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Lo cotidiano y lo ritual en las artesanías yucatecas

 

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Introducción

Cuando hablamos de artesanías, nos referimos por lo general a productos que difieren por la forma en que han sido producidos, por la significación que les atribuimos, por el tipo de uso que les damos, por la tradición que suponemos representan, etc. Puede decirse de manera general, que un artesano es una persona que trabaja principalmente con sus manos, con instrumentos más o menos sencillos y que en cada objeto elaborado, materializa su tradición, ingenio y creatividad.

            Antes de la llegada de los españoles, los mayas de la península de Yucatán exportaron y comerciaron con productos elaborados localmente entre los que sobresalen por su belleza, las mantas de algodón, famosas en toda Mesoamérica. Fray Bartolomé de las Casas dice del cargamento que llevaba la canoa tripulada por mayas y encontrada por Colón, que consistía aquel de “muchas mantas de algodón pintadas de diversos colores y labores y camisas sin mangas también pintadas y labradas, y de los almaizares con que cubren los hombres sus vergüenzas, de las mismas pinturas y labores”1.

            Por su habilidad y talento sobresalían también en la época prehispánica, los albañiles y los canteros, artífices de esos imponentes y exquisitamente decorados edificios que llaman hoy la atención no sólo por su monumentalidad sino también por la sabiduría con que fueron construidos para hacer posibles los fenómenos de “luz y sombra”: las hierofanías o manifestaciones de la divinidad y sus maravillosos poderes.

            Las sociedades de artesanos por excelencia se dieron en la Europa de los siglos XII a XVI cuando formaron sus organizaciones profesionales llamadas gremios y establecieron reglamentos muy detallados que especificaban el número de artesanos, estos es, aprendices, oficiales y maestros que podía incorporar cada gremio, la manera de trabajar y presentar los productos las normas del aprendizaje del oficio, la cantidad tope de productos que podía elaborar el gremio, el tipo y calidad de materiales que estaban obligados a utilizar etc.2. Surgieron así, los gremios de plateros, cereros, carpinteros y ebanistas, pasamaneros, panaderos, zapateros, carroceros, caldereros, entre muchos más que agrupaban a los profesionales de cada uno de los citados oficios.3

            Era la época del “orgullo profesional”, cuando ningún artesano se atrevía a entregar a su clientela un producto defectuoso ni exigir un precio injusto.

            La llegada de los españoles a América nos trajo también el sistema de organización gremial por oficios. En la ciudad de México gremios como el de plateros y doradores gozaban de un prestigio considerable. Participan por ejemplo, en posiciones conspicuas durante las procesiones de las fiestas de Corpus Christi, escaparate de la estratificación social de la Nueva España.

            En Yucatán, como en otros lugares de la colonia, los gremios se acoplaron a las distinciones raciales establecidas a pocos años de la conquista. Así “... los españoles asumieron el prestigioso trabajo de los metales. La producción de imágenes de santos, retablos y otras labores en madera, parece haber sido también su monopolio, sin llegar a excluir totalmente a los mayas, mientras que las castas controlaban el resto de las industrias artesanales, desde la sastrería hasta los trabajos de forja”.4

            La mayor parte de la demanda de artesanía local especializada era generada básicamente al igual que en los tiempos prehispánicos por el ceremonial religioso.5

            Durante la colonia, quizá los únicos oficios de tiempo completo, en manos de los mayas, fueron la albañilería y la cantería. Los especialistas de estos oficios estuvieron en esa época bastante bien pagados. De esta manera podemos observar cómo “... toda la península está salpicada de monumentos debido a su diestra ingeniería y al sobrio arte de los canteros que tallaron las fachadas, las cornisas, las pilas bautismales y otros elementos de piedra para el interior de las iglesias.6

            Sin embargo en la mayor parte de las comunidades campesinas, no existían especialistas de tiempo completo. Seguramente cada pueblo tuvo carpinteros, sastres, canasteros, cereros, canteros, etc., pero todos ellos combinaban el trabajo artesanal con la agricultura de milpa.

            Después de la Revolución, el nacionalismo mexicano, incluyó como elemento importante de su ideología, el rescate de la civilización prehispánica y la revaloración de algunos aspectos de la vida y cultura de los grupos étnicos de nuestro territorio. Así, poco o poco la noción “artes e industrias populares” pasó a denominar técnicas, conocimientos y habilidades tradicionales para elaborar productos de consumo principalmente campesino y rural. En los setentas, el gobierno mexicano a través de algunas instituciones, diseñó y aplicó políticas de fomento de artesanías. De esta forma, productos tan diversos como las charolas y baúles de laca, los canastos de junco y los cestos de bejuco, los hipiles y las blusas bordadas, los cántaros y tinajas de barro, los aretes de oro y plata, de distintas regiones y comunidades del país pasaron a ser todo ellos, artesanías.

            Con el crecimiento de la industria mexicana desde fines del siglo pasado, poco a poco, los productos elaborados artesanalmente fueron lentamente sustituidos. Las fábricas textiles, por ejemplo, empezaron a producir hilos y tejidos más rápidamente y a menor costo que los telares de cintura. Así, en Yucatán, las cordelerías fueron sustituyendo el corchado del hilo de henequén para hacer hamacas, aunque todavía en algunas comunidades se lleva a cabo el corchado manual y aún no se conoce maquinaria capaz de producir las finas hamacas yucatecas que son hasta hoy un producto elaborado a mano, esto es, genuinamente artesanal.

            Los objetos de barro para acarrear agua y cocer alimentos fueron reemplazados por el peltre (“porcelana”) y el plástico, las canastas de bejuco y las bolsas de henequén han cedido casi totalmente su lugar a las bolsas de materiales sintéticos, las sandalias de cuero resienten la introducción del calzado femenino de plástico, etc.

            Pero en el oriente de nuestro estado el ritmo de cambio parece ser más pausado. La sustitución de la artesanía en la vida cotidiana, festiva y ceremonial de las comunidades no es del todo un hecho consumado. Además, algunos productos artesanales de uso cotidiano y ceremonial así como la tradición tecnológica que permite su confección, se han acoplado, en algunos casos, de manera ingeniosa y creativa a las demandas del turismo y de las clases medias urbanas.

            En el territorio que ocupan la ciudad de Valladolid y comunidades mayas que la rodean, encontramos una región con una fisonomía cultural característica. Entre los rasgos culturales que contribuyen a singularizar esta zona tenemos: el cultivo de maíz de milpa combinado con el trabajo migratorio y el trabajo artesanal como estrategia principal para obtener ingresos familiares, el uso de la lengua maya en la vida familiar y comunal, la validez del parentesco consanguíneo y ritual como principio nodal de las relaciones sociales, la vigencia de una cosmovisión anclada en principios mágico–religiosos como mecanismo relevante de integración comunitaria y de resolución de conflictos personales, familiares y colectivos.7

            Los municipios que integran esta región cultural son: Cuncunul, Chan Kom, Chemax, Chichimilá, Kaua, Tekom, Temozón, Tinum, Tixcacalcupul, Uayma y Valladolid. La población total de esta zona ascienda a 97,839 habitantes.8

            Esta obra presenta algunos de los resultados de investigaciones llevadas a cabo en esa área por personal del Centro INAH Yucatán. El proyecto “Los procesos de trabajo de las artesanías y sus perspectivas de desarrollo en la zona de Valladolid, Yucatán”, financiado por el Conacyt abordó el estudio de varios géneros artesanales. Aquí presentamos el trabajo de Carmen Arceo y Armando Morales sobre urdido de hamacas y el de María Elena Peraza en torno al trabajo de talla en madera. Con el apoyo de Cultur María Elena Peraza llevó a cabo investigaciones sobre el tallado de piedra en varias localidades de la entidad,9 parte de los resultados de este estudio aparecen en el apartado sobre tallado de piedra. Finalmente a través del proyecto “Los gremios en Yucatán: formas de organización del catolicismo popular”, se ha recabado información sobre cerería en diversas comunidades del oriente del Estado. Una síntesis sobre este tema se ofrece también en este texto.

Ella F, Quintal

 

Hamacas en Yucatán


Armando Arceo Vargas
Carmen Morales Valderrama

 

“Maistro ¿no conoce usted la historia de la hamaca? Yo la leí en un libro muy antiguo que era de mi papá: antes los indios decían sólo maca y hacían sus hamacas en posición de cama. Ellos parados urdían su hamaca que estaba acostada. Después, cuando llegaron los españoles, antes de la palabra maca le pusieron la ha, entonces los indios empezaron a decir hamaca. Pero, como los españoles lo invirtieron todo, quitaron y pusieron, decían la palabra hamaca pero sin la última letra y al revés: camah. Y así vivimos ahora, al revés”.

Eloy Hoil Yam, Tixcacalcupul

Introducción

La hamaca no es sólo un objeto de descanso, típico del trópico mexicano. Para quienes la elaboran y la utilizan dentro de su cultura cotidiana tiene muchos más usos y significados. En este artículo nos acercaremos a algunos de ellos teniendo como hilo conductor la investigación realizada en la comunidad de Tixcacalcupul, situada en el oriente del estado de Yucatán.

            Para tener una idea de la importancia de la hamaca yucateca, cabe señalar que junto con la miel ocupa un destacado lugar como producto nativo de exportación del Estado. Así, durante 1991 y 1992 se vendieron al extranjero 76,756 piezas con un valor aproximado de $707.198 dólares (Secofi 1993).

            En esos mismos dos años, atendiendo a su importancia como compradores de esta artesanía los principales países fueron Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Suiza, Canadá y Holanda (Ibid).

            Además de esta cantidad de hamacas que se venden al extranjero, están las que adquiere el turismo en los centros vacacionales de la costa de Quintana Roo y en las ciudades de Mérida y Campeche así como aquellas que se comercializan entre las propias familias de la Península.

            En comparación con las hamacas que se producen en otros estados de la República, la yucateca tiene un tejido más cerrado y consistente, aspectos en los que es determinante la tradición artesanal de la región.

            En cuanto a su uso entre la población de la península de Yucatán, éste está generalizado en las comunidades rurales como único medio para dormir. No así en las ciudades como Mérida, Campeche y Cancún donde una buena parte de la población alterna en su descanso cotidiano el uso de la cama durante la época de frío y el de la hamaca en los meses más calurosos.

            Respecto al origen de la hamaca, cabe señalar que los especialistas lo sitúan en el Caribe, ya que antes de la llegada de los españoles, en la Península se dormía en camas de esteras de palma y varas (Landa 1978:34).

 

La comunidad de Tixcacalcupul

Tixcacalcupul se sitúa en el extremo sur-oriental del estado de Yucatán, en colindancia con el de Quintana Roo. Se encuentra bien comunicado pues la carretera que comunica la ciudad de Valladolid con la villa de Carrillo Puerto cruza el pueblo de norte a sur a la altura del kilómetro 19.

            Según el Censo de 1990, la población de Tixcacalcupul asciende a 1891 habitantes (Inegi 1991). En la mayoría de las familias se combina el trabajo en la milpa con la elaboración de dos artesanías que son el bordado de hipiles y el urdido de hamacas. En relación a esta última, Tixcacalcupul se ha distinguido desde tiempo atrás por la calidad de su producción (Terán y Rasmussen 1982).

            Según relatan los viejos de la comunidad, desde inicios del siglo XIX cada familia elaboraba sus propias hamacas con instrumentos que eran obtenidos del monte por sus integrantes, utilizando las fibras procedentes de dos agaves regionales: el ki o henequén (Agave sisalana Perr) y el che elem (Agave fourcroides).

            Alrededor de los años sesenta, esta manera de hacer hamacas fue perdiendo importancia debido a la generalización de otras materias primas que resultaron más adaptadas para su venta al turismo y para el uso de la propia gente de la región. Estos materiales fueron, primero, el hilo de algodón o cáñamo y después el hilo de nylon.

            Junto con la transformación de las materias primas surgieron cambios en los instrumentos utilizados para urdir las hamacas, en el interior de las familias que las elaboran y en la mayor importancia comercial que ha adquirido su producción.

            A continuación vamos a abordar con algún detenimiento estos cambios, dividiendo la exposición en dos etapas: la hamaca antes de 1950 y la transformación de los años sesenta hasta la actualidad.

 

La hamaca antes de 1950

En la primera mitad de este siglo y aun antes, la elaboración tradicional de una hamaca implicaba el conocimiento y manejo de la selva baja característica de Yucatán, de dónde se extraían todos los elementos necesarios para su fabricación.

            La fibra más utilizada era la de kij o henequén que se sembraba preferentemente en los solares de las casas. El periodo de crecimiento normal de la planta fluctuaba entre cinco o seis años, a partir de los cuales ya se podían hacer cortes para el aprovechamiento de la misma.

            Una vez realizada la selección y cosecha de las hojas, se procedía a rasparlas utilizando para ello el buroché o el pakché, dos instrumentos que prácticamente han desaparecido (Ver ilustraciones).

            El proceso de raspado consistía en sacarle el jugo a la hoja de henequén quedando sólo la fibra. Posteriormente ésta se peinaba y se ponía a secar de manera que los rayos del sol cayeran de forma pareja sobre ella y el secado fuera rápido y uniforme. Para fabricar el hilo con el que se elaboraban las hamacas había que corchar esta fibra.

            El instrumento con el que se corcha el henequén de manera totalmente manual, hasta ahora se denomina k’ewel. Este se fabrica con un pedazo de corteza del árbol llamado ya’axché (Ceiba pentandra L.) y un cordel de henequén de aproximadamente un metro de largo. Completando el instrumental se encuentra el bil, nombre que se da en lengua maya a la ceniza vegetal compactada, de forma redonda y consistencia porosa y de fácil desprendimiento, que se utiliza para mantener secas las manos mientras se realiza el proceso de corchado del agave que lo convertirá en hilo.

            El bastidor es el siguiente instrumento fundamental para la hechura de una hamaca. Durante el periodo que se está reseñando se cortaban del árbol del tsai-tsa’ (Neomillspiughia emarginata) ocho varillas, lo más rectas posibles, de una longitud aproximada de dos metros de largo. Estas varillas se utilizaban clavándolas en el suelo, formando una estructura cuadrada en posición horizontal que servía de base y sobre la cual se urdía.

            Las agujas para urdir se hacían de la madera de los árboles llamados bojom (Cordia gerscanthus L.), chacte’ (Sweetiepanamensis), subinche’ (Platymiscium yucatanum St.) o ciruela (Spondia lutea).

            Otros elementos de la naturaleza que se usaban en este proceso son: las hojas de ciricote (Cordia dodecandra), utilizadas como lija para pulir la superficie de la madera del tsai-tsá, sobre la que se urdía la hamaca y la resina de cedro (Cedrela mexicana Roem.) que servía para que las personas que comenzaban a corchar la fibra del agave, se la untaran en las manos como protección para aminorar las ampollas.

            La participación de todos los integrantes de la familia en la elaboración de hamacas era más evidente en el proceso del corchado, ya que la obtención de las materias primas y fabricación de los instrumentos de trabajo recaía en el jefe de familia y en los hijos mayores. Para corchar casi siempre se prefería trabajar antes de que saliera el sol debido a que el fresco y la humedad de la mañana le da mayor maleabilidad a la fibra.

            La técnica utilizada en el urdido de las antiguas hamacas es la llamada de “cama o de abanico”. La característica más importante es que la estructura base (bastidor) sobre la que se trabaja, está colocada en posición horizontal. En esta posición, la puntada o sahuin dada con la aguja se hace de arriba hacia abajo y viceversa.

            En lo que respecta al destino de las hamacas, se tienen noticia de que éstas sólo se empezaron a comercializar en la zona oriente del estado hasta mediados del siglo veinte.

            Por su calidad se dividían en finas y gruesas y por su tamaño en chicas, medianas y grandes. La calidad de una hamaca dependía del tipo de fibra con la que se hacía el hilo, siendo al corcharse, a mayor presión mejor consistencia y finura adoptaba el hilo. Una hamaca hecha con hilo grueso, que se desbarataba o rompía después de unas cuantas lavadas, era una hamaca de mala calidad. Sin embargo se vendían hamacas llamadas “gruesas” de buena calidad. Se les denominaba de esta forma porque el grosor del hilo era mayor que el de las llamadas hamacas “finas”.

            Las hamacas chicas eran elaboradas con cuatro libras de hilo (2 kg.), dos que se utilizaban en el urdido y dos en la confección de los brazos. Las hamacas medianas se urdían con cinco libras (2.5 kg.), tres para el urdido del cuerpo y las otras dos libras para los brazos. Las hamacas grandes eran hechas con más de cinco libras.

            Según los habitantes de la comunidad, la comercialización de hamacas no existía antes de 1915. Después de esta fecha, podemos hablar de un tipo de comercialización regional, a través de intermediarios que se encargaban de venderlas entre los diferentes poblados del oriente del Estado. Las comunidades que sobresalían por su buena producción de hamacas eran Tixcacalcupul, Chichimilá y Chemax. Las personas que atravesaban dichas poblaciones para ir a trabajar en la cosecha de chicle al territorio de Quintana Roo, fueron las primeras que empezaron a comercializar las hamacas.

            Las monedas que circulaban en ese momento eran la libra esterlina (oro), el caballo –el sol y el 0720 (plata pura). El precio que un intermediario le pagaba directamente a un productor por una hamaca mediana fluctuaba entre $1.50 y $1.00; después esta hamaca se vendía en cualquiera de las poblaciones chicleras a $2.00 o $2.50.

            La periodicidad con que los intermediarios visitaban a quienes urdían hamacas, era fijada por estos últimos, quienes, en contraste con lo que sucede en la actualidad, tenían ésta como una actividad complementaria y conservaban el control de su producción.

            El comercio de hamacas hechas con hilo de agave se dio aún en la segunda mitad del siglo XX, sin embargo su demanda fue siendo cada vez menor hasta casi desaparecer.

 

De los años sesenta hasta la actualidad

Ya en la segunda mitad del siglo veinte, con la introducción del hilo de algodón y el de nylon, que trae aparejada la creación de nuevas puntadas para urdir y la aparición del color como un elemento fundamental del diseño de una hamaca; con el cambio en el tipo de bastidor y la apertura del mercado nacional e internacional, el proceso de producción de la hamaca se redefine totalmente.

            Al no depender del conocimiento y manejo del medio natural para la obtención de las fibras y de los instrumentos de trabajo, una de las primeras transformaciones es que, en términos generales, el hombre deja de participar en la elaboración de las hamacas, quedando así como una actividad predominantemente femenina. Es la mujer de la casa la que va a decidir, en base a las condiciones económicas del hogar y de su disponibilidad de tiempo, cuándo se elabora una hamaca y si ésta tendrá un fin comercial o será para autoconsumo.

            La antigua técnica del urdido de hamacas con bastidores en posición horizontal se abandona, adoptándose un tipo de bastidor vertical que se puede transportar con relativa facilidad de una habitación a otra y quien ocupa menos espacio en la vivienda (ver ilustración y fotografía).

            Con la introducción del hilo de algodón o cáñamo, además de la diversificación de colores, se da paso al surgimiento de una gran variedad de puntadas o variaciones en la forma de urdir. En el oriente se detectaron hasta once de éstas, siendo las más comunes las llamadas “gota de agua”, “biscotelas”, “perritos” y “pepita”.

            En cuanto a la forma de obtención de la materia prima, el dinero pasa a ser el elemento indispensable para iniciar el ciclo de producción, dando lugar con ello a una dependencia de las familias más pobres hacia los intermediarios que les proporcionan el hilo que no pueden adquirir por sí mismos.

En el extremo superior se observa un pedazo de vil. La posición de las manos indica como se hace girar la fibra de henequén para irla corchando
En el extremo superior se observa un pedazo de vil. La posición de las manos indica como se hace girar la fibra de
henequén para irla corchando

            Ahora bien, al seguir la historia reciente de Tixcacalcupul, destaca la importancia que tuvieron en los cambios técnico reseñados, tanto la acción de instituciones como las Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública quienes enseñaron a las mujeres del pueblo a urdir con bastidores en posición vertical y con hilo de cáñamo (1964), como los propios intermediarios que crearon una demanda permanente de hamacas para venta, contribuyendo así a fortalecer la elaboración de esta artesanía como una actividad de subsistencia que es básica para numerosas familias del pueblo.

            La desigualdad económica que caracteriza a las comunidades rurales de Yucatán y que se vio acentuada con la irrupción del Huracán Gilberto (1988) influye en los diferentes tipos de hamaca que se elaboran hoy día.

            Algunas familias, al no contar con dinero para comprar el hilo comercial, recurren a la estrategia de desmembrar las bolsas de plástico en las que se les vende el fertilizante, el arroz o el azúcar y, a través del antiguo sistema de corchado, obtener tiras de hilo de plástico con el que urden sus hamacas. En el mismo caso, de falta de recursos económicos, están los que elaboran sus propios instrumentos de trabajo utilizando las técnicas antiguas. Cabe señalar que las hamacas que se elaboran en estas condiciones técnicas suelen ser de autoconsumo.

            Sin embargo, la mayor aceptación que tiene en el mercado la hamaca de nylon da lugar a otro tipo de “enganchamiento” de las familias de escasos recursos. Como ya se ha mencionado, este consiste en que el intermediario proporciona el hilo para urdir, comprometiendo así la entrega del producto dentro de ciertos plazos y con un cierto nivel de calidad. Generalmente lo que el urdidor entrega es el llamado “cuerpo” de la hamaca, que en maya se denomina wíinkal y el intermediario termina la pieza agregando los “brazos”, u k’ab en maya, y los ojillo cuyo nombre maya es yiich. Este tipo de producción se le paga al productor a destajo, o sea por pieza entregada.

            De esta manera, los intermediarios son los que tienen el control del proceso de producción, pues determinan con su demanda los ritmos y tiempos de trabajo, fijan el precio que se paga a la mano de obra y acaparan la comercialización.

 

Los usos de la hamaca

Un repaso de los usos más importantes que se dan a la hamaca en el medio rural aún hoy día, nos permite introducirnos en la vida cotidiana de las comunidades y darnos cuenta de cómo este objeto es punto de confluencia de su vida social. Estos usos son:

                        -para la reproducción humana
                        -como mesa de parto
                        -como cuna
                        -como auxiliar de cacería
                        -como instrumento de curación
                        -como recurso para desgranar
                        -como medio de descanso

            Con respecto a la hamaca como lugar de reproducción humana nos limitaremos a mencionar que, entre algunas familias del área rural, se acostumbra que en las vísperas del matrimonio, la futura esposa urda una “hamaca grande” para compartirla con su marido después de la boda.

            Para las personas de la ciudad puede parecer increíble que una hamaca pueda usarse como mesa de parto, pero para la gran mayoría de las mujeres de los pueblos quienes por generaciones han nacido, visto crecer y morir a su familia en una hamaca, es lo más natural.

            Las parteras del medio rural, al igual que las mujeres embarazadas, opinan que dar a luz en una hamaca es mucho más cómodo que en una cama. El primer argumento que utilizan es con respecto a la adaptabilidad de la hamaca a su cuerpo ya que en el momento del parto, la embarazada tiene de donde agarrase para hacer fuerza.

            Por otro lado, para una mujer embarazada es mucho más cómodo acostarse y levantarse de una hamaca que de una cama debido a que la primera, además de ser mucho más fresca, puede colocarse a la altura que se desee.

            El utilizar la hamaca como cuna es una costumbre bastante común, aun fuera del medio rural. Esto se debe a las características propias de la hamaca, a la que se le puede subir las orillas por medio de un nudo convirtiéndolo así en un lugar seguro y fresco para los niños. De esta manera se les sitúa, al mismo tiempo, lejos del suelo y de los animales. Además de todas las ventajas antes mencionadas, la utilización de la hamaca como cuna le permite a la madre sentarse junto a su niño y mecerlo, lo cual hasta ahora no se puede hacer en ninguna cuna convencional.

            La hamaca como auxiliar de cacería también desempeña un papel muy importante, ya que como sabemos esta actividad forma parte de las estrategias de sobrevivencia de las familias en el medio rural. La cacería la realizan de dos diferentes manera: una es la llamada “hacer la batida” y la otra “ir a espiar”. Esta última se lleva a cabo durante o un poco después de los meses de lluvia y consiste en encontrar algún lugar donde, de forma natural, se haya almacenado agua; cerca de allí, el cazador elige un árbol para esperar a su presa.

            Así las cosas, puede colgar su hamaca entre las ramas de los árboles para hacer más soportable la espera.

            La técnica en donde se utiliza la hamaca como instrumento para curar algunos dolores de espalda, por desgracia no es muy difundida. Sin embargo algunas familias la utilizan y consiste en enrollar la hamaca alrededor de la arte adolorida de la persona (quien se encuentra de pie) y jalar los extremos de la hamaca para que esta haga presión. Las familias que han utilizado la hamaca de esta forma opinan que con la presión, los huesos regresan a su lugar.

            En Yucatán, al igual que en el resto del país, la alimentación se basa en el consumo de granos, principalmente maíz y frijol. Las hamacas hechas con las técnicas antiguas, o sea las de henequén permiten desgranar de forma más rápida y con menos dificultad que con las manos. La técnica consiste en colocar al interior de la hamaca lo que se desea desgranar, cerrarla bien y golpearla con un palo, de forma tal que los granos van cayendo al suelo y la cáscara se queda en la hamaca. En la actualidad no muchas familias recurren a esta estrategia, debido a que no poseen hamacas gruesas como las de antes y las actuales corren el riesgo de romperse.

            El utilizar la hamaca para sentarse es también una antigua costumbre en el medio rural. Las familias de menos recursos por lo general sólo cuentan con una mesa y dos o tres sillas y en algunos casos ni siquiera disponen de estas cosas, ya que por tradición se sientan en banquillos, sobre todo a la hora de la comida que se realiza en torno a una pequeña mesa de tres patas y junto al fogón donde se hacen las tortillas.

            Debido a las costumbres antes descritas, las sillas casi nunca son suficientes para todos los miembros de la familia y menos para las visitas, por lo tanto se recurre a las hamacas como asiento además de que son mucho más cómodas.

            El hecho de que la llegar una visita se le ceda una silla o un banquillo es una muestra de cortesía y amabilidad, pero el que se le ofrezca una hamaca va más allá de eso, casi siempre significa un gesto de confianza y aceptación por parte de los anfitriones.

            Además de todos los usos que se han mencionado, uno de los más importantes sigue siendo el utilizar la hamaca para descansar, cómodamente toda la noche, a este respecto, las personas ancianas opinan que las hamacas hechas con hilos de agave son mucho mejores que las de algodón o fibras sintéticas, ya que estas últimas en la época de calor son muy calientes y en la de frío son muy frías. Además, debajo de las hamacan de nylon no pueden colocarse pedazos de leña medio prendidos para dormir con temperatura agradable, ya que corren el riesgo de que con el calor se derrita la fibra sintética y la persona se caiga de la hamaca, como le ha sucedido a algunos.

 

Comentarios finales

Como se ha visto, la hamaca es una de las artesanías yucatecas más importantes, tanto por el número que se produce y se distribuye al interior del país y fuera de éste, como por la población involucrada en su hechura conformada principalmente por mujeres, niños y ancianos.

            Desde mediados de este siglo se constatan cambios importantes en las técnicas de producción de las hamacas y el tipo de colocación que tienen en el mercado. Ello da lugar a que la hamaca pase de ser una artesanía estrechamente ligada a los conocimientos de la familia campesina sobre su medio natural y a su habilidad para manejarlos a un objeto que se produce dependiendo de las condiciones que fijan los intermediarios de manera inmediata y del mercado, que es el contexto más amplio en el cual se colocan las artesanías.

            Para los artesanos, esta transformación implica una pérdida en el control de las condiciones de producción de las hamacas, de tal forma que al mismo tiempo que se afianza como un recurso para la sobrevivencia familiar se convierte en una actividad enajenada.

            Sin embargo, se conserva una dualidad que distingue a las artesanías y que en muchas ocasiones las rescata de ser convertidas en objetos de maquila. Paralelamente a las hamacas comerciales, en el ámbito familiar se siguen produciendo otras en las que el ingenio para obtener las herramientas y materias primas, es el primer ingrediente; a éste se añade el buen gusto de que hacen gala los artesanos para combinar colores y “puntadas” y se culmina con ese uso creativo reseñado líneas arriba, que renueva cada día la pertenencia de la hamaca a la cultura rural de Yucatán.

 

 

 

Tallado en madera


María Elena Peraza López

 

Introducción

En Yucatán, el tallado en madera es una actividad que se remonta a la época prehispánica, pues los antiguos mayas trabajaban la madera para proveerse de instrumentos de trabajo, instrumentos musicales, objetos ceremoniales y mobiliario.

            Es posible que con la llegada de los españoles la habilidad de los mayas para trabajar la madera fuese aprovechada por algunos frailes para la elaboración de imágenes religiosas y retablos de iglesias, pues dado el elevado número de estas obras que existieron en casas particulares, conventos e iglesias no es de creerse que todas fueron importadas, lo más probable es que fueron frailes versados en el arte del tallado o bien maestro traídos exprofeso, quienes enseñaron a los indígenas nuevos diseños y técnicas para un mejor desempeño del trabajo con madera en el propio terreno peninsular (Urzáiz, 1976: 569).

            En nuestros días, podemos decir que el tallado de madera aún persiste, se realiza de manera artesanal con fines comerciales en tres grandes áreas: el sur, el poniente y el oriente de Yucatán. En el área sur se incluye la villa de Muna y localidades aledañas a los sitios arqueológicos que comprenden la Ruta Puuc, en el poniente está Dzitya que es comisaría de la ciudad de Mérida y en el oriente, se encuentran Pisté, Popolá, Cuncunul, Tixhualahtún, y Chemax.

            Los objetos de madera tallada que se producen en Pisté son efigies de diversas deidades mayas, jaguares, chacmoles y variadas figuras de bulto de “tipo maya”. En Dzityá se elaboran objetos torneados en madera de guayacán. En Popolá se realizan juguetes, como murciélagos y “saltimbanquis”; en Cuncunul, Tixhualahtún y Chemax se tallan aves y mamíferos característicos de la zona, aunque también se elabora otro tipo de animales como elefantes y tucanes .

Alhajero de Dzityá en madera de guayacán
Alhajero de Dzityá en madera de guayacán

            La información que a continuación presentaremos se refiere a Chemax, ya que este poblado fue estudiado como parte de una investigación más amplia sobre artesanías, que un grupo de investigadoras del INAH realizó en el oriente de Yucatán.

 

Información básica sobre Chemax

En español la palabra Chemax significa “árbol de los monos”. El sitio fue un antiguo asentamiento prehispánico perteneciente a la Provincia de los Cupules y fue dado en encomienda en el año de 1549 en favor de Don Juan López de Mena. Desde 1918 el poblado es la cabecera del municipio que recibe el mismo nombre y se encuentra sobre la carretera Mérida-Valladolid-Cancún, dista 175 kilómetros en dirección sureste de la primera y 30 km. De la segunda en la misma dirección. Este municipio cuenta con escuelas de tres niveles educativos: preescolar, primaria y secundaria, cuenta también con parque, campo deportivo y una sala de cine. Asimismo, existe una clínica IMSS-Coplamar ubicada en una de sus comisarías (Secretaría de Gobernación, 1988: 103 y 105).

            Debido a su misma ubicación geográfica, Chemax está bien comunicada con Valladolid, Mérida y Cancún, puntos hacia los que constantemente se dirigen taxis o autobuses o bien retornan de ellos.

            Los pobladores de Chemax se dedican al cultivo del maíz en milpas de temporal pero en los últimos años, los bajos rendimientos en el cultivo han convertido la migración a Cancún en una alternativa de ingreso con el cual satisfacer los requerimientos familiares de consumo. Esta opción es más bien tomada por los jóvenes, los hombres de mayor edad son los que permanecen vinculados a las faenas agrícolas y las mujeres se dedican de manera importante al bordado de hipiles y al urdido de hamacas.

            Así, como una opción económica para no emigrar de la localidad, dos jóvenes chemaxeños se iniciaron en el tallado de madera bajo las condiciones y motivos que expondremos a continuación.

 

El tallado en madera de Chemax

El tallado en madera de Chemax con fines comerciales no tiene raíces muy antiguas, pues hace apenas cinco años que un joven cuya edad era de veinte años, comenzó a dedicarse a dicha actividad para vender sus productos.

            Su historia es la siguiente: siendo un niño de edad escolar tuvo la oportunidad de ingresar como interno a una escuela albergue de la Dirección de Educación Indígena de la Secretaría de Educación Pública, lugar en donde a los escolares se les impartía clases elementales de dibujo entre otras materias. Cierta vez fue organizado un concurso de dibujo en el que nuestro informante resultó triunfador, debido a la facilidad que tenía para los trazos. A raíz de esto siempre fue alentado por su maestra para continuar desarrollando esta habilidad.

            Concluida su educación primaria retornó a su hogar ubicado en una ranchería cercana al municipio de Chemax donde se reintegró a sus labores cotidianas para un joven de edad, mismas que consistían en ir al monte por leña o acompañar a su padre a la milpa. En el camino hacia su campo de cultivo existía una pequeña mina de barro y un día, retornando de sus faenas decidió tomar un poco de dicho material para humedecerlo al llegar a su vivienda y así materializar con volumen algunos de los dibujos que él plasmaba en el papel. Una vez que lo logró –según dijo con cierta facilidad- su hermano le sugirió que intentara realizar sus ideas en la madera. Así, se fue al monte, cortó un tronco y ya de nuevo en su hogar se abocó a darle forma a su primera figura que fue “un indio con su escudo y su flecha”; observando que “le salió bien”, decidió dedicarse a dicha actividad para tratar de obtener ingresos mediando se desempeño.

            Esto coincidió con el traslado de la familia a Chemax, en donde su padre montó una pequeña tienda de abarrotes que llamaron “El artesanías”. Este pequeño comercio era atendido por la madre en tanto que el padre cultivaba la milpa. Sin embargo, muy pronto la actividad artesanal se convirtió en la mayor proveedora de ingresos para la familia, sin que por ello dejaran de desempeñar las otras.

            Respecto de los primeros tiempos de su actividad, el tallador comenta que aun cuando tenía la idea en la cabeza le era difícil lograr las figuras de bulto debido a varios factores: primero porque carecía de técnicas para hacer más fácil la labor; segundo, su única herramienta era un viejo machete bien afilado y tercero, le faltaba conocimiento para escoger la madera adecuada para la talla. En ese entonces realizar una figura le llevaba el día entero. Poco a poco fue adquiriendo más práctica y ahora termina una figura en tres o cuatro horas, a veces emplea más tiempo dependiendo del tamaño y plasticidad de movimiento que desee expresar en la figura tallada. En relación a esto último el artesano manifestó que el saber dibujar le ayuda en relación a la proporción de las tallas, pero para imprimir movimiento a las figuras de bulto en ocasiones se pasa todo el día pensando como sería en realidad. Señaló que en una ocasión así le ocurrió “con un pájaro que está haciendo su trabajo dentro de una mata”, es decir, anidando (ver foto). Actualmente, aunque el tallador carece de grandes conocimientos técnicos y de los instrumentos necesarios, ha adquirido mucha práctica y le resulta fácil tallar cualquier tipo de figura, ya sea la que él desee o bien alguna que le encarguen.

            Antes de concluir con el desarrollo de la actividad talladora en Chemax, es conveniente señalar que además del informante existen otras personas que le han seguido en su labor. Estas son su hermano soltero bajo cuya sugerencia se inició en la transformación de la madera; otro hermano casado que vive con su familia en su ranchería de origen y el hijo de éste que cuenta con once años de edad y aún se inicia tallando pequeñas figuras en madera blanda. Además, cuando hay mucha demanda las mujeres de la familia también se incorporan al trabajo lijando las piezas que se tallan. Sin embargo, de todos los mencionados, son los dos jóvenes quienes se dedican de tiempo completo al tallado de madera y es con ellos con quienes se contratan los trabajos.

            Asimismo no podemos omitir que estos artesanos también han incursionado en el manejo de otras materias primas y así, han logrado tallar en piedra reproducciones en antiguas estelas mayas que vendieron a lujosos hoteles de Cancún.

 

Cómo se talla una figura en madera

La materia prima para la actividad que se desempeña en Chemax es la madera de cedro, ya sea éste rojo o blanco, así como las raíces jóvenes del pich o guanacastle. Estas maderas se obtienen en los montes del ejido o se compran en terrenos de particulares. En el caso del cedro, la primera forma de adquisición prácticamente ya no se lleva a cabo pues en Yucatán el cedro es casi una especie en extinción, por lo que es necesario comprarlo. Este hecho tiene dos repercusiones importantes: una es que influye en los costos de producción de las tallas y otra, es que en ocasiones no se puede trabajar por carecer de financiamiento para adquirirlo. Aunque existen otras maderas que se podrían trabajar, los artesanos prefieren el cedro pues es maleable, no es atacado por el comején, despide un olor agradable y sobre todo, es el más apreciado por los compradores.

            En este sentido, el cedro blanco ocupa un segundo sitio en la escala de preferencias del público consumidor quedando el pich en la posición más baja. En cuanto al pich, aun cuando su adquisición es más fácil y económica ya que basta con salir al monte, detectar un árbol y extraer sus raíces, los mismos artesanos utilizan poco ese recurso pues la madera se abre con facilidad, es poco resistente a la humedad y en corto tiempo las figuras adquieren manchas verdosas denominadas en maya kuxum. Además están concientes que al talar las raíces tiernas, los árboles se lesionan y su intención no es acabar con ellos.

            Los instrumentos que se utilizan para tallar la madera son rudimentarios y preparados por los mismos artesanos de acuerdo a lo que su práctica diaria les ha demandado. Así, las herramientas principales son un hacha para cortar troncos gruesos, un machete bien afilado para hacer los primeros desbastados, un cuchillo para cortes de mayor precisión, clavos aplanados de diferente largo y grosor a manera de gubias y buriles; lijas y pinceles.

            Las figuras de madera que se tallan en Chemax son muy variadas por lo general éstas representan animales típicos de la fauna yucateca y están realizadas en una sólo pieza de madera. Además, a petición de algunas carpinterías de la localidad, tallan tableros en relieve con motivos florales o marcos para espejos y por su cuenta, han comenzado a tallar imágenes religiosas también en relieve o de bulto.

            Los pasos que se siguen para elaborar una de estas figuras son los siguientes: a temprana hora el artesano se dirige al monte en busca de árboles susceptibles de ser talados. Si los detecta en terrenos del ejido de Chemax puede proceder a su corte pero si éstos están en montes de otro ejido o en terrenos particulares, es necesario solicitar permiso para la tala o bien pedirlos en venta.

Conjunto de animales procedentes de Chemax tallados en madera de cedro.
Conjunto de animales procedentes de Chemax tallados en madera de cedro

            Una vez realizadas las gestiones que el caso demande, se da marcha a la extracción de las raíces si se trata del pich. En este caso se excava alrededor del tronco para buscar las raíces “tiernas” y ya encontradas, se procede entonces a despejar el área, acto seguido, se corta con un hacha para extraerlas y ser llevadas al lugar de trabajo. En el caso del cedro, en vez de excavar se procede a cortar el tronco elegido. Esta labor resulta más cansada y tardada que la extracción de raíces pues la madera es más fura y se tiene que cortar a hachazos en varias secciones que permitan su fácil transportación a la vivienda de los artesanos, en donde se colocan en un lugar sombreado para que se sequen durante tres o cuatro días. Transcurrido este lapso de descortezan y se comienza a cortar bloques de tamaño adecuado a las figuras que se ha pensado tallar, aunque en ocasiones se corta un segmento para tallar una figura concreta y según el tamaño, grosor y forma de los pedazos sobrantes “se ve que puede salir de ellos”.

            El paso siguiente consiste en cuadrar los pedazos de madera, es decir, en darles una forma cuadrada o rectangular y así, en una cara del cuadrado o del rectángulo dibujar la silueta que se va a tallar. Después, con el cuchillo se inicia el marcado de incisiones y rebajado de los bordes del dibujo para de esta manera comenzar a formar la figura de bulto. Se trabajo primero por un lado y se pasa entonces al otro.

            Obtenida la primera forma burda, con el cuchillo se procede a afinar y resaltar los detalles de la figura, tales como ojos, plumaje dedos, etc. Cuando ha cobrado forma y ésta se adecua al modelo concebido o imitado por el artesano, se comienza a alinear la talla con una lija. Posteriormente se procede al decorado, el cual consiste en ensamblar ojos, colmillos, bigotes y cuernos o bien en pintar las piezas imitando las texturas de la piel o del plumaje. Sin embargo algunos trabajos se dejan “al natural”.

            En relación a otras artesanías en madera, las figuras que se tallan en Chemax denotan mayor creatividad y realismo por parte de sus autores, quienes tienen como taller el sombreado traspatio de su vivienda. Lugar donde se pasa el día entero tallando pues es ésta su actividad principal; ellos no cultivan la milpa sino que es su padre quien se aboca a las labores agrícolas para complementar en especie, el ingreso monetario que los jóvenes obtienen con la venta de “sus trabajos”.

            Como ya hemos mencionado, los integrantes de esta familia no dependen de las labores agrícolas para lograr su sustento. El dinero que los dos hijos jóvenes obtienen alcanza para comprar el maíz que la familia necesita para su consumo. No obstante, al destinar prioritariamente sus ingresos a dicho fin, generalmente les es difícil contar con financiamiento para comprar su materia prima. Así, cuando carecen de dinero y necesitan trabajar optan por ir al monte y extraer raíces de pich en vez de comprar los troncos de cedro que les resulta oneroso. Con esto también se explica el porqué además de la actividad artesanal, es necesario realizar otras labores que complementen el ingreso, tal como en este caso ocurre con el cultivo de la milpa por parte del padre y la atención del pequeño comercio por parte de la madre y las hermanas.

            Para el desempeño de su actividad, los talladores no cuentan con ayudantes, cada quien talla sus propias figuras, ocasionalmente son secundados por el hermano que llega de la ranchería y por el sobrino que pasa largas temporadas con ellos. Sin embargo, si alguna de estas tallas llegara a venderse, el dinero obtenido pertenecerá al autor de la obra. Es decir, son independientes uno de otro pero entre los hermanos existen acuerdos de financiamiento e inversión en beneficio de la familia o bien, compran materiales en común para darle continuidad a su trabajo que es el tallado de madera.

 

Comercialización

Las tallas de madera que se realizan en Chemax tienen un destino comercial, éste se materializa en el público consumidor que son los turistas que visitan Mérida y Valladolid, Yucatán o Playa del Carmen, Cobá y Cancún, Quintana Roo.

            Las figuras son básicamente de ornato y la mayoría son tallas individuales, aunque en ocasiones se hacen composiciones que implican dos o tres elementos pero lo importante, es que siempre se trata de realizar la figura en una sola pieza de madera.

            La comercialización de estas figuras talladas en manera presenta tres tendencias: venta en el domicilio de los artesanos; encargo de diversos comerciantes de Quintan Roo o de Mérida y entrega “a consignación” a algún comerciante de Valladolid sin compromiso anticipado.

            La venta en el domicilio de los artesanos es una forma de comercialización poco frecuente pero conveniente para ellos, pues no implica el traslado de las piezas que en varias ocasiones llegan a ser voluminosas. Esta ocurre cuando alguien acude a Chemax solicitando expresamente estos trabajos por tener referencias de los mismos, o cuando algún turista paseando por la localidad se entera casualmente de su existencia.

            Generalmente las piezas talladas se exhiben en la tienda que es a la vez la sala de la vivienda, algunas figuras como las aves, cuelgan del techo; otras se lucen en los anaqueles compartiendo espacio con latas de comestibles y bolsas de detergente; unas más descansan sobre el refrigerador o bien se apilan sin aparente orden debajo del mostrador. Si las figuras son de pequeñas dimensiones se van poniendo en una caja de cartón en espera de ser vendidas.

            El encargo de comerciantes de Playa del Carmen es un evento que ocurre hace aproximadamente cuatro años. Regularmente reciben algunos pedidos por esta vía e incluso, algunos comerciantes les proporcionan modelos en madera u otro material con el fin de que los imiten. Así han tallado un revólver articulado, una mujer del trópico reposando en su hamaca y unos “perros de sueño”.

Tallas en madera de Chemax puestas a la venta junto con abarrotes en el domicilio de los artesanos
Tallas en madera de Chemax puestas a la venta junto con abarrotes en el domicilio de los artesanos

            La entrega de productos se efectúa en la propia vivienda de los artesanos, ya que es el comerciante quien acude por los encargos y generalmente demanda más productos para una fecha que entre artesano y comprador fijan. Sin embargo, en ocasiones uno de los hermanos viaja a donde sea necesario para hacer la entrega.

            Ya para concluir este apartado, es conveniente hacer notar que los artesanos están sujetos a múltiples contratiempos que apenas les permiten recuperar sus costos de producción y retribuir parte de su trabajo. Los acontecimientos que dan pie a esta aseveración son los siguientes: para transportar sus productos hacia algún comercio lo hacen en autobuses de transporte colectivo que generalmente van atestados de pasajeros, por tal motivo y debido al peso de su material no pueden llevar consigo muchas piezas. Sobre todo las de mayor tamaño que son las más le reditúan. Si intentan llevar varias piezas pequeñas en una caja, éstas se maltratan y en ocasiones se rompen, hecho que representa pérdida para ellos. Todo esto aunado a que los conductores de los autobuses les cobran su pasaje y una cantidad que va de acuerdo al tamaño de los bultos que transportan, argumentando que ocupan el lugar que correspondería a otro individuo.

            Si optan por trasladar sus productos en un taxi, el caso es similar pues los choferes les cobran el flete de acuerdo a las piezas que entregarán pues les comentan que por ellas van a recibir mucho dinero.

Un último e importante impedimento para la libre y ágil comercialización de las tallas en madera, es el temor de los artesanos para sacar sus productos de la localidad pues algunos amigos les han comentado que la tala del cedro está prohibida y existen sanciones por tal acción.

 

Comentarios finales

Con lo aquí expuesto, se observa que las artesanías en madera, al igual que otras que hacen uso de los recursos naturales, actualmente se enfrentan al problema de la escasez de materia prima debido a la depredación del entorno natural que está conduciendo a la extinción de diversas especies tanto animales como vegetales. Este hecho nos sitúa ante la disyuntiva de definir cual es en última instancia el aspecto a defender: se pugna por la preservación de los recursos naturales o se tiende a promover el desarrollo económico de los artesanos.

            De manera planificada, a largo plazo, sería posible dar solución a esta problemática mediante la instauración de viveros de especies maderables utilizables para el tallado. Estos podrían funcionar de manera similar a como operaban los viveros IMSS-Coplamar, en los que en un terreno determinado, los campesinos cultivaban hortalizas y maíz en tanto las maderas se desarrollaban y alcanzaban el punto óptimo para su corte.

            Asimismo, para dar mayor calidad al acabado de los productos y hacerlos competitivos en el mercado, es necesario capacitar a los artesanos a fin de que se familiaricen con las nuevas técnicas que faciliten y agilicen su labor. Además requieren de la herramienta adecuada para que sus figuras ya de por sí llamativas y originales, alcancen mayor perfección.

            Todo esto acompañado de una amplia campaña de difusión y concientización del público consumidor, en cuanto al carácter único de estas piezas, que son la expresión de la creatividad particular del artesano y del contacto con el medio ambiente que los rodea.

Bibliografía

 

 

El Tallado de Piedra en Yucatán


María Elena Peraza López

 

Introducción

El objetivo de este texto es mostrar la evolución del tallado de piedra que se realiza en Yucatán abarcando tres etapas de desarrollo. Estas etapas son: época prehispánica, época colonial y época contemporánea, haciendo énfasis en los diversos usos que se dieron o continúan dándose a los objetos pétreos producidos, mismos que según las fuentes consultadas son: el cotidiano, el ornamental, el ceremonial y el decorativo.

            En los tres períodos mencionados, los objetos de uso cotidiano son aquellos que fueron creados para satisfacer necesidades diarias. Entre ellos están los utensilios para la molienda, las armas para la cacería, los instrumentos de labranza, las herramientas para la construcción, los raspadores, los selladores y los perforadores.

            Los objetos ornamentales se refieren más bien a la época prehispánica y consisten en collares, orejeras y narigueras que eran utilizados para el atavío personal.

            En el caso del aspecto ceremonial, para la época prehispánica contemplamos las estelas y las esculturas zoomorfas, antropomorfas o fitomorfas que forman parte de diversas estructuras arqueológicas. Los objetos ceremoniales tanto en la época colonial como en la actualidad, son entonces los que se utilizan para llevar a cabo determinadas funciones del culto católico como son los altares, las pilas bautismales y las pilas o conchas para agua bendita.

            Los objetos de uso decorativo son prácticamente exclusivos de la época colonial y actual pues durante la primera, los trabajos en piedra comienzan a ser canalizados por los conquistadores hacia la elaboración de elementos arquitectónicos para el ornato de edificios, ya sin ese matiz mágico religioso que imperaba en la época prehispánica. En la época contemporánea, lo decorativo se plasma en una amplia gama de objetos que adornan jardines y estancias de múltiples hogares, hoteles u oficinas yucatecas, nacionales e incluso extranjeras.

 

El tallado de piedra en la época prehispánica

Desde tiempos ancestrales la existencia de piedra ha sido una característica relevante del suelo yucateco. Siendo entonces la piedra un elemento importante en el medio natural de los antiguos mayas, es comprensible que estuviese presente en diversos aspectos tanto espirituales como materiales de su vida.

            La lengua es uno de los rasgos culturales en los que puede apreciarse la relevancia que tuvo la piedra, ay que el vocablo tun (piedra es lengua maya) aparece en nombres de personas como Kantún o de lugares y asentamientos como Dzibilchaltún. Ocupó también un lugar preponderante en los sistemas de cómputo del tiempo en donde los períodos se denominan tun, katun, baktun, kalabtun y kinchiltun, mismos que constituyen la piedra angular para comprender la percepción maya del tiempo y la historia (Quintal, 1991 s.p.).

            En la cosmogonía también podemos encontrar dioses, héroes y diversos personajes cuyos nombres incluyen el vocablo tun (Ibid). Pasando al especto material los impresionantes vestigios arqueológicos que aún se conservan, hablan de una gran dedicación al tallado de piedra. Los grandes templos, palacios, juegos de pelota y demás construcciones, muestran algunas veces elementos decorativos sencillos y en otras ocasiones, ostentan complicada ornamentación. No obstante, en ambos casos siempre se revela la maestría de los constructores y artesanos (Peraza y otros, 1991:7).

            El interés primario del artista maya radicaba en representar fielmente el objeto o personaje que tallaba. Por tal motivo, gran parte de las esculturas eran naturalistas como en el caso de las figuras humanas de sacerdotes o guerreros, así como en las representaciones de animales. Sin embargo la escultura en piedra maya tuvo profundas implicaciones religiosas y en consecuencia, un marcado carácter simbólico (Ibid.).

            En muchas ocasiones los motivos eran figuras geométricas cuya perfección permitió decorar las fachadas de los edificios con grandes mosaicos, en los que cada pieza se labraba por separado y después se ensamblaban como si se tratara de un gran “rompecabezas” (Ibid.).

            En síntesis, la principal característica de la piedra tallada en la época prehispánica es la perfección y belleza de su realización, aún cuando los instrumentos para esta labor fuesen de alguna manera rudimentarios comparados con los de nuestro tiempo.

 

El tallado de piedra en la época colonial

En el transcurso de esta etapa los antiguos usos que se daban a la piedra comienzan a transformarse, ya no se labra la piedra para la edificación de estructuras mayas, sino que los conquistadores enfocan las habilidades escultóricas de los indígenas hacia el tallado con fines decorativos de las solariegas residencias hispanas, o bien, para realizar los diversos elementos necesarios en el desempeño del ritual inherente al culto católico instaurado por los frailes franciscanos. Con este objetivo, en el primer caso se tallan marcos para portales y balcones, escudos heráldicos y placas conmemorativas; en el segundo caso, se esculpen pilas bautismales, pilas y conchas empotrables para agua bendita, cruces y altares.

            En esta etapa el tipo de herramientas utilizadas para esta labor también se modifica, ya que empiezan a utilizarse cinceles, martillos, limas y escofinas de metal, en sustitución gradual de los artefactos pétreos prehispánicos.

            No obstante, existen evidencias de que los enseres domésticos tales como los metales, los molcajetes y las pilas sencillas, continuaron utilizándose de manera cotidiana entre la población maya.

            Algunas de las más logradas obras de la piedra tallada en la época colonial están representadas por el portal de la “Casa de Montejo”.

 

El tallado de piedra en la época contemporánea

Actualmente, el tallado en piedra aún continúa realizándose en varios poblados de Yucatán. Dichas poblaciones son Dzityá perteneciente al municipio de Mérida; Muna, cabecera municipal; Tixhualahtún, comisaría de Valladolid; Halachó cabecera del municipio que lleva el mismo nombre y Kankab, pequeña comisaría de Tekax, mencionadas en orden de importancia de acuerdo a la variedad y volumen de su producción.

            En estas localidades el tallado en piedra se lleva a cabo de manera artesanal y a excepción de Dzityá en donde se encuentra una cooperativa que cuenta con local propio, en los otros casos el taller del artesano es su propia vivienda.

            En cuanto al tipo de materia prima y herramientas utilizadas, organización para el desempeño de esta labor, usos, variedad, volumen y comercialización o destino de la producción, existen ciertas particularidades según la población de que se trate. Sin embargo, puede hablarse de tendencias generales, tal como veremos al ir exponiendo a continuación lo que ocurre en tres de las principales localidades talladoras.

 

El tallado de piedra en Dzityá

El poblado de Dzityá se encuentra a ocho kilómetros de la ciudad de Mérida, cuya vía asfaltada de acceso se desprende de la carretera Mérida–Progreso. Aquí, la organización del trabajo para el tallado de piedra adopta dos modalidades: la de taller cooperativo y la de taller familiar. El taller cooperativo que es único en la localidad agrupa a veinte personas y los talleres familiares son tres.

 

Materia prima utilizada

En Dzityá generalmente se utilizan seis tipos diferentes de piedra para la realización de las tallas. Dichos tipos de piedra son los siguientes:

            1) Conchuela.- Piedra de origen marino que se extrae en terrenos costeros ubicados entre los puertos de Celestún y Sisal. En sí es un aglomerado natural de arena y conchas trituradas. En relación a otras piedras su consistencia es blanda, lo que la hace más susceptible de ser trabajada. No en balde es la más utilizada en el taller cooperativo, mismo al que surten en gran escala enormes camiones que tienen ya como oficio esta actividad. En menor medida también se utiliza en el taller artesanal, pues en estos casos son los propios artesanos quienes extraen o consiguen su materia prima, aunque sea de otro tipo.

            2) Sakel bach.- Piedra caliza que se obtiene de montes del cercano ejido de Chuburná Pueblo. Es bastante utilizada, tanto en el taller cooperativo como en los talleres familiares. Su consistencia es dura pero aún así, es posible trabajarla con detalle.

            3) Sak tunich.- Piedra blanca que también se obtiene en los montes de Chuburná Pueblo, aunque ahora es escasa pues las vetas se están agotando. Por lo mencionado, su uso es poco frecuente, ya que depende del hallazgo eventual del algún filón.

            4) Sak tok’.- Piedra dura como el granito de apariencia marmoleada. Se obtienen en los montes que rodean el poblado. Es utilizada en el taller cooperativo. Su consistencia dificulta el trabajo, pero éste se ve recompensado debido al acabado que se logra con su veteado.

            5) Piedra Pinta.- Piedra dura de color blanco con tintes pardos, es difícil de trabajar pues se astilla con facilidad. En la actualidad está prácticamente agotada.

            6) Piedra Rosa.- Conocida también como piedra de cantera, sólo se trabaja por encargo en el taller cooperativo pues se trae desde el sur del estado y resulta costoso el transporte. Es más frecuente su uso en el taller familiar, pues éstos trabajan con los residuos que les obsequia o vende una empresa del ramo ubicada en Dzitya.

 

Usos y variedad de la producción

El uso que se da a los objetos tallados en piedra que se producen en Dzityá es netamente decorativo. Esto es válido para el taller cooperativo y para los de corte familiar, pues en ambos casos se esculpen elementos arquitectónicos tales como marcos para puertas y balcones, arquerías, columnas, balaustradas y baldosas, placas para identificación de residencias u oficinas, además de fuentes, bases para mesa, bancas para jardín, diversas figuras zoomorfas, cruces ricamente labradas y otros artículos de menor tamaño como marcos para timbres e interfones, ceniceros, escupideras, sostenedores de libros y pisapapeles.

Cruces talladas en el Taller Cooperativo de Dzityá.
Cruces talladas en el Taller Cooperativo de Dzityá.

 

Volumen y comercialización de la producción

En el caso del taller cooperativo el volumen de producción es elevado pues son ellos quienes prácticamente surten sostenidamente toda la demanda de arquitectos e ingenieros de la ciudad de Mérida y de otros estados del sureste, existiendo ocasiones en que la producción se exporta por encargo.

            Los talleres familiares por su parte, denotan una producción más reducida, ya que ésta depende de la cantidad de mano de obra con que se cuente para realizar los trabajos. También trabajan por encargo pero en la medida que más bien responden a la demanda de clientes eventuales y éstos no son numerosos, para los jefes de familia el tallado en piedra no es una actividad principal sino que constituye la vía de ingreso complementaria del gasto familiar.

 

El tallado de piedra en Tixhualahtún, Valladolid

Tixhualahtún es una pequeña comisaría de Valladolid ubicada a ocho kilómetros de la cabecera del mismo. En ella existen cuatro familias que se dedican al tallado de piedra, utilizándose en todas ellas herramientas rudimentarias y cortadora eléctrica de esmeril en tres casos.

 

Materia prima utilizada

En Tixhualahtún el tallado se realiza en dos tipos de material:

            1) Balam tunich.- Que es una piedra salpicada de pintas rojizas o color marrón, cuya fuerte consistencia la hace resistente a la abrasión. No obstante, su misma dureza dificulta el trabajo pues los núcleos se lasgan y astillan si se desconoce la técnica adecuada.

            2) Sak tunich.- Piedra dura de color blanco también resistente al desgaste. Es la más utilizada pues ésta se extrae en los solares del propio artesano.

 

Usos y variedad de la producción

De todas las localidades que actualmente se dedican al tallado de piedra, Tixhualahtún es quizá la única en donde la producción aún conserva su uso cotidiano pues ahí se tallan metates y molcajetes (conocidos como kuteros en el lenguaje regional) que satisfacen la demanda local de estos productos.

            Por otra parte, a raíz de la demanda turística además de los objetos mencionados, una de las familias ha incursionado en el tallado de piezas monumentales como pilas bautismales, altares para iglesias, columnas y bases para mesas, logrando ya una magnifica calidad en sus acabados.

 

Volumen y comercialización de la producción

Tres de las familias talladoras de Tixhualahtún producen básicamente para surtir la demanda local de metates y molcajetes, respondiendo eventualmente a pequeños encargos que les solicitan tales como cruces rústicas. Por el contrario, la familia dedicada al tallado de esculturas monumentales comercializa su producción en Cobá o Cancún, Quintana Roo, ya que también se dedican a esculpir figuras zoomorfas, antropomorfas y fitomorfas que reproducen piezas prehispánicas. Asimismo, responden a encargos de los diversos municipios del entorno.

 

El tallado de piedra en Muna, Yucatán

La Villa de Muna está ubicada en la vía Mérida-Uxmal, lo que la convierte en un paso obligado de turistas durante todo el año. En Muna existen cuatro familias que se dedican a la escultura en piedra.

Materia prima utilizada.

En Muna se utilizan tres tipos de rocas:

        1. Rosa o de cantera
        2. Sakel bach
        3. Sak tunich

 

Usos y variedad de la producción

El uso de los objetos tallados en Muna es decorativo y se produce para satisfacer la demanda turística. Así, se tallan juegos de arete y dije; aretes; imitaciones de piezas prehispánicas; cuchillos y figuras zoomorfas, antropomorfas o fitomorfas que son producto de la creatividad de los talladores.

 

Volumen y comercialización de la producción

El volumen de la producción no es muy elevado y varía según la demanda, pues en unos casos se surte a Museos o otras dependencias, a los turistas que llegan a la localidad, o bien, a clientes que realizan encargos eventuales.

 

Organización del trabajo para el tallado de piedra en Yucatán

            La organización del trabajo para el tallado de piedra en Yucatán adopta dos modalidades: la de taller cooperativo y la de taller familiar.

            Cuando el desempeño de dichas labores artesanales se lleva a cabo en una taller cooperativo, por lo general se cuenta con local propio y en éste la organización del trabajo se da de acuerdo a la edad de los miembros, ya que de esta característica depende en gran medida la destreza de cada uno para la ejecución de determinadas fases del proceso de trabajo. Así, los niños realizan las tareas menos complicadas como el corte de los bloques pétreos de acuerdo al tamaño del objeto a tallar; algunos de los jóvenes trazan y otros tallan piezas que no requieren de mucho detalle, aunque unos cuantos ya son capaces de realizar piezas bien decoradas. Los adultos por su parte, son quienes ejecutan las tallas más delicadas y variadas.

            En los talleres familiares la organización del trabajo es similar, sólo que en ellos las tareas más complicadas recaen en el jefe de familia y las faenas más sencillas son realizadas por los hijos o el hijo que manifieste interés y aptitudes para la escultura en piedra. En algunos casos se observa la incorporación del trabajo femenino, el cual se aplica a la talla de figuras pequeñas como pesadas, o de miniaturas que requieren de gran delicadeza en los cortes e incisiones.

 

Herramientas utilizadas para tallar la piedra en Yucatán

En este apartado creemos conveniente remontarnos nuevamente a la época prehispánica, para así hablar sobre las herramientas que en ese entonces se utilizaban para el tallado de piedra.

Instrumentos petreos prehispánicos para el tallado de piedra, los cinceles y el perforador sonde pedernal y el martillo y el pulidor son de piedra caliza.
Instrumentos petreos prehispánicos para el tallado de piedra, los cinceles
y el perforador sonde pedernal y el martillo y el pulidor son de piedra caliza.

            En relación a ellas, mucho es lo que la fantasía y la imaginación han sugerido. Sin embargo, las evidencias arqueológicas nos demuestran que tanto las admirables esculturas de las que ya hemos hablado como las imponentes estructuras, fueron realizadas con rudimentarias herramientas elaboradas también con piedra, ya fuera ésta caliza o pedernal local, o bien traída de otros sitios. Claro ejemplo de esto es una ofrenda encontrada durante las excavaciones en la zona arqueológica de Dzibilchaltún, Yucatán, en el año de 1962-63, que consiste en siete pulidores de piedra caliza que se utilizaron para aplicar el estuco en las paredes y varios artefactos de pedernal para labrar, así como dos cinceles en forma de espátula, dos triangulares y uno en forma de lámina y un buril biselado. Además se encontraron otras piezas también de pedernal tales como una hoja de percusión para desbastar los núcleos pétreos, un hacha acanalada, un fragmento de hacha y también un “desgastador” labrado en roca ígnea procedente de otra región (Peraza y otros, 1991:11).

            Un ejemplo más es la ofrenda encontrada en Muna, municipio de nuestra entidad, compuesta por nueve artefactos de piedra caliza local. Siete de ellos son pulidores y dos son “aplanadores” que debieron servir para compactar y pulir el estuco en las superficies de los edificios prehispánicos. Además el hallazgo comprende cuatro hachas de pedernal con las que se trabajaba la piedra (Ibis.).

            Retornando a nuestros días es claro que los artefactos de piedra han cedido su sitio a los instrumentos de metal. No obstante, debido al escaso capital con que cuentan los talladores contemporáneos, sus herramientas no son en lo absoluto sofisticadas, de alguna manera aun siguen siendo rudimentarias.

Instrumentos elementales para el taller de piedra en la actualidad.
Instrumentos elementales para el taller de piedra en la actualidad.

            En el caso del taller cooperativo se utiliza una gran variedad de herramientas para tallar la piedra, aunque básicamente se trata de los clásicos cinceles, martillos, limas y escofinas, entre ellos destaca un elemento determinante para la agilización del proceso de trabajo. Este es la cortadora eléctrica de esmeril en tres diferentes tamaños. Uno para cada tipo de corte y grado de perfección que se quiera conseguir en el acabado.

            Por su parte, en los talleres familiares sólo en contados casos se posee este preciado instrumento y los cortes y acabados se logran a cincel, martillo y escofinas, pero no por ello dejan de tener calidad. En la mayoría de las ocasiones, las herramientas son martillos, hachas, coas, cuchillos o clavos que han sido adaptados para el tallado de acuerdo a las necesidades y experiencia del artesano.

 

Comentarios finales

Según la Enciclopedia Yucatanense, todos los geógrafos que han estudiado la península coinciden en llamarla la “losa de Yucatán”, otros la describen como “una gran tabla que parece flotar sobre los mares” e incluso en las escuelas de antaño un estribillo la menciona como “una planicie calcárea poco más alta que el mar” (Díaz B., 1977: 56), todo esto hace de nuestra tierra un inmenso banco de material pétreo cuyos habitantes han transformado desde lejanos tiempos y han adquirido día con día mayor destreza y creatividad en su manejo. Hoy en día ya no se tallan frisos conmemorativos ni estelas ceremoniales, pero sí modestos metates y molcajetes para preparar el alimento cotidiano o bien, figuras “de bulto”, portales y fuentes de consumo turístico o carácter decorativo. De cualquier modo, el ancestral oficio de tallar la piedra en nuestra entidad, sigue vivo entre los pobladores de algunas pequeñas localidades y continúa transmitiéndose de generación en generación.

Bibliografía

 

 

Cerería


Ella F. Quintal Avilés

 

La importancia histórica de la cera en la Península de Yucatán

La importancia de las abejas, la miel y la cera en la cultura maya prehispánica es un hecho incuestionable. Fuentes y trabajos de carácter histórico, etnohistórico y arqueológico nos hablan de la trascendencia comercial, religiosa y ritual de la apicultura maya. Aunque sabemos que la cera tenía uso ritual, como veremos más adelante, las formas específicas que los mayas daban a la cera en la época prehispánica nos son aún desconocidas.

            Se sabe que antes de la llegada de los españoles, entre los bienes producidos en cantidades considerables por los mayas para el comercio a larga distancia estaban, junto con las piezas de algodón y la sal, la miel y la cera. La miel tenía usos alimenticios, ceremoniales y rituales. Con ella, por ejemplo, se elabora el balché, la bebida ritual maya.

            Así la narración de Oviedo del primer arribo de Grijalba a Cozumel incluye la descripción siguiente:

“Cuando el culto divino había sido celebrado en el templo ...los indios trajeron al capitán algunas aves de la isla... y vasijas de miel y se las presentaron” (en Freidel y Sabloff, 1984, p.13).

            En relación con la cera, las fuentes nos dicen que a su paso por la Isla de Cuba en 1492, encontró Colón en una casa “un pan de cera” que llevó a los reyes de España. Al respecto Fray Bartolomé de las Casas explica que seguramente esta cera provenía de Yucatán, pues en Cuba, no la había. (en Quintal, y otros, 1990, pp. 5-14).

            Bernal Díaz, en su historia verdadera de la conquista de Nueva España, ofrece la siguiente descripción del paso por Cozumel en 1518:

“... y yendo que íbamos bojando la isla por la banda del sur, vimos unos pueblos de pocas casas... , y los soldados que saltamos en tierra hallamos en unos maizales dos viejos que no podían andar ... Había en él muy buenas colmenas de miel y buenas batatas y muchos puercos de la tierra, que tienen sobre el espinazo el ombligo” (1983, p. 17).

            Recientes trabajos arqueológicos en la isla de Cozumel buscando probar su importancia no sólo como uno de los santuarios principales de los mayas del posclásico sino también como un centro comercial relevante, presentan incidentalmente información sobre la cría de abejas (Sabloff, Jeremy A y William L. Rathje, 1975, p. 3-4). Así el trabajo de Freidel y Sabloff (1984), nos habla de las estructuras circulares encontradas en el sitio llamado Buena Vista y que podrían ser apiarios (p. 37).

            El trabajo de Wallace (1978) sobre “el extraño caso del tapón panucho” presenta hipótesis interesantes sobre la apicultura prehispánica en la Isla de Cozumel. Relaciona los hallazgos de ciertos objetos redondos de piedra o de coral con otras evidencias arqueológicas y llega a la conclusión de que tales artefactos en forma de “panucho” eran tapones utilizados en la época prehispánica para sellar los extremos de las colmenas de abejas mayas (1978).

            De esta forma Wallace pretende documentar la existencia de una producción considerable de miel y cera en ciertos puntos de la Isla de Cozumel, durante el período posclásico (Ibid).

            Según Wallace (1978, p. 15) cuando Montejo pasó por Chetumal en 1528-30, encontró grandes apiarios con colmenas hechas de troncos ahuecados, elegantemente esculpidos con diseños y ornamentaciones, cada uno teniendo las insignias de sus respectivos dueños.

            El trabajo de Sierra Sosa sobre San Gervasio (probablemente la Cuzamil de los mayas), nos dice que en algunos de los asentamientos excavados, aparecen parcelas que por sus pequeñas dimensiones no pudieron haber tenido un uso agrícola. “En estos casos –dice Sierra Sosa– (1991, p. 189) es factible que los lotes hayan servido para colocar apiarios y corrales para animales domésticos...”

            La relevancia comercial y ritual de la cera puede ser someramente descubierta con una lectura concienzuda de diversas versiones del Chilam Balam de Chumayel, libro de profecías, fórmulas iniciáticas y crónicas escrito en idioma maya con caracteres españoles durante la época colonial. Así, en la versión de R. Roys, en la parte llamada “El interrogatorio de los jefes”, y denominada “Libro de las pruebas” en la versión de Mediz Bolio, en la “cuarta pregunta” que el Halach Uinic debería hacer a los jóvenes mayas para demostrar su ascendencia noble, aparece la palabra cib –que significa cera o vela– con un sentido metafórico ampliamente relacionado con lo sagrado. Dice el texto en maya: He ix u pixan ca cilich colebil: yahau candelas, hacha cibe. Suyua than lae (Roys, 1933, p. 26). Lo anterior es traducido por Mediz Bolio de la siguiente manera: “... y el alma de nuestra santa señora, son las grandes candelas o hachas de cera. Lenguaje Suyua”. (1930, p. 42).

            También con connotaciones de lo sagrado, aparece la palabra maya cib en el apartado que lleva por nombre “La creación del mundo”. Así, refiriéndose a los bacabes, dioses de los puntos cardinales, dioses también de las abejas, dice el texto: “caminaron entre las cuatro luces, entre las cuatro capas de estrellas. El mundo no estaba iluminado, no había día ni noche, ni luna. Entonces percibieron que el mundo había sido creado”. En maya el párrafo anterior dice: “ximbal u cahob tu can cib, tu cataz ti ek. Ma zazil cab, ti hun minan kin, tu hun minam akab, ti hun minan u. Ah ubaob ti ix tan u yahal cab. Ca tun ahi cab” (Roys, 1933, p. 32).

            Como se puedo observar, otra palabra que aparece frecuentemente en estos textos es cab, que significa tierra, pero también colmena y miel. Las abejas están directamente conectadas con las bacabes, deidades descritas por el Obispo Landa de la siguiente manera:

Entre la muchedumbre de dioses que esta gente adoraba, adoraban cuatro llamados Bacab cada uno de ellos. Estos, decían eran cuatro hermanos a los cuáles puso Dios, cuando crió el mundo, a las cuatro partes de él sustentando el cielo (Para que) no se cayese. Decían también de estos bacabs que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio. Ponen a cada uno de éstos otros nombres y señálenle con ellos a la parte del mundo que dios le tenía puesto (de) teniendo el cielo y apropíanle una de las cuatro letras dominicales cargadores del año a él y a la parte en que está (Thompson, 1975, p.336).

            Especial relevancia tenía el Bacab del oriente : Hobnil (véase también Thompson, 1950, p. 86).

            Según Thompson, (1975, p.410) hay un fragmento de la creación quinché de Chichicastenango que dice “... que antes del diluvio, la gente decidió meterse bajo tierra para salvarse. Y Dios, para manifestar su descontento, los transformó en abejas”. En relación con lo anterior puede citarse a Mediz Bolio, (1930, p. 17) cuando dice que a los bacabes, corresponden los mucencabes, genios o deidades con el rostro oculto en la tierra. Colel Cab, “Dueña de la Tierra”, mencionada en el mito de la creación del mundo del Chilam Balam de Chumayel era para Thompson, otro nombre de Ix Chebel Yax, la esposa del creador (Thompson, 1975, p.256).

            La relación de Cozumel (Cuzamil) con las colmenas, las abejas, la miel y deidades asociadas, parece ser bastante clara pues dice Roys que otro nombre de Cozumel fue Oy cib (1933, p. 66). La arqueóloga Sierra cree en cambio que Oy Cib fue el nombre de un asentamiento maya en la Isla de Cozumel (El Cedral) (Ob. Cit., p. 191).

            La misma autora traduce uno de los pasajes del Chilam Balam de Chumayel de la siguiente manera:

“Cuando se multiplicó la muchedumbre de los hijos de las abejas, la pequeña Cuzamil fue la flor de la miel, la jícara de la miel, el primer colmenar, el corazón de la tierra” (p.IV)

            En El ritual de los Bacabes, texto sobre ensalmos, conjuros y curaciones, escrito en lengua maya esotérica y que data del siglo XVII o probablemente de antes, se menciona el uso de la miel como medicina, por ejemplo, contra el asma (Arzápalo, 1987, p. 346).

            El trabajo sobre etnobotánica maya de Ralph Roys, escrito a partir de manuscritos del siglo XVIII refiere remedios y curaciones para cuarenta y cuatro tipos diferentes de enfermedades. De entre ellas cuando menos las comprendidas en quince tipos, prescriben como remedio el uso de miel de abeja, de miel de avispa, de nidos de abejas y/o avispas y sólo en un caso concreto se prescribe la cera como cataplasma en la parte baja del abdomen (Roys, 1931, p. 33).

            Según el investigador, los doctores mayas creían curar a través de lo semejante. Una erupción de la piel que parecía el piquete de una avispa era tratada con el nido machacado o tamulado de avispa o de otro insecto ponzoñoso” (Idib., p. XXI).

            El mismo autor nos menciona cuatro especies de abejas, conocidas por los doctores nativos de la época: Yilkil – cab (abeja doméstica), Ch’och, Ah-Boll y Ah –Chuah –cab.

            Fray Diego de Landa, en su Relación de las cosas de Yucatán, nos habla de las abejas, su cera y su miel. Por su parte, Thompson asegura que los mayas no conocían las propiedades iluminantes de la cera, aunque según el mismo autor, pronto, dos decenios después de la conquista, los yucatecos aprendieron los beneficios iluminantes de la cera (Quintal y otros, 1990. p. 10).

            El Códice de Calkini, en las páginas 12 y 17 menciona respectivamente cinco y cincuenta cántaros de miel como tributo que, junto con pavos, maíz, canastas de algodón en rama y algodón urdido para corazas, fueron entregados al Capitán Montejo por los Batabes Canules (Gobierno del Estado de Campeche, 1957, pp. 25 y 43).

            Con la Conquista, los mayas tuvieron que empezar a pagar tributo de cera dos veces al año, para las fiestas de Navidad y San Juan (García Bernal en Quintal, y otros, ob. cit.).

            Durante la colonia la cera de Castilla y del país, labrada en diversas formas, por ejemplo, candelas, bujías, hachas y cirios, tuvo gran importancia como iluminante, en las funciones religiosas y en los actos rituales en general (Genny Negroe, 1993, comunicación personal).

            Interesante sobre manera, resulta en esta época la elaboración de ex votos de cera. Así nos dice Cogolludo al referir la devoción a la imagen del milagroso Cristo de San Román en Campeche:

“... y con otros muchos beneficios, que los fieles han recibido encomendándose a ella, se ha aumentado con singular piedad, y veneración Católica. Para memoria de ellos hay colgadas en su presencia muchas muletas, cabezas, piernas y brazos de cera, y otras señales, como también las hay de navegantes, que en gravísimos peligros se vieron libres, invocando a su santo nombre” (1957, primera parte, p.222).

            La investigadora Nancy Farris nos presenta el interesante caso de dos cofradías del pueblo de Chicbul situado entre Champotón y la desembocadura del Río Candelaria. Esta comunidad de comerciantes putunes seguían en la época colonial la costumbre probablemente prehispánica de llevar consigo en sus viajes a sus patronos tutelares, el Cristo de Tixchel y la virgen de Mamentel. Estos eran de los santos patronos más ricos de la Diócesis de Yucatán. “Los encargados de las cofradías organizaban expediciones dos veces al año, provistos de escapularios y de imágenes de cera de sus santos patronos que vendían de puerta en puerta a lo largo de las riberas de los ríos, llegando incluso hasta el Usumacinta” (Farris, 1992, p. 247).

            En estas transacciones comerciales los cofrades obtenían cacao a cambio de escapularios e imágenes de cera; el cacao una vez vendido “...rendía sustanciosos beneficios que se destinaban al pago de las misas, de los ornamentos de la iglesia y de las fiestas de Chicbul” (p.248).10

            En nuestros tiempos la miel ha pasado a ser, con la introducción en la península de la llamada “abeja americana”, una forma más de obtener el campesino maya, algunos ingresos monetarios para completar el gasto familiar. La cría de abejas nativas (colel-cab), se ha reducido considerablemente y de esta manera los rituales a ella asociados también han tendido a desaparecer (Redfield, 1970). La miel de este tipo de abejas suele usarse todavía hoy, con fines medicinales en las comunidades mayas del oriente del Estado. Se ha recogido información en el sentido de que un objeto preparado con tiras de tela o con pabilo endurecidos con cera de colel cab y que tiene la forma de un espiral, se utiliza para curar algunas enfermedades por medio de golpear al paciente con dicho objeto que tiene el nombre de “rolete” (véase también Redfield, 1944).

            Respecto a la cera de ambas variedades de abejas, se utilizan como veremos, en la elaboración de objetos y adornos rituales diversos, presentes en las celebraciones religiosas del campo y de la ciudad.

 

Comunidades que hacen actualmente trabajos de cerería

En diversas comunidades ubicadas entre Kantunil y Valladolid se ha localizado le hechura de objetos rituales a base de cera de abejas.

            Concretamente sabemos de las siguientes localidades: Kantunil, Pisté, Cuncunul, Chan Kom, Valladolid, Temozón y Popolá. Es posible y probable que en la mayoría de las comunidades que rodean a Valladolid se conozcan las habilidades que implica el trabajo artesanal de la cera.

Cuándo se elaboran las artesanías ceremoniales

Haz click en la imagen para agrandarlaEn muchas de las fiestas del catolicismo popular, en comunidades el oriente del Estado de Yucatán, aparecen estas artesanías efímeras11de las que se conocen por lo menos cuatro modalidades: a) velas adornadas con flores de cera (ver figura 1), b) objetos en forma de estrellas, lunas, “globos” (terráqueos), cruces y otras más, decorados con flores de cera (ver figura 2), c) los llamados “ramilletes” (ver figura 3) y d) las velas de cera. A las dos primeras modalidades, se les conoce en maya como lol cib o lolicib (flor de cera o flor de luz). De los llamados “ramilletes” se conocen los adornados con papel de seda (china) picado, con flores de papel y, los decorados con flores de cera, y con flores de cera y cintas de papel picado.

            En el campo yucateco los pueblos, los barrios y en ocasiones incluso las familias tiene un santo protector. En honor de estos santos se hacen fiestas, procesiones, novenarios, se organizan bailes y corridas y los devotos participan en cumplimento de una promesa, para recordar tradiciones familiares, para invocar protección en alguna situación peligrosa o problemática, etc.

            Así, por ejemplo para la fiesta en honor del patrón de una comunidad, las organizaciones llamadas gremios se encargan de costear algunos de los actos del culto. Durante los días de fiesta, varios de estos gremios acuden en procesión al templo para renovar su fidelidad al santo, llevando ramilletes, cruces y estrellas adornadas con lolicib, velas decoradas, etc. Todos estos objetos rituales son depositados ante el altar o colgados a la entrada del templo pendiendo de largas sogas.

            También en algunos novenarios de santos familiares el ritual incluye la entrega de un ramillete.

            El uso ritual de la cera está asimismo presente durante las ceremonias de difuntos que tienen lugar en el mes de noviembre.

            Sobre todo, las velas que adornan los altares de “los grandes” (fieles difuntos) son de cera de abeja, con tonalidades de café obscuro, casi negro. En este caso, las velas elaboradas artesanalmente en algunas comunidades se consiguen como otros objetos rituales de estas celebraciones, en los mercados regionales.

 

El trabajo de cerería
 Instrumentos de trabajo

En la confección de las artesanías de cera se utiliza, ollas para derretir o fundir la cera, moldes de madera para dar forma a las flores (ver figura 4), recipientes grandes con agua (por ejemplo, cubetas, tinas, bateas), en los cuáles se sumerje el molde ya impregnado con cera con el objetivo de solidificarla y obtener las flores; tijeras y cuchillos para trabajar otras materias primas como cartón, papel de china, papel laminado con el cual se adornan las flores y velas de cera. Mesas y sillas, banquillos y cualquier asiento improvisado constituyen parte del equipo de trabajo. El lugar de trabajo es generalmente el patio de la vivienda, sobre todo, los espacios con sombra.

 

Caracterización general del proceso de trabajo

Es un trabajo colectivo y por lo general masculino. Para la elaboración de objetos adornados con flores de cera, el equipo de hombres es por lo general mayor que cuando se trata de velas decoradas con flores de cera.

            Es un trabajo ritual: muchas veces va acompañado del consumo de aguardiente y cigarrillos y, como veremos, de una comida colectiva y ritual.

 

Proceso de trabajo

A continuación se describirá el proceso de elaboración de objetos rituales adornados con flores de cera. En algunas comunidades éstos son denominados “abanicos” o “macetas”. Tienen formas de estrellas, lunas, globos, cruces, corazones y ángeles.

            Un pedazo de cera es puesto en un recipiente y después al fuego hasta lograr que se funda.

            Se toman entonces los moldes de madera para proceder precisamente a la elaboración de flores de cera. Para ello se hunde la cabeza del molde en una pastilla de jabón de lavar y luego se sumerje en la olla con cera fundida. Una vez recubierta la cabeza del molde con cera fundida. Una vez recubierta la cabeza del molde con cera fundida, se remoja en un recipiente con agua (puede ser una batea, de las que se usan para lavar ropa) “con el fin de acelerar el enfriamiento de la cera y su consecuente solidificación. Acto seguido, con el dedo pulgar, se empuja ligeramente el borde del capuchón ceroso”, que ya solidificado tiene la forma de una flor (ver figura 4) (Quintal, y otros, ob. cit.).

Elaboración de flor de cera en Cuncunul, Yucatán. Nótese la batea con agua y al señor en cuclillas con el molde en la mano.
Elaboración de flor de cera en Cuncunul, Yucatán. Nótese la batea con agua y al señor
en cuclillas con el molde en la mano.

            Mientras unas personas elaboran las flores de la manera ya descrita, otras las recogen del agua donde flotan cuando son desprendidas del molde; separan las defectuosas y ponen las bien logradas en algún recipiente limpio (puede ser una jícara) al alcance de otro grupo de gentes que van decorando con ellas los objetos de cartón y/o madera (lunas, estrellas, “globos”, ramilletes) de que se trate.

 

Quiénes se dedican a estas actividades

Los conocimientos y las habilidades para desarrollar el trabajo en cera están bastante extendidos entre la población masculina de las localidades campesinas del oriente del Estado. Sobre todo por lo que se refiere a la elaboración de flores de cera (lolcib o lolicib), estas tareas son fundamentalmente masculinas e involucran a niños, jóvenes y adultos de una comunidad, de una familia. Es posible que la explicación de este hecho esté en la división sexual de tareas propia de los tiempos festivos y ceremoniales de las comunidades: las mujeres elaboran la comida, las tortillas y la bebida (horchata). Esta diferenciación de roles sexuales podría tener también alguna implicación de carácter ritual.

            En las comunidades más tradicionales la prestación de servicios de los especialistas en esta actividad es gratuita, esto es, constituye una “promesa” a la virgen o al santo. Sin embargo, en ocasiones también se paga por estos servicios o se otorga alguna compensación simbólica.

            En cualquiera de estos casos, por lo general, la elaboración de estas artesanías ceremoniales incluye una concurrida comida ritual en casa de quien sufraga los costos del trabajo de la cera. El alimento ritual por excelencia en estos casos y en general en as festividades populares del oriente, es el relleno negro pib, esto es, un guiso a base de cerdo y ave, aderezado con condimentos que le proporciona la coloración antedicha y que se cuece en un enorme hoyo, excavado para tal efecto en el patio de la vivienda del donante.

            En este sentido, en general, la elaboración de esta artesanía ritual es momento y lugar de renovación no sólo de conocimientos y habilidades prácticas, sino también en gran medida de la comunidad misma que, a través de las familias y las organizaciones del catolicismo popular busca recrear y expresar su lealtad y reverencia a los santos patronos, a pesar de los problemas y conflictos de la vida cotidiana.

 

Este material aparecio publicado en: Cuadernos de Cultura Yucateca No. 2. Varios Autores (1993) Cultur Servicios y Gobierno del Estado de Yucatán, Conaculta, INAH, México.

Bibliografía

 

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