lo que saben sobre éste y las formas como lo conciben. Tratándose de las representaciones religiosas, los elementos que los individuos reciben y hacen suyos son los de su religión. Es decir, los seres divinos, sus mitos, su actitud y relación con aquellos y con quienes comparten la misma religión.
En este proceso de conocimiento, las representaciones cumplen una función integrativa.
Mediante las representaciones religiosas es un proceso que ocurre en el seno mismo de la producción
cultural del grupo al que pertenece el individuo que las elabora. En todo momento, estarán permeadas por
las ideas en torno al propio individuo, los demás y la naturaleza, formas de conducta, maneras de hacer las
cosas, actitudes y códigos simbólicos que componen la cultura de dicho grupo. En estas circunstancias, las
representaciones religiosas, sobre todo tratándose de las representaciones sociales en general, son
múltiples y aluden a múltiples significaciones y realidades.
Ahora si bien es cierto que las representaciones religiosas, y sociales en general, son producto
de los individuos, no menos cierto es que inciden, consciente o inconscientemente, en la conciencia,
conducta y cultura de estos mismos. Para decirlo en términos de Francois Houtart, son instituyentes. Desde esta perspectiva, lo mismo pueden cumplir una función de legitimación o de impugnación del orden
significativo o nomos socialmente establecido, sea éste objetivo o subjetivo. En el primer caso,
los individuos reproducen el sistema religioso del cual forman parte. Por lo que sus representaciones son
las de sus padres, las de la jerarquía de su Iglesia y las de los miembros de su grupo social que le
transmitieron a través de su socialización. Sobre todo primaria. No así en el segundo caso, en el que los
individuos rompen dicho orden o, al menos, plantean alternativas, a ese orden, y a las estructuras
organizativas que lo sostienen. En este caso, el individuo se asume como parte de la realidad sobre la cual
puede incidir para su transformación. Las representaciones resultantes de esta realidad, son las que ha
elaborado a partir de la estructuración de las representaciones que recibió en su socialización primaria.
Como se podrá inferir, las representaciones religiosas, y sociales en general, están fuertemente
vinculadas con procesos igualmente complejos, como son –además de la generación del conocimiento- la
formación de la conciencia, la construcción de identidades y, aun, de metaidentidades religiosas. O de la
imaginación ya que son producto de la mente humana. Pero, sobre todo, están estrechamente relacionadas
con los procesos de constitución de los sujetos sociales.
Volviendo a la idea de la multiplicidad de las representaciones religiosas, quisiera agregar que
en todo sistema religioso coexisten representaciones sobre los seres de la divinidad elaboradas por los
fieles y representaciones cuya elaboración está a cargo de la jerarquía de ese sistema. Siendo estas
últimas las que constituyen el contenido simbólico sobre el que se yergue ese sistema religioso dominante.
Es decir, todo cuanto unos y otros habrán de creer. A diferencia de los fieles, los integrantes de esa
jerarquía, por el poder que tienen, basado en la dominación que ejercen sobre sus feligreses y la
legitimidad que éstos les conceden al someterse a su autoridad, establecen la veracidad y significación
de esas representaciones. Bajo la premisa de ser ellos los depositarios de la verdad revelada por la
divinidad y sus representantes en la tierra, son quienes determinan cuáles representaciones son verdaderas
y cuáles no, cuál es el significado que los fieles deben darles y cuál no y qué deben creer y qué no.
Por consiguiente, a quién deben obedecer y a quién no. Siguiendo la lógica anterior, por carecer los fieles del poder que posee la jerarquía de su
religión, las representaciones que elaboran son calificadas como falsas y, por tanto, rechazadas por los
integrantes de esa jerarquía. No obstante, independientemente de la opinión de éstos, las representaciones
anteriores pueden ser tenidas como verdaderas por quienes las elaboran y tomadas como formas de
resistencia y/o impugnación al poder de los jerarcas. Lo cual de suyo entraña un conflicto entre unos y
otros individuos y una contradicción entre unas y otras representaciones. Ampliando la proporción, esto
último puede verse como un conflicto entre los integrantes de una determinada estructura social y como
la contradicción que prevalece en los sistemas de pensamiento y concepciones del mundo y de la vida
de los integrantes de dicha estructura. Dicho en términos de Gramsci, no es más que el problema entre el
sentido común y la filosofía, entre las concepciones de las clases subalternas y las concepciones oficiales
de las clases dominantes. O, para el caso que nos ocupa, entre la religión del pueblo y la religión de los
intelectuales. En el horizonte anterior de interpretación, las apariciones de la virgen de Guadalupe referidas
son representaciones elaboradas por diversos sectores populares de Yucatán sobre una forma particular
de concebir a esta virgen y el pensamiento religioso de la que forma parte. Vistas en términos de un sistema
de pensamiento más amplio que envuelve a los integrantes de estos sectores, en dichas representaciones,
igualmente se incluyen las representaciones, también heredadas, que aquellos poseen sobre los seres de la naturaleza, la naturaleza misma y la actitud que toda persona debe guardar ante unos y otra. Como un proceso intelectual realizado por los individuos, son el resultado de la reestructuración que hacen de las representaciones que sobre la divinidad y la naturaleza las transmitieron, durante su socialización primaria, sus padres, catequistas, sacerdotes, vecinos y demás miembros del sitio donde nacieron y crecieron. En este mismo horizonte, es fácil comprender la conducta asumida por los diferentes actores de
las apariciones de la virgen de Guadalupe. Las oraciones, cantos, flores, velas, música y demás ofrendas
hechas ante las imágenes aparecidas, expresan la forma como esos actores aprendieron la práctica del
catolicismo y el comportamiento que deben tener ante la divinidad. Es decir, expresan una de las tantas
manifestaciones de la religión popular. Igualmente resulta comprensible por qué la jerarquía católica de
Yucatán ha rechazado y, en algunas ocasiones, estigmatizado esas apariciones. O por lo menos, en el
mejor de los casos, se ha mostrado indiferente. No obstante que el episcopado latinoamericano ha
propuesto en sus distintas conferencias la valoración de la piedra popular o religión popular, no siempre
así ocurre en la realidad.
Para los miembros de la jerarquía yucateca, las representaciones religiosas
referidas son contrarias a las que componen el catolicismo que predican, las cuales les fueron transmitidas
como las únicas verdaderas y por tanto son las que creen y definen su práctica religiosa. Aceptar esas
representaciones implicaría rechazar el Magisterio de la Iglesia católica, renunciar a sus votos de
obediencia y ponerse al margen de esta institución.
He aquí uno de los dilemas a los que se enfrentan
dichos sacerdotes y uno de los problemas que envuelve el catolicismo ya sea de Yucatán, México o de
América Latina.
Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Antropologicas de la Universidad Autonoma De Yucatán  Este artículo se publicó en: Negroe Sierra, Genny
Fernández Reppeto, Francisco(editores)
Religión Popular De La Reconstrucción Historica Al Analisis Antropológico.
Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2000.
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