Cuando los dioses han satisfecho su hambre y sed, ya les toca a los entes terrestres comer. Los milperos pasan uno por uno frente del altar, y reciben de las manos del jmeen el pan y el vino. Las hostias que se preparan para la ceremonia son grandes, y de estas sirven nomás el corazón de la hostia. Con unas hojas el jmeen toma una parte y lo pone en la boca del milpero.

 

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